Capítulo 30

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Alguien más tenía un sueño esa noche. La misma brisa fresca golpeaba su rostro escondido entre las sombras de aquellas cuatro paredes. Desde su lugar podía verlo muy bien. Comenzó a sudar frío. La habitación abandonada en la que estaba, de repente, le pareció demasiado pequeña, como si lo asfixiara.

Con una mano sostenía los binoculares y con la otra se secaba el sudor que le caía sobre la frente.

Su corazón se detuvo dentro de su pecho cuando la vio, de pie junto a la puertaventana.

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Alice observaba a Ashton, que hacía su rutina de ejercicios, desde la puertaventana que daba a la terraza. Él estaba de espaldas y no había notado su presencia.

Sus ojos castaños se posaron en los músculos de sus brazos mientras elevaba una de las mancuernas por encima de su cabeza. Un temblor la recorrió de arriba abajo; esos mismos brazos que le habían hecho estremecerse cuando hicieron el amor, luego habían sabido reconfortarla cuando ella había necesitado de su consuelo.

Recorrió su espalda sudada con la mirada, parecía una armadura dorada que brillaba a la luz de la luna. Sus músculos se tensaban y se aflojaban al ritmo de las pesas que subían y bajaban. Se quedó hipnotizada por aquel movimiento y una ola de electricidad la sacudió y serpenteó a través de su cuerpo desde la cabeza hasta la punta de sus pies.

Con andar tembloroso se acercó hasta él y cuando las pesas se detuvieron en el aire supo que Ashton, por fin, había notado su presencia.

Él se dio la vuelta y la miró. Algo ardió en sus ojos cuando los posó en los de ella.

Alice se aproximó aun más y se sentó en la banqueta, sus rodillas solo estaban separadas por un par de milímetros.

Él apoyó sus manos sobre sus piernas desnudas. El cuerpo de ella temblaba y ardía de necesidad al sentir el tacto de su piel áspera contra la suya.

Buscó su boca y sus lenguas se encontraron. Ashton deslizó sus manos hacia arriba y comenzó a acariciarle la espalda por debajo de la ropa. Comprobó que no llevaba sujetador y de inmediato le rodeo un pecho con la mano. Alice se arqueó contra él mientras enredaba sus dedos en la mata del cabello rizado y sudado.

Ella se separó un poco y lo miró a los ojos. Sabía que aquella mirada, tan intensa, reflejaba el mismo deseo que había en los suyos.

Se quitó la blusa con movimientos lentos y la arrojó por el aire. Cuando Ashton apoyó las palmas abiertas sobre las montañas en llamas que eran sus pechos, Alice creyó que algo había explotado en su interior. Arqueó su cuerpo hacia adelante, elevo la cabeza hacia el cielo y le ofreció a Ashton lo que él más anhelaba.

Luego llegaría su turno de tomar posesión. Cuando la boca de él se cerró sobre uno de sus pezones, ella se sacudió en pequeñas convulsiones. Sus manos bajaron hasta el cinturón de los vaqueros y, en un segundo, logró quitárselos. Él se movió un poco para que ella pudiera bajarle los pantalones y llegar a su objetivo. Ashton dio un salto cuando la mano de Alice rodeó su miembro erecto. Él la besó con furia y ella respondió con el mismo fervor.

Su mano seguía atormentándolo sin piedad y entonces, él deslizó las suyas por sus costados para alcanzar la redondez de sus caderas hasta encontrar la fuente de su ardor. Ella dejó escapar un gemido y se movió hasta montarse encima de él. Sus piernas pronto se enredaron alrededor de la cintura de Ashton.

Lo sujetó del rostro y lo incitó a que la besara nuevamente. Comenzó a frotarse contra él, primero con movimientos lentos, hasta perder el control total de su cuerpo que se sacudía con violencia al ritmo del suyo.

Cuando por fin él la poseyó, Alice exhaló un leve grito. Sus dedos se clavaron en la espalda poderosa de Ashton, sus cuerpos unidos eran una explosión de vibraciones.

Ella le besó el rostro hasta que se detuvo en su boca. Sabía que los labios entreabiertos de Ashton anhelaban los suyos, pero debía esperar para tenerlos otra vez.

—Alice... —balbuceó, preso de la pasión.

Ella le acarició la boca con la yema de su dedo pulgar.

—Dímelo. Repíteme lo que me has dicho esta mañana. Quiero volver a escucharlo.

Ashton pasó su lengua por su labio inferior.

Te amo.

—Dilo otra vez —le pidió mientras le daba besos ligeros en el cuello.

—Te amo, te amo Alice Carmichael.

Lo miró a los ojos. Aquellos ojos verdes y poderosos que le traspasaban el alma.

—Yo también te amo, Ashton Rochester.

Sus cuerpos aún seguían unidos, como si ya no pudieran separarse nunca más. Ashton la besó con ternura y acarició la piel sedosa de su espalda y de sus hombros mientras ella le susurraba al oído, una y otra vez, lo mucho que lo amaba.

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Sus manos huesudas apretaban con fuerza los prismáticos. Podría haber cerrado los ojos y haberse evitado la escena que acababa de presenciar, pero sabía que su corazón habría sangrado de todos modos. Ella lo había traicionado y su corazón había sido pisoteado y humillado sin compasión.

Se crispaba de solo pensar que la había tenido tan cerca y que podría haberla tocado con solo estirar su mano, pero no había tenido el valor suficiente para hacerlo. Su reencuentro, después de cuatro años, se merecía una ceremonia especial; un momento que ambos recordasen aun más allá de la eternidad.

Ashton Rochester se había atrevido a profanar su cuerpo, aquel cuerpo angelical que estaba reservado solo para él. Le temblaba la mano cuando acarició el nudo celta que llevaba tatuado junto al corazón.

Él se ocuparía de borrar las huellas que aquel hombre había dejado en su piel, su amor puro lograría arrancarlo definitivamente de su vida.

Ali debía entender que no había cabida para otro hombre en su vida y en su corazón.

Si aquel hombre no comprendía que Ali le pertenecía y que su destino era estar junto a él más allá del tiempo y de toda razón, entonces, terminaría pagando con su propia vida.




HEY!

Bueno creo que hasta aquí llego el detective Rochester... 

Gracias por leer, no olviden votar :)

All the love. V

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