Corintios I: Un Sueño de Sol

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CORINTIOS


El olor a antiguos libros y pergaminos inundaba el aire ya viciado. Ahí se encontraba Corintios, quien se tambaleaba de lado a lado por la mala distribución de su peso. Sus ojos azules se hallaban cansados por la lectura, uno de sus ojos era exageradamente enorme y el otro era normal, de color azul claro como el cielo, en la testa de la cabeza le crecía una maña de cabello rubio casi blanco, su labio estaba estirado del lado derecho y la gigantesca joroba le picaba por culpa de la túnica. Estaba toda húmeda en sudor y caliente pues hacía mucho calor debajo de la Gran Basílica de Helio y en la biblioteca subterránea un calor de los infiernos.

A veces, Corintios Galvatorix deseaba que el sol se ocultara por unas semanas para que refrescara el lugar. Lo pensaba y lo decía a veces en voz muy baja pero seguramente esa blasfema le habría resultado en varios azotes.

La mayoría de las veces se la pasaba desnudo recorriendo la biblioteca, enfocando su tiempo en leer y en re-escribir los libros ya deteriorados por el tiempo. Pero ese día no podía darse el lujo de estar desnudo, había una hermana en la biblioteca leyendo el libro que Corintios había escrito unos meses atrás: "Ensayos de la Vida de los Helios Santos."

Corintios había repasado ese libro un par de veces para divertirse y cada vez que leía la palabra Helio se tomaba un trago de vino del Sol.Y cabía mencionar que la palabra Helio aparecía al menos en un capitulo unas cincuenta y cuatro veces, entonces terminaba borracho antes de finalizar.

Muy pocas veces las hermanas jóvenes bajaban a la biblioteca, por lo general solo las más viejas bajaban a leer o a tocarse sus partes cuando nadie les veía. Las hermanas jóvenes se quedaban arriba y las mandaban a recorrer el reino y las más hermosas cantaban en los coros de La Basílica, pero esta chica era diferente, era hermosa, de cabello pelirrojo como el cobre y ojos azules como el cielo, tenía las mejillas rosadas por el calor con pequeñas pecas, su cuerpo había comenzado a desarrollarse poco a poco, los senos se le ceñían por el húmedo atuendo blanco de las hermanas cálidas.

Pero Corintios era el único que había visto ese hermoso par de senos cuando una oleada de calor azoto Heliokratos, y ella se dejó los senos al descubierto de su habito mientras nadie la miraba, excepto por Corintios, quien ahí se encontraba, todo el tiempo ahí estaba.

Corintios había aprendido que era el mejor lugar para esconderse del mundo refugiado en la biblioteca donde nadie querría molestarle. Un lugar donde tuviese paz y nadie que se riese de él. Sumergido en las vidas y obras de los que le precedieron; "Memorias de la Conquista de Auror, por Helios Alexus el primer Hijo del Sol", "Manual de Arquitectura de Los Castillos del Norte", "Historias y Mitos de Burgundilia." "Clarise Wyvern la magisdraga original", "Juicio a Garrett Blackstroke", "Ensayos de Química de las tierras más allá del océano de jade". Todos eran libros que le mostraban a Corintios una vida más allá de las gruesas paredes de la biblioteca.

Pero durante las últimas semanas aquella chica se había vuelto su única compañía, aunque Corintios aun no se mostraba ante ella, no necesitaba mostrarse ante ella aun, estaba reuniendo el valor, "uno no puede ver un zorro y acariciarlo de una vez, porque huye, tienes que dejarle que se acostumbre a ti antes de acercarte", si Corintios aparecía y hablaba con ella, seguramente la asustaría y no volvería a la biblioteca, y el solo verla hacía mejor los días de Corintios.

Él dejaría que transcurrieran los días o hasta los meses y luego hablaría o al menos se dejaría ver por ella. Pero aun no era el momento, aun no estaba listo para acercarse a ella.

En las noches fantaseaba con ella, claro que, en sus sueños Corintios era alguien más, alguien más normal. Un hombre de dos metros de alto, con los ojos azules del mismo tamaño caminando erguido con un amplio pecho sin la joroba ni tambaleo al caminar. Y cuando se la imaginaba ella estaba tirada en medio de la calle adoquinada de Heliokratos mientras él montaba su grande y blanco corcel para ayudarla a subir e ir galopando hasta las tierras más allá del Mar de Jade.

ERA OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora