-¡Estás espectacular y fabulosamente preciosa! -Exclamó Lucy, mirándome con el orgullo de una madre y alisándome las arrugas del vestido blanco.
-Tampoco es para tanto -Susurré, avergonzada.
Jamás me había vestido de esa manera, y es que mis ropajes siempre habían consistido en piezas de segunda, tercera o cuarta mano; lo que el orfanato me daba para resguardarme del frío.
-¿Cómo que no? Mírate -Eve me agarró de los brazos con sus finos dedos y me colocó frente al espejo de la habitación.
Contuve el aire, entre extrañada, emocionada y asustada. No podía asimilar que yo tuviera algo de belleza. Yo, que siempre iba desalineada, ajena a mi imagen, con pelos de loca, ceño fruncido y mirada de pocos amigos.
Lucy y Eve no lo veían así; hablaban casi gritando, asegurando que conquistaría todo Panem con mi gracia celestial. Ambas eran extremadamente parecidas y distintas. Mientras que Lucy se trataba de una vencedora más, con las manos manchadas de sangre y (seguramente) pesadillas en la cabeza, Eve era una mujer remilgada y con el pelo blanco, venida de lo más profundo del Capitolio. Lucy era baja, no muy atractiva, con la cara redonda y ojos marrones llenos de vitalidad, mientras que Eve era alta y fina como un pino y sus rasgos era afilados. Aun así, las dos parecían estar emocionadas por la amistad que les unía y... por mí.
-¿Preparada, joven Clarie?-Preguntó Eve, con una sonrisa sugerente.
-¿Hay otro remedio? -Contesté y, por primera vez, las dediqué una sonrisilla que recibieron contentas.
Muy bien, Clarie, muy bien.
-Ponte esto -Lucy se acercó para darme el toque final; una capa azul oscuro-. Irás en la carroza con el vestido y esta capa. Es muy especial, ya que se irá deshaciendo con el aire que expulsará un ventilador colocado frente a vosotros. Nadie más lo verá. La capa se ondulará hacia atrás y se desintegrará en copos de nieve que se congelarán en cuanto toquen el suelo, dejando tras la carroza un pasillo de hielo. Cuando llegues frente a Snow, la capa se habrá consumido.
Me pareció una idea demasiado atractiva para mí. Me pareció una idea demasiado atractiva, en general. No me gustaba seguir las normas de vestimenta ni hacer espectáculos sublimes para complacer al Capitolio, pero ¿qué podía hacer yo? Esa era la tradición y, bueno, quizá algún que otro patrocinador podría caer en mi saco.
Las tres nos dirigimos hasta el amplio y ruidoso lugar donde las carrozas se alzaban. Steve (mucho más guapo que el día anterior), Finnick (que ya había recuperado su expresión de ególatra) y Mags nos esperaban. Los tres me miraron de arriba abajo sin pudor alguno.
-Vaya, estás... -Steve no fue capaz de encontrar la palabra correcta.
Pero Finnick sí.
-... increíble.
Percibí su vista clavada en cada lugar de mi cuerpo y carraspeé, incómoda, haciéndole volver a la realidad.
Eve dejó escapar una escandalosa risa ante la situación.
-Lo que Finnick Odair acaba de hacer lo repetirá todo Panem en unos minutos, joven Clarie.
Me estremecí.
Todo Panem.
Todo. Panem.
Me apoyé en la carroza. De pronto, un pánico nuevo para mí me sacudió el cuerpo. Pánico al ridículo, quizá. A tanta exposición. Jamás me habían observado las personas de un país entero a la vez. ¿Cómo podía enfrentarme a eso?
-¿Estás bien?-Finnick se acercó a mí con precaución. Aunque la noche anterior la tensión entre nosotros se había disipado un poco, todavía no se sentía seguro a mi lado.
Ni yo al suyo.
-Sí... solo me siento un poco, ¿intimidada? -Tenía la boca seca y el cuerpo helado.
-¿Solo un poco? Estás más blanca que el vestido. No van a saber distinguirte -El tono relajado y gracioso que utilizó hizo que un poco de ese pánico se esfumara- ¿Quieres un azucarillo?
-¿En serio, Finnick?
-Son para los caballos, pero creo que los necesitas más que ellos.
-Es la hora, chicos -Lucy nos interrumpió, señalando a los demás tributos que escalaban sus carrozas.
Steve subió primero. Parecía poseer bastante seguridad en sí mismo y aunque yo jamás pensé que no la tuviera, las piernas me flaquearon al observar esa carroza. Sentía que mi cuerpo estaba hecho de agua en vez de carne, y que mis extremidades eran alfileres delgadísimos incapaces de sostenerme.
Me mareé al intentar subir.
Finnick y Lucy me sujetaron. Ella se marchó rápidamente a buscar algo para que yo bebiera, y él se quedó a mi lado, mirándome con una seriedad de hierro.
-Clarie -Levanté la mirada, algo borrosa. Una vez más, el narcisismo había desaparecido de sus ojos. Parecía verdaderamente preocupado y pensé que estaba soñando-. Confío en ti.
No necesité nada más. Algo en sus palabras fue bálsamo para mí y, después de tomar su mano, subí a la carroza.
Lucy se quedó con la botella de agua en la mano.
Unos segundos después me hallaba junto a los demás tributos frente a Snow. El público gritaba, nos aplaudía y chillaba nuestros nombres.
Pude distinguir el mío.
Había causado sensación; el hielo había calado en sus corazones. Estaban contentos.
Miré a Snow, que también parecía estar contento conmigo; o por lo menos, así lo decía la perturbadora sonrisa con la que me observaba.
El pánico volvió a aparecer.
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Gracias por haber llegado hasta aquí.
¿Qué os parece la historia?
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El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/
Fanfiction/esto lo escribí en 2014 :( no me juzguen mucho/ Clarie Morgan es elegida como tributo y tiene que convivir con el asesino de su hermana.