0.3 Castigo.

33 6 0
                                        


Su cabeza era un infierno. No se suponía que debía sentirse así. Esos pensamientos estaban mal y bien lo sabía. Ser homosexual es un pecado. ¡No podía enamorarse de su mejor amigo! Estaba extremadamente mal. Pero Frank... él tenía la culpa de todo. No debió besarlo, y él no debió dejarse llevar. Y todo esto no hubiera ocurrido si hubiera obedecido a su madre y se hubiera quedado en casa.

Si le contaba a su madre seguro lo castigaría y lo volvería a encerrar en su habitación. Además lo restringiría de Frank, y por más que estuviera enojado con él, no podía dejar de verlo así como así. Mucho menos si ése sentimiento seguía en su pecho.

Con toda determinación limpió las lágrimas de su rostro y se dirigió a la habitación de su madre. Si no iba a dejar que su madre lo castigue, Gerard lo haría por su cuenta. Buscó entre las cosas de su madre aquel estuche de costura al que tanto temía cuando era apenas un niño. Cuando lo encontró, tomó la aguja más grande que encontró. Volvió a dejar todo en su lugar y salió lo más rápido posible de esa habitación que tanto le perturbaba.

Se encerró en el baño. Comenzó a acariciar su piel con la aguja. De inmediato sintió el filo de ésta serpentear por su piel. Sintió escalofríos, aquella fobia nunca se iría. Con decisión levantó la aguja para dejarla caer en su antebrazo izquierdo. Ahogó un gritó de dolor, sintió que alrededor de donde enterró la aguja escocía. Repitió la acción una y otra vez hasta que no pudo con el dolor. Ignoró las lágrimas que bajaban lentamente por sus mejillas, no importaba cuánto doliera, era eso y más lo que se merece.

Mañana iría a casa de Frank y le mostraría lo que se hizo por su culpa.

Se sentía muy bien hacer el bien. Y Frank también tenía que aprender.






Assasain's bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora