Parte 5 Deseo de venganza

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No podía juzgarlos, sin importar lo terrible que había sonado esa conversación comprendía perfectamente lo que debían estar sintiendo, Ya había pasado yo por una situación similar.

— Tenemos que movernos cualquier pista o huella que hayan dejado no tardara en desvanecerse — afirmo Owen.

Pero aun teníamos un problema. El silencio que antes se había instalado en el claro había desaparecido y fue remplazado por una serie de quejidos y sonidos guturales.

— No puede ser porque justo ahora — susurre.

— Los disparos los atrajeron — afirmo Demetrio.

— Tu no debes de hablar — lo reprendió Owen.

Dirigí mis manos a mi espalda tomé mi arma y comprobé las balas, por su parte Owen tomo un par de dagas y un arco junto con su carcaj lleno de flechas. Este hombre no dejaba de sorprenderme.

— No sabía que eras arquero.

— Ni yo, pero se me dan muy bien las armas de proyectiles.

Yo aún conservaba el cuchillo de cazador que estuve a punto de utilizar para apuñalar a Owen, pero en este momento no sentía miedo ni me temblaban las manos. Había aparecido en mi un sentimiento que no experimentaba hace meses, un profundo deseo de venganza.

A cada segundo que pasaba escuchábamos los gemidos más cerca hasta que los primeros comenzaron a asomarse de entre el follaje, a pesar de tanto tiempo aun no logro verlos sin sentir algo de repugnancia, no podía distinguir cuantos eran pero por el ruido no deben ser tantos es una suerte si una horda completa nos hubiera invadido poco o nada podríamos haber hecho sobre todo con Demetrio herido.

— ¿Preparada Sofía?

— Si.

Owen tensa su arco y dispara una flecha, golpea en el tronco de lo que fue un hombre, pero este parece no haber sentido nada.

— A la cabeza no seas tonto.

— Ya lo sé.

Su segundo disparo acierta en una "mujer" Owen continúa disparando y derribando uno tras otro, pero suele fallar una o dos veces antes de derribar a uno. Aún siguen emergiendo desde la obscuridad del bosque y cada vez se acercan más, de entre la horda una cosa sale corriendo, sus brazos son muy largos y emite ruidos bastante estridentes.

— ¡Saltador! — exclama Owen.

La cosa salta sobre nosotros, pero yo ya lo estaba esperando. Lo atrapo a medio vuelo, lo estrello contra el piso y le clavó el cuchillo en la frente, volteo a ver a Owen y por un segundo distingo admiración en su rostro. Owen a eliminado a varios, pero aún hay muchos de ellos y se le han acabado las flechas, suelta el arco y toma firmemente sus dos dagas.

— Espero que no haya más irregulares no creo que podamos con ellos dentro de la horda.

Tiene razón los saltadores son muy peligrosos solos y si nos cayeran en sima con comunes cerca podríamos darnos por muertos, nos acercamos con cuidado a la horda y comenzamos a ejecutar a los más cercanos, continuamos así todo lo que podemos, pero inevitablemente nos obligan a retroceder.

Cuando comienzan a rodearnos Owen corre y sierra el contenedor con Demetrio adentro yo continúo matándolos, pero llego al punto de verme superada y corro al lado de Owen.

Hemos dejado atrás el campamento, pero no parecen seguirnos, nos acercamos cautelosamente y desde los arboles podemos ver que cercada 30 de "ellos" han rodeado el contenedor.

La última broma de la naturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora