Entonces se dedicaron a desempacar desde que llegaron, la casa se volvió animada y ellos se divertían. Unas horas después los tres terminaron con el estómago vacío, era hora de ir a explorar el lugar. Fueron hacia el centro del pequeño pueblo buscando un restaurante y lo encontraron, un pequeño restaurante familiar que parecía ser concurrido por los locales.
Varias personas se le quedaron viendo, no era común que gente de fuera llegara a vivir ahí.
—Bienvenidos – dijo una mesera acercándose, tenía una coleta alta y un simple delantal rojo — ¿Qué les gustaría pedir?
—No hemos visto la carta, ¿qué tienen?— preguntó Junmyeon.
—Oh, lo siento pero casi nunca tenemos nuevos visitante – la chica les observó y luego sonrió — ¿son los que compraron la granja del viejo Han? En esa casa espantan – Preguntó, los tres asintieron aunque parecían algo aterrados de lo que escucharon después de la pregunta– ya veo, bienvenidos al pueblo entonces, le diré que tenemos de todo pero la gente pide mucho las hamburguesas de queso, también hay sopa del día, que siempre es de verduras – frunció el ceño – también hay hot dogs y pasta, o si quieren pedir carne tenemos eso o
—Una hamburguesa – pidió de repente Mark al ver como la chica no se callaba, su padre le miró feo por haber sido grosero.
—Claro, claro – anotó la chica sin inmutarse de ello — ¿y tú pequeña?
—Quiero pasta – dijo sin pensarlo mucho.
—Una sopa creo que estará bien – pidió Junmyeon.
—Lo traigo enseguida y de tomar... — los tres pidieron soda.
Minutos después estaban comiendo. Hanna miraba a todos pero lo que más le llamaba la atención era como la mesera veía a su padre con ímpetu o eso creía ella puesto que no distinguía la lujuria del enojo en la mueca extraña que hacía la chica.
—Papá, esa chica te ve mucho – comentó de repente. Junmyeon dejó de comer para voltear a ver, la chica se dio cuenta y sonrió pícaramente, él regresó el gesto algo avergonzado.
—Le ha gustado papá – dijo riéndose Mark logrando que su padre se sonrojara un poco.
— ¿Qué? ¡No! Papá es de mamá y de Hanna – dijo de repente. Él sonrió ante ese gesto.
Hanna no había conocido bien a su madre, tenía dos años cuando murió pero le había contado muchas cosas de ella que la pequeña amaba a su madre a pesar de ello.
—A mí no me importaría que tuvieras una novia – comentó Mark de repente. Miró a su hijo extrañado, no esperaba eso de él – es que cocinas horrible
Los tres rieron ante eso. Pero para él no existía alguien que se ganara su corazón de nuevo o eso creía...
Terminaron de comer y cuando iban caminando Hanna miró un refugio de animales que llamó su atención por completo, no olvidaba la promesa de su padre.
—Vamos – jaló a su progenitor con fuerza y así fue arrastrado.
Entró no muy convencido puesto que él quería comprar sus mascotas en una tienda de animales, no en un refugio. La campanilla del local sonó alertando a los trabajadores o más bien dicho, trabajadora. Había varios animales, gatos, perros e incluso pollos que esperaban pacientemente tener un nuevo dueño.
—Creo que no hay nadie – dijo él intentando llevarse a sus hijos pero ellos estaban entretenidos viendo a las mascotas.
—Mira este perrito, no tiene una oreja – Hanna señaló a un perrito que en efecto, carecía de una oreja y que era algo pequeño, no podía decir que raza era puesto que no parecía ser fino.