Alice le dirigió una mirada interrogante.
-¿Qué hacemos aquí?
-Buscamos un lugar seguro en el que puedas instalarte -respondió él con tranquilidad, y se puso en marcha.
-¡Espera! -Le tironeó de la chaqueta-. ¡No puedo quedarme aquí!
Ashton se detuvo y lanzó un suspiro. Sabía que aquel momento llegaría. Se armó de paciencia y la miró a los ojos. Esperaba que ella comprendiera el porqué de aquella situación.
-Es perfecto, nadie podrá imaginarse jamás que tú estás aquí; es precisamente lo que necesitamos.
Alice sabía que los argumentos que Ashton le estaba dando eran válidos, pero en su cabeza no lograba concebir que él y ella pudieran llegar a convivir bajo el mismo techo; mucho menos después de lo que había sucedido en la habitación de su casa. Era simple: no podía aceptar.
-No puedo; no puedo vivir aquí contigo -dijo por fin.
-¿Por qué no? -Preguntó él mientras dejaba la maleta en el suelo-. Es un lugar que no llama mucho la atención; hay suficiente espacio para que podamos convivir sin ningún problema y, además, a Sam le encantará tener un poco de compañía femenina.
Alice frunció el ceño.
-¿Sam?
-Sí, ya lo conocerás -dijo y sonrió de oreja a oreja-. Subamos y discutamos el asunto mientras comemos algo. No sé tú, pero yo vengo hambriento.
Volvió a recoger la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio mientras Alice continuaba de pie en el mismo lugar. Aquello no podía estar sucediendo, debía hallar una solución y marcharse cuanto antes.
-¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? -le preguntó él mientras entraba.
Alice se cruzo de brazos para contrarrestar la rabia que estaba sintiendo. Había aceptado ayudarle y dejar que le buscara un lugar donde quedarse por su propia seguridad, pero nunca había esperado que él la llevara a su casa. Podría haberse quedado atornillada allí hasta que el sol que caía directamente sobre su cabeza terminase por asarla y demostrarle así que no estaba de acuerdo con lo que pretendía hacer; sin embargo sospechaba que él era capaz de dejarla allí; sabía que tarde o temprano, acabaría por ceder. Comenzó a avanzar pesadamente hacia él y cuando lo alcanzó junto a la puerta Ashton se mordió el labio inferior para contener la risa.
-Qué bueno que hayas comprendido lo que es mejor para ti.
Cuando ella lo miró, sus ojos castaños despedían chispas de cólera.
-Todavía no está dicha la última palabra -respondió secamente.
Caminaron hasta un montacargas enorme que funcionaba como ascensor y él le cedió el paso. Ella entró y se recostó contra la pared en el lado opuesto a Ashton. Tenía la vista clavada en el techo y evitó tener contacto visual con él en todo momento. Segundos después, el ascensor se detuvo y él salió primero. Alice echó un vistazo al pasillo, aquel lugar parecía demasiado solitario.
-¿Hay otros inquilinos aparte de ti y del tal Sam? -preguntó mientras caminaba detrás de él.
-Solo hay cuatro lofts en el edificio, solo tres están habitados. Te van a encantar mis vecinos. -Se detuvo y le señaló una de las dos puertas que había en aquel pasillo-. Allí viven Mónica y Jessie, con la pequeña Priscilla; en el tercer piso, viven el señor y la señora McKey y sus cinco gatos. Ya irás conociéndolos a todos.
Según sus palabras, Ashton esperaba realmente que aceptara quedarse en aquel lugar. Sería mejor hablar en serio con él y hacerle entender que aquello no era más que una locura.
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No Me Olvides
Teen FictionUna historia que se resume en dos palabras: misterio y amor.