Capítulo 7

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—La cena estuvo deliciosa – dijo antes de despedirse, Junmyeon le acompañó hasta la salida e iban caminando hacia la casa de Yerin – es una lástima que los niños se hayan dormido ya, quería despedirme

Junmyeon torció el gesto puesto que sus hijos no dormían. Luego de la cena y de haber platicado entre los cuatro, los niños de repente decidieron irse con la excusa de que querían dormir, él les dejó a pesar de ver sus planes para dejarlos a solas.

—Ehm sí, supongo que están cansados por su primer día en clases – ella asintió levemente, iba mirando el suelo, no quería tropezarse de nuevo enfrente de él.

—El primer día de clases siempre es agotador, nunca me gustó ir a la escuela pero me gusta aprender – comentó. Junmyeon la miró tan atenta de sus movimientos que sonrió ligeramente.

— ¿Qué estudiaste Yerin? – preguntó de repente, quería saber a qué se dedicaba ella.

—Nada – confesó sin tapujo – terminé la educación básica y ahí lo dejé, mi madre enfermó y como soy la menor decidí cuidarla aunque luego se recuperó y ahora viaja a todos lados – comenzó a contarle, su acompañante le escuchaba atentamente – mis hermanos insistieron que estudiara algo después pero no quise, me dediqué al refugio, al huerto y también estoy en una brigada de ayuda a los animales o ayudo a la iglesia, prácticamente dedico mi vida a los demás – se sorprendió de escuchar todo eso, era completamente diferente a él que vivía encerrado en su mundo y con sus hijos.

—Vaya Yerin, me sorprendes, creo que jamás había conocido a una persona tan dedicada a servir – ella negó, habían llegado ya a la entrada de su casa.

—No es cierto, además a mí me gustaría poder ser tan dedicada a mis hijos como tú – él frunció el ceño – perdón, me refiero a que quisiera tener hijos, no digo que tenga ya hijos o algo así – rio nerviosamente, se había enredado un poco en sus palabras. Junmyeon le sonrió.

— ¿Eso crees? Yo siento que no les doy el tiempo suficiente – suspiró, miró como abría la puerta de su casa pero ambos no parecían querer dejar de hablar – a veces extraño a mi esposa, ella era una gran madre

—Lo imagino, Mark es un chico muy amable – murmuró Yerin – pero también tú eres un gran padre, no lo dudes – le sonrió tímidamente y él le correspondió. Estuvieron viéndose por un rato sin decirse algo – bueno, creo que debo irme ya, mañana iré al refugio y hay mucho trabajo

—Claro – asintió él ya dispuesto a irse – hasta mañana Yerin, descansa

—Lo mismo digo, descansa Junmyeon – murmuró lo último, era la primera vez que le llamaba por su nombre. Se quedó viéndola un instante y luego se despidió agitando su mano, se dio la vuelta y así ambos se fueron a dormir.

***

Pasaron varios días en los que ninguno se vio. Junmyeon se entretenía con sus dos hijos y en el trabajo que le enviaban. Mark ahora tenía amigos así como Hanna por lo que estaban más alegres, sin embargo veían que las cosas entre su padre y Yerin no avanzaban así que decidieron hacer algo.

—Oye papá, ¿podríamos ir al lago que dijiste la vez pasada? – Mark había enviado a Hanna, sabía que a ella jamás le negaba algo y menos si iba con su peluche favorito, se veía adorable.

—Oh cierto, ¿quieren ir el fin de semana? – preguntó puesto que Mark entró a la cocina en la que su padre trabajaba como siempre en la mesa redonda que había ahí.

—Claro pero, ¿sabes cómo llegar? – ahí entraba el plan de los dos chicos.

—Ahora que lo dices no, preguntaré en el pueblo, seguro me dicen

— ¿Y si le decimos a Yerin que nos acompañe? – dijo de repente Hanna. Junmyeon miró a sus dos hijos, así que eso tramaban, se dijo.

—Habría que preguntarle porque quizá tiene trabajo y no pueda – contestó, la verdad también quería verle. Ambos niños se vieron y sonrieron cómplices.

—Ve a preguntarle, seguro está en su huerta hoy – sugirió Mark quien ya había ido a ver si ella estaba, por suerte sí lo estaba.

— ¿Ahorita? – Preguntó y sus dos hijos asintieron – está bien, iré pero no vayan a hacer travesuras mientras no estoy

—No – respondieron.

—Espera papá – le detuvo Hanna, se puso enfrente de él subiéndose a una silla y comenzó a desabotonarle la camisa.

— ¿Qué haces Hanna? – preguntó su padre algo divertido y alarmado.

—Es que te ves medio soso así – confesó su hija. Lo cierto es que se veían raro con aquellos jeans y camisa a cuadros que tenía completamente abotonada.

—Pero – empezó a decir, ahora mostraba la camiseta blanca que tenía debajo.

—Te ves bien, papi tienes buen cuerpo – animó la pequeña.

— ¿De dónde aprendes esas cosas Hanna? – preguntó divertido.

Salió de ahí con una sonrisa, seguiría el consejo de su hija por esa vez.

—Bien pensado Hanna – le festejó su hermano al ver que su padre ahora lucía más atractivo.

Cuando iba bajando las escaleras del pórtico miró que a lo lejos Yerin estaba moviendo paja, algo extraño pero no lo pensó mucho. La chica andaba la misma ropa de campesino con la que la encontró la vez pasada, se preguntaba si no le daba calor aquello.

— ¡Yerin! – llamó él mientras se acercaba a ella. Levantó la vista puesto que estaba concentrada en su trabajo y cuando vio a Junmyeon se fue de espaldas, literal, cayó en la paja porque sus piernas le habían fallado en ese momento al verlo tan...guapo – Oh dios, ¿estás bien? – corrió a verla y se agachó, la paja amortiguó su caída.

—Sí, claro –contestó nerviosamente, ahora tenía su rostro demasiado cerca y eso le estaba haciendo sudar, Junmyeon tenía la piel perfecta, lindos ojos y sonrisa, además de que ahora podía ver parte de sus hombros expuestos por la simple camiseta que llevaba debajo de la camisa, era poco lo que veían pero se dibujaba bajo la camiseta blanca el abdomen perfecto de él.

—Ven – le tendió su mano, ella aceptó y pronto estuvo de pie otra vez — ¿se volverá costumbre que siempre te caigas cuando nos veamos? – preguntó divertido, ella hizo una graciosa mueca en desaprobación.

—Espero que no, por mi salud que no – contestó y ambos rieron – Venías a buscarme, ¿necesitas algo?

—Oh sí, los niños quieren ir al lago el fin de semana y quería saber si nos acompañas para mostrarnos el lugar – le explicó, la observó detalladamente para adivinar su respuesta, ella parecía pensarlo un poco.

—Claro – dijo algo dudosa, él lo notó.

—Si no quieres está bien

—Sí quiero, nos vemos el sábado temprano, ¿vale? Prepararé un almuerzo de vegetales aunque quizá no quieran, haré una tarta de manzana aunque quizá no quieran o mejor hago un— sin pensarlo mucho Junmyeon le puso un dedo sobre sus labios para callarla.

—Lo que sea que hagas estará bien – le dijo, las mejillas de Yerin se encendieron como los tomates que cultivaba y él se dio cuenta, quitó su dedo algo apenado por su repentino impulso – entonces el sábado temprano, te esperamos

—Sí — murmuró ella.

—Por cierto, ¿qué haces con esa paja? – tenía curiosidad de eso.

—Es que – le daba algo de pena decirlo puesto que ahora quizá se había pasado un poco – llegó una yegua que fue maltratada así que la adopté de mientras – Junmyeon abrió los ojos, Yerin no tenía límites – lo sé, es algo alocado pero no podía dejarla sola y en el refugio no puede estar – se excusó.

—Tranquila, creo que mientras puedas cuidarla estará bien – le tranquilizó, Yerin suspiró.

—Gracias por el apoyo – ambos se sonrieron ligeramente y luego se despidieron con la promesa del sábado.




Say yes (Suho/Junmyeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora