Capítulo 5- Sidney.

4.2K 421 42
                                    

Jonh cayó al suelo, con el hacha clavada en el pecho. Me dirigió una última mirada, y susurró.

-Al final si... que has probado la eficacia de... Tus hachas conmigo... -Cerró los ojos. -Clarie Morgan.

Sonó un cañonazo y se me encogió el corazón. Recordé lo que le dije en el primer entrenamiento.

"Tal vez tu seas el desafortunado que pruebe la eficacia de mi hacha"

Lo había cumplido. Y algo dentro de mi murió con él, mi honor, mi orgullo. El Capitolio había logrado lo que quería, había logrado transformarme.

Finnick se levantó del suelo a duras penas, el corte de su pierna parecía profundo. Me acerqué a él para sujetarle, a pesar de que sentía una gran opresión en el pecho.

-¿Con que te han hecho esto? ¿Cuchillo? ¿Espada? -Dije mientras ponía su brazo por encima de mis hombros para ayudarle.

Pero no me contestó. Me giré hacia el y vi que estaba sonriendome.

-¿Qué pasa? -Pregunté, lo más firme que pude.

-Me has salvado la vida.

Sonreí amargamente. No podía dejar que muriera, no ahora que había tomado una decisión.

Llegamos a donde se encontraban Jack y Sidney. Esta ultima estaba en el suelo, malherida. El cadáver de la tributo del 2 estaba en la nieve, aún con la lanza clavada. Miré a sus ojos vacíos y oscuros y me estremecí. Finnick se sentó a los pies de un árbol y yo me arrodillé junto a Sidney. Estaba incosciente, y la di unas palmaditas en la mejilla para que reacionase, al tocarla noté que estaba excesivamente fría, y pálida.

-Eh, Sidney, despierta. -Dije, y ella abrió los ojos y sonrió. -¿Cómo estás?

-Apunto de morir. -Dijo, sin perder su caracterizada ironía.

De pronto Jack se arrodilló a mi lado.

-Yo la cogeré, pero será mejor que nos vayamos de aquí. -Dicho y hecho, cogió a Sidney en brazos.

-¿Y a donde vamos? -Pregunté.

-A la cornucopia. -Respondio Finnick, levantándose del pie del árbol débilmente. -Nos estamos quedando sin provisiones, y Sidney y yo necesitamos algún calmante. A ella no le va a bastar solo con un puñado de nieve.

Asentí.

-Pues vamos.

Después de comer, nos dirigimos a la cornucopia. Avanzabamos con bastante lentitud ya que Jack llevaba en brazos a Sidney, y Finnick tenía dificultades para andar. Sidney estaba muy grave, no paraba de sangrar y apenas comió nada, la costaba respirar y su vida se iba apagando poco a poco, mientras Jack la llevaba en brazos. Pero no la íbamos a abandonar.

Esa noche encontramos una gran roca saliente, y dormimos debajo. Jack se fue ha hacer la primera guardia, y los demás nos dispusimos a dormir. Miré a Sidney en la oscuridad, y estaba tumbada, temblando de frío.

Me acerqué a ella. Tenía un lateral del traje empapado de sangre, y estaba muy pálida. Se había quedado completamente helada y unas gotas de sudor frío resbalaban por su frente. De pronto derramó una lágrima, respiraba entrecortadamente y le costaba mantener los ojos abiertos, y cuando estos me miraban, veía un gran dolor y una gran oscuridad dentro de ellos, una oscuridad que se iba apoderando poco a poco de ella.

-Sidney, tranquila, estoy contigo... -Dije, cogiendola de la mano.

Me dolía verla tan indefensa cuando seguramente era la chica con más carisma que había conocido.

-T-Tienes que ganar... -Los dientes la castañeaban. -Yo ya no podré hacerlo.

-No digas eso. -Pero era verdad. No tenía sentido consolarla, prometerla que se pondría bien.

-Tienes que hacerme un favor. -Dijo.

La miré y esboze una pequeña sonrisa.

-Lo que sea.

-Sal de aquí. Sal de aquí. Y cuando lo hagas, ganales.

La miré, extrañada.

-Gana... Gana la batalla -Hizo una pausa. -Y no solo la de los Juegos del Hambre. -Me presionó la mano y me miró, pero no débilmente, si no con sed de venganza en su apagada mirada.- Gana a ellos, a los que nos han hecho esto, gana a... -Me hizo una seña para que me acercase. Pegó su boca en mi oído. -Gana al Capitolio. -Dijo en un débil susurro.

Y de pronto, su fría mano dejó de hacer presión sobre la mía, su cabeza se resbaló a un lado, y sus ojos perdieron vida.

Sonó un cañonazo.

Jack entró rápidamente en la cueva, alarmado, y se paró en seco al ver lo que había pasado. Salió de nuevo de la cueva con una mirada triste. Miré a Sidney, y una lágrima se resbaló por mi mejilla.

"Gana al Capitolio"

Una mano se posó sobre mi hombro. Finnick. Le miré, y me lanzé a sus brazos. Él me abrazó, acariciandome la espalda, y nos quedamos abrazados esperando el nuevo amanecer.

Las últimas palabras de Sidney no dejaron de resonar en mi cabeza durante toda la noche.

Al despertar, su cuerpo había desaparecido, y el dolor de otra perdida se sumo a las demás en mi corazón.

El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora