Capítulo 11- Todo lo que necesitaba.

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Lucy me ató el cierre del vestido. Era uno blanco, precioso, de palabra de honor, y con el corte por encima de las rodillas. Luego, llevaba una capa blanca transparente atada con un broche dorado, y unos pequeños guantes, blancos también. Todo era blanco.

-Veo que os habéis tomado eso de "La chica de hielo" muy seriamente. -Dije, irónica, pero con un gesto impenetrable.

Después de lo que había pasado después de comer con Finnick, no tenía ganas de ser amable con nadie. Él me veía como a una cría, y probablemente lo fui al pensar que podría llegar a sentir amor hacia mi. Me di cuenta demasiado tarde, y ahora no podía actuar como si todo estuviese bien. También habría que añadir que mañana empezarían los Juegos del Hambre, y eso no provocaba precisamente mi felicidad.

Un peluquero me hizo un moño, y dejó caer dos tirabuzones, uno en cada mejilla. Me puso una especie de brillantina en el pelo, y me maquilló. Marcó bien mis pómulos, me pinto los labios de rosa, y me maquilló los ojos de negro para resaltar el azul. Me veía algo excesiva.

-Estás preciosa, cielo. -Lucy me mira de arriba abajo. -Tienes que sonreír.

-No me apetece fingir, Lucy. -Dije, y de pronto, unos guardias vinieron para escoltarme hasta donde era la entrevista.

Ya allí, no podía estar más nerviosa. Mi pánico escénico se presentó en el momento más inoportuno.

Llamaron al tributo masculino del Distrito 1. Mi aliado. El gemelo de la otra tributo. Oi que se llamaba Jack Sullivan. Interesante.

Intentaba pensar en otra cosa, pero no podía. Las manos me sudaban y las mejillas me ardían, y como cada vez que tenía que salir en público, me empeze a marear.

-Ahora vengo. -Le dije en un susurro a Steve.

Salí de la sala, y me apoyé en una pared. Empezé a hiperventilar. No era buena señal. Solía pasarme antes de que me diese un ataque de ansiedad.

De pronto vi como dos figuras se dirigian a mi. Lucy. Y Finnick.

-No te preocupes, me quedo yo. -Dijo Finnick, y Lucy se marchó.

Me levanté del suelo, donde me había sentado, e intenté andar evitando mirar a Finnick.

-No...Vete... Tu no te quedes aquí. No te necesito, no... -Me apoyé en la pared. Me estaba zambaleando.

Parpadeé un par de veces, y se me amuebló un poco la mente. Lo suficiente para ver como Finnick vino hacia mi. Me cogió por los hombros, y me miró fijamente.

-Clarie, olvida todo lo que te hemos dicho. Olvida todo. No te preocupes por la gente, patrocinadores, o Capitolio, simplemente sal ahí, sé como tu eres, y lo conseguirás. -Me miraba fijamente a los ojos. Pero yo no podía.

-No puedes... -Seguía agitada.

-¿Qué no puedo?

-No puedes decirme antes que... Soy una cría, que te arrepientes de haber intentado besarme y ahora... Decirme esto. ¿A que estás jugando? Tengo sentimientos, por si no te habías percatado de ello.

El me soltó los hombros y dio un paso hacia atrás. Se pellizco un momento el puente de la nariz, parecía sentirse culpable.

-No quería decir eso. Lo siento, Clarie. Estaba enfadado después de lo que hiciste, perdí la cordura totalmente, yo... Pensé que perderias los patrocinadores, y eso marca la diferencia entre vivir o no. No quiero perderte. No ahora que ya... - No acabó la frase. Levanté la mirada.

No sabría decir porque, pero con tan solo mirarle vi que no mentía, que estaba preocupado. Le brillaban los ojos con más intensidad que nunca, y había sinceridad en sus palabras.

Me encantaba su mirada.

Él me encantaba.

-Y por supuesto, no me arrepiento de haber intentado besarte. -Hizo una pausa. -Quiero besarte, de hecho.

Hubo otra pausa, y los latidos de mi corazón eran tan intensos que los sentía en los oídos.

-Pues hazlo. -Dije, seria, pero realmente todo mi cuerpo temblaba.

Finnick me miró, sorprendido, pero se acercó a mi, rápido y decidido, cogió mi rostro suavemente entre sus manos, me miró un segundo con una mirada cargada de  amor, y me besó.

Mi pecho explotó de emoción en aquel instante. El suave contacto de sus labios hizo que una ola de calor recorriese todo mi cuerpo, y le agarré por la nuca. Llevaba deseando aquel momento desde hacía días, aunque no fuese capaz de admitirlo. Poco a poco el beso se fue haciendo más intenso, pero necesitaba eso, le necesitaba a él. Me daba la confianza y seguridad que no sabía que necesitaba hasta que vino él y me la dio, y en esos momentos, en el que los dos eramos simplemente uno, en el que tan solo queríamos beber el uno del otro, fue cuando me di cuenta de que el sentimiento era mutuo, que yo le elegí a él, y él me elegio a mi.

Nos separamos, yo aún sin soltar su cuello ni el mi rostro. Apoyamos nuestras frentes y sonreimos.

También amaba su sonrisa.

-Ahora ve ahí y se tu misma, seguro que con eso conseguirás a todos. -Me soltó el rostro y me cogió la mano.

Fuimos corriendo hasta la sala donde había que esperar. Steve salió de la entrevista.

Mi turno.

Miré a Finnick antes de entrar. Me guiñó un ojo y dibujo un "Tú puedes" en sus labios.

Era todo lo que necesitaba.

El verdadero amor de Finnick Odair. /sin editar/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora