Suho... ¿cuánto había pasado desde que le habían dicho así? Su amada esposa solía llamarle de esa manera cariñosa y sus amigos cercanos también.
Cuatro largos años desde que escuchó por última vez la dulce voz de Haneul y desde entonces una parte de Junmyeon murió junto a ella. Ahora observando a sus hijos que dormían ya en el sofá de su oficina, porque se había tardado demasiado ahí como para llevarlos a casa, pensaba que quizá era hora de cambiar de rutina.
No había salido con otra mujer o intentado hacerlo puesto que la memoria de su esposa seguía presente y lo sentía como traición, así que se había vuelto alguien rígido que sólo pensaba en sus hijos y en la compañía que llevaba. Lo que más le costaba era dejar EXO Inc. trabajó duro durante muchos años para lograr que fuera lo que es y ahora estaban abriendo una nueva sede en China que le abriría paso a nuevos negocios, no podía irse en esos momentos.
Sólo que ver a sus dos pequeños llevando una vida que debería ser mejor, porque a fin de cuentas para eso trabajaba tanto, le hizo pensarlo. Irse unos meses, a alguna casa con un gran jardín y quizá campo, comprar una mascota, que sus hijos probaran tener nuevos amigos...
—Mamá – murmuró de repente la voz adormilada de Mark, se acercó a verlo para ver si seguía durmiendo.
Mark tenía sólo ocho años cuando su madre murió por el cáncer cerebral que tenía, la vio despedazarse lentamente y eso seguramente le había marcado tanto a una edad temprana. Suspiró, lo haría, se iría con sus hijos unos meses.
***
— ¡No! ¡No me iré de aquí! – gritaba el chico de doce años con enojo.
Tal vez no había sido tan buena idea, pensó Junmyeon. Luego de que tomara la decisión hizo todo lo que debía hacer para dejar el trabajo, puso a Chanyeol como presidente, metió a Sehun como vicepresidente y ajustó más detalles que lograron que sus vacaciones se hicieran, claro que recibiría trabajo y asesoraría varios proyectos que tenía pero desde lejos. Compró una hermosa casa en un pequeño pueblo alejado de la ciudad, cambió a sus hijos de escuela y ya sólo quedaba decir sus planes a ellos dos. Hanna lo tomó con felicidad y alegría pero Mark...
—Vamos Mark, serán vacaciones, podrás conocer gente nueva y tendremos un jardín enorme – le empezó a decir Junmyeon para convencerle.
— ¡Si tenemos que ir a clases no son vacaciones! – gritó enojado de nuevo desde su cuarto que tenía la puerta cerrada y su padre estaba afuera a lado de Hanna quien estaba atenta de la discusión.
—Bueno, será temporal pero nos divertiremos, podremos ir a un lago, al río o no sé, lo que sea – no escuchó nada del otro lado — ¡Y un perro! Compraremos un perro, el que quieran, es más, ¡dos perros!
— ¡Sí! – gritó de emoción Hanna. La puerta de la habitación se abrió un poco dejando ver al chico.
— ¿Hablas en serio? ¿Qué sucederá cuando regresemos? – eso no lo había pensado el padre, se jaló el cuello de la camisa que andaba.
—Compraré otra casa aquí, una con jardín – le miró dudoso pero al final asintió.
—Está bien pero espero que de verdad pases tiempo con nosotros – refunfuñó.
—Lo haré, para eso lo hago – se acercó a abrazar a su hijo de lado – sé que no he podido estar tanto tiempo con ustedes como es debido pero quiero que sepan que los amo y que haría lo que fuera por ustedes – la pequeña Hanna se unió al abrazo.
Había sido su mejor decisión en años desde que le pidió matrimonio a Haneul.
***
Mientras avanzaban en la carretera la urbanización iba disminuyendo y eso asustaba a Mark quien iba jugando con su consola PSP. Estaba asustándose de que su nuevo hogar temporal fuera alguna clase de pueblillo aburrido.
Y no se equivocó.
Era tan pequeño que se recorría en quizá 10 minutos, pocas tiendas que parecían apenas subsistir, gente de edad mayor que les veían pasar como si fueran la octava maravilla y pocos chicos de su edad. Le estaba dando el infarto de su vida.
—Papá, dime que no viviremos aquí – se quejó Mark.
—Aquí viviremos, Mark, no vinimos a estar rodeados de urbanización, ¿no te aburre eso? – preguntó intentando animarle.
—No, ¿no podíamos ir a, no sé, Estados Unidos?
—América es lo mismo que Seúl o peor – contestó. Mark se hundió en su asiento.
—A mí me gusta – comentó Hanna de repente – hay muchos árboles
—Exacto pequeña, eso es lo importante, hay mucha vegetación
A Mark comenzaba a desesperarle la manera tan animada y positiva de su padre, quizá era mejor el papá ocupado. Luego de dar algunas vueltas, llegaron a su nueva casa. Era completamente hogareña y nada que ver con el lujoso edificio en el que vivían aunque a Mark le gustó bastante. De dos pisos, con pórtico, ventanas, muchas ventanas que le daban cierta calidez y un enorme jardín o más bien dicho, campo.
La casa estaba rodeada de tanto campo que parecía la pequeña granja de alguien. Los tres bajaron del automóvil, Hanna fue corriendo a ver el lugar seguida por su padre y hermano. La casa era muy simple, muebles rústicos pero bonitos, algo vacía pero con sus cosas se llenaría, una sala, comedor, cocina y la segunda planta con tres habitaciones, perfecta para ellos.
—Bien, parece que llegamos a casa – comentó Junmyeon.