Acompañó a sus dos hijos hasta la parada del autobús, miró como se iban en el gran camión amarillo y luego de agitar la mano en despedida se fue de regreso a casa. Pero en vez de irse a la suya fue a la casa de enfrente como le había dicho Yerin.
Rodeó la casa y cuando observó el campo de atrás se sorprendió un montón. Una huerta con diferentes vegetales en cada hilera se alzaba con un gran verdor ahí. Se acercó más al ver los grandes y jugosos tomates, jamás había visto tanta vegetación. Buscó con la mirada a la chica pero no la veía por ningún lado.
— ¡Hey! – dijo alguien detrás de él, volteó a ver y Yerin salía de la casa.
Iba con un overol negro que usaban los agricultores, con botas de hule, camisa a cuadros, dos trenzas y sus usuales lentes, toda una campesina. Bajó la escalera y justo al dar el segundo paso sus pies se enredaron y cayó al suelo tirando la cubeta que llevaba, corrió hacia ella con prisa.
— ¿Estás bien? – preguntó él alarmado, le ayudo a quitar su cara de la tierra. Cuando alzó la cara quería reírse aunque se conmovió.
Sus lentes se habían quedado en el suelo y su rostro estaba cubierto por tierra, se veía linda aunque torpe. Lo que más resaltaba eran su hermosos ojos, con aquellos lentes gruesos era casi imposible fijarse en lo bonitos que eran sus orbes.
—Sí, lo estoy, siempre me pasa, mi mamá dice que soy torpe – él rio al escuchar esa típica frase de ella.
Pasó su mano por su rostro quitando la tierra que se había quedado ahí, sus mejillas se ruborizaron y él se dio cuenta.
—Gracias – Junmyeon se levantó y le tendió la mano para ayudarle a hacerlo también.
—No hay de qué – se miraron por unos minutos y luego ella miró hacia el huerto.
—Ya viste mi huerto, ¿no es hermoso? – preguntó recogiendo la cubeta y metiendo las pocas papas que llevaba dentro.
—Lo es, ¿eres vegetariana?
—Sí y no, a veces como carne pero lo evito, sólo en ocasiones especiales como cuando mamá hace un rico lomo asado – respondió yendo hacia más adentro de su huerto, él observaba con detalle todo el lugar, habían varias verduras.
— ¿Y dónde está tu madre? Me gustaría conocerla – observaba la espalda de Yerin y cómo movía los brazos como si marchara de una manera muy graciosa.
—Oh, ella está de gira con todos mis hermanos, somos seis hermanos y casi todos ya están casados con hijos así que una vez al año se va a visitar a todos, normalmente la acompaño pero esta vez me quedé por el trabajo – le dijo, estaban yendo muy al fondo del lugar.
— ¿Seis hermanos? Eso es increíble, yo soy hijo único
—Entonces no tuviste que pelar por la comida como yo – ambos rieron. Divisó que habían llegado a una especie de bodega, ella entró sin preocupación y sacó dos palas – bien, dime para qué soy buena – él la observó sin comprender puesto que lo que le decía y hacía no coincidía – ah perdón, es que estoy removiendo la tierra pero puedes preguntarme mientras trabajo
—Te ayudaré – se ofreció Junmyeon y luego de varias insistencias ella aceptó.
—Bueno, pregúntame cualquier cosa – la verdad era que él no sabía muy bien qué preguntar.
— ¿En serio hay bandalos? – fue lo primero que se le ocurrió.
—Normalmente no son lugareños, vienen de otros lados pero sí los hay, debes tener cuidado – le respondió hundiendo su pala en la tierra, observó como lo hacía con destreza, al parecer poseía fuerza a pesar de verse tan delgada.
— ¿No es peligroso para ti también? Estás sola aquí...
—No, tengo a Javier – él alzó una ceja.
—Tú novio – aseguró
—Mi perro – corrigió, Junmyeon no pudo evitar comenzar a reírse y ella suspiró – alejo a todos los hombres que conozco, mamá dice que es porque soy demasiado para ellos pero creo que soy algo sosa y simplona
—Concuerdo con tu madre – dijo sin pensarlo mucho, ella le miró y volvió a sonrojarse — ¿Y por qué tienes un huerto? – preguntó para cambiar de tema.
—Me gustan los vegetales y me tiene entretenida, además puedo vender algunos y eso nos da dinero, aunque no tanto – hizo una mueca graciosa y siguió.
— ¿Es cierto que espantan en la casa? – preguntó, tenía curiosidad de eso. Ella se detuvo y miró sus pies con seriedad, al parecer la respuesta era sí.
—Sí, hay un fantasma
— ¿En serio? – ella asintió.
—Sí, se llama Yerin y se la pasa citando a su madre – volvió a reír de nuevo, esa chica era muy graciosa y sin esforzarse tanto – como te conté anoche, el señor Han era mi amigo y para evitar que robaran cosas o le hicieran daño a su casa me la pasaba vigilando y si alguien entraba le iba a dar el susto de su vida
—Gracias, eso fue lindo de tu parte – Yerin negó con la cabeza.
—No fue gran cosa, él era muy amable conmigo, de hecho él me enseñó a cultivar
—Oh – miró la pala que tenía, casi no había hecho gran cosa, él no era de los que cultivaban.
—Solía contarme muchas cosas, ambos estábamos en contra se esa maldita empresa EXO Inc. – dijo de repente ella.
— ¿Qué?
—Sí, esa compañía se la pasa haciendo cosas que dañan el medio ambiente y ahora quieren meterse en el campo de la agricultura, seguramente venderán productos que no se preocupen del medio ambiente – Junmyeon tragó grueso, iba a defender su empresa pero la verdad es que no sabía nada del tema – te digo, hicieron una fábrica de saber qué nuevos productos y han desechado residuos que han dañado el medio ambiente, como los odio – debía investigar sobre eso, de inmediato – pero cambiando de tema, ¿cómo te llamas? Cuéntame sobre ti
Cayó en cuenta que no le había dicho nada sobre él, ni su nombre y ella había sido tan confianzuda para contarle miles de cosas de un tirón. Observó a la chica que picaba la tierra con determinación, había encontrado algo interesante.