Hijo

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    El hijo único de Joaquina Alexandría no paraba de fabricar plaquetas. Hasta entonces llevaba una plácida vida como maestro hasta el momento justo en que se disparó su cuerpo.

    Primero le dejó la mujer de sus sueños. Se puso a vivir solo. Iba a comer- lo poco que comía-  con sus padres. Los medicamentos lograban mantenerlo en el mundo de los vivos.

    Aquella noche visitó a sus padres. Le dijo a su madre que le agradecía a la ciencia esos 20 años extra.

    No quiso cenar con ellos y se fue a dormir a su piso. El instinto y el amor de su madre le acompañaron para estar a su lado. Se acostó junto a su amado hijo. Era tarde. Al cabo de un rato se levantó y cayó al suelo. Le rogaba a su madre que lo dejara allí, tranquilo, sin moverse. Joaquina Alexandría llamó a su marido. Lo acostaron de nuevo. La madre, veló su sueño, hasta que se durmieron.

    El padre, ya de mañana, fue a despertar a la pareja:- ¡Arriba dormilones! La madre se sobresaltó y llamó a su hijo:- ¿Cómo me he podido dormir?, sollozó.El padre le tocó las manos frías, le acarició la frente fría.

(LAfrontera)

Todos estamos muertos, pero no asustadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora