Capítulo 5

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-¡Arriba niña! Venga, pasan de las diez de la mañana –La empujó su madre con mucha energía.

-Mamá, no seas pesada... -Gruñó, con la cabeza bajo la almohada.

-Venga, arriba como todo el mundo... Mira que sois perezosos. Los únicos que han madrugado y han traído churros han sido tu hermano Jaime, Alberto y Marcus...

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Fue escuchar el nombre de sus pesadillas y pegar un salto en la cama, asustando a su madre.

-¡Dios, pero a ti que bicho te ha picado! –Comentó con la mano en el pecho.

-¡Churros! –Disimuló con una sonrisa. En verdad, se había levantado corriendo por que no se acordaba de que habían dormido juntos. Y después de dar el salto, las palabras de su madre eran recapituladas por su cerebro. Él, hacia rato que se había marchado. ¡Diantres! Ni siquiera, se dio cuenta de lo pronto que se quedó dormida a pesar de que se hallara a un metro en su cama. Aún notaba su presencia y la ponía nerviosa-. Ahora bajaré a desayunar.

Se duchó y se puso un corto y fresco vestido, de color amarillo pastel con el biquini debajo. Hizo la cama, y respirando profundamente bajó a la planta de abajo. Allí se encontraba casi toda la familia, aún iban bajando los últimos dormilones. Pero ni su hermano, ni Alberto y Marcus se hallaban allí...

-¡No toquéis aún los churros! –Les riñó su madre a los niños-. Unos cinco minutos más y estaremos todos juntos-. Ir a saltar encima de la cama de los que faltan... -Les animó alegre y traviesa.

-¡Sííí!... –Salieron los pequeños corriendo, en dirección a los dormitorios.

-Mamá, eres cruel -Rió Celia, al ver la sugerencia de su madre.

-En cinco minutos, tu marido está aquí como los demás....

-Eso, eso... -Rió Ana-. Si no montaras juergas por las madrugadas, no tendría tanto... -comentó bromista entre dientes, para que solo la escucharan Celia y Marta, haciéndolas reír.

-¿Me tienes envidia? Mi hermano, tiene cierta edad que claro...

-¡Envidia, no lo creo! No ves la sonrisa feliz que tengo... -Le señaló con sorna.

-¿Y tu Marta?

-¿Y yo qué? –Se hizo la loca, con las mejillas sonrojadas.

-Vamos, no te hagas la tonta –le dio un codazo Ana-. ¿Eres una mujer bien satisfecha?

-Como no va a estarlo, menudo ejemplar que ha pillado... -Dijo Celia.

-¿Ejemplar de qué? –Preguntó Ramón, que aparecía en aquel momento junto a ellas y había cazado las últimas palabras.

-Hola cariño –Lo saludó su hermana, dándole un beso en la mejilla.

-Nada, estábamos comentando si éramos mujeres bien satisfechas... -Empezó a explicar Ana, cuando entraron Alberto, Jaime y Marcus, quienes se callaron de golpe ante sus palabras.

-¡Oye, pero ya estáis hablando de estas cosas de buena mañana! –Se metió con ellas Alberto-. Y luego decís que sí somos nosotros...

-Eso mi vida –Rió Jaime abrazándola-. Diles, diles...

-¿El qué? –Se hizo la loca.

-Pues eso, lo bien...

-Pues precisamente hermanito, ella se estaba quejando –Rió Celia.

-¿Y Marta? –Se escuchó preguntar a Marcus-. ¿Qué os ha dicho?

-Es la que aún no nos ha dicho nada... -Señaló curiosa Celia.

Saga Edificio XIV- Líos De Oficina- Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora