ERA OSCURA

La Señora del Nido de las Manticoras

Nayae

Fue tan rápido que no recuerda como paso, El rostro congestionado de John desgarrándose la garganta para respirar. Todos observándolo aquel rostro de tomate maduro con las lágrimas escurriéndole por los oscuros ojos. Y la papada saltarina de ese hombre, Nayae no estaba triste pero tampoco estaba feliz, estaba asustada. El rostro de todos en el banquete parecía un horror. La chica en su hermoso vestido blanco, tapándose los labios con la palma de la mano. Los gritos de las mujeres crecían, las doncellas, las sirvientas, las invitadas de Lord John y sobre todo los gritos de Lyanne. Nayae se hizo a un lado y la copa de oro choco con su zapatilla. Aun quedaba un poco de aquel líquido en la copa. Subió rápido la mirada hacia los invitados Verona estaba impactada pero tanto su madre y como su padre el mismísimo Joras Leslia estaban inexpresivos. Julia era mucho más grande que Joras, pero si a alguien temía Nayae mas que a su madre era a su padre, aquellos ojos azules como el cielo y el cabello rubio como hebras de oro. Nayae lo observaba pensando en lo que haría a continuación si hubiese sido él el que hubiera envenenado a su prometido se lo hubiera dicho en persona.

No hace poco que había recibido el primer beso como esposa en la capilla de illis, habían jurado ante ella y los dioses anteriores que se pregonarían amor y solemnidad. Los besos de John eran torpes y primerizos. Y se ponía duro cuando la tomaba de la mano, hasta se sentía incomoda pues los pechos de su prometido eran mas grandes que los suyos. John se había ganado la lotería sin haber entrado y por eso debía pagar. Pero el tiempo previo a la boda fue preciado para ella, John podría no haber sido galante ni bien parecido pero tenía un buen y gran corazón, era listo y atento con ella y con su gente.

Su pasión era el laúd y lo tocaba como un profesional componiendo canciones de amor y de princesas las cuales se las dedicaba a su hermosa prometida, noche tras noche y en el desayuno le dejaba un verso de un poema que escribía en su tiempo de ocio. Las veces que había hablado con él habían sido muchas pues buscaba una escusa para buscarla también. Pero aun así, lástima que era un obeso de cabellera negra, Nayae no sentía por él absolutamente nada, sabía que la habían vendido a la casa Blackstroke, pero porque tendría que conformarse con algo como él. ¿Por un título nobiliario?, Era una Leslia y John lo había olvidado, ninguna mujer quiere a un hombre sensible como él si pueden tener a un semental. Nayae solo lamentaba de que no la hubiera desflorado para poder estar ya con Petruccio en las noches.

Pero había muerto, su padre Joras había prometido a la casa Blackstroke una esposa para su señor a cambio de un acceso a las rutas comerciales del sur, La sorpresa que se llevaron fue cuando se dieron cuenta que aunque Nido de Manticoras era un gran castillo y tenía a muchos aliados. Era un paria para el reino de Kalos. Los Blackstroke cargaban con la maldición familiar y el castigo de vigilar las puertas que conectaban Kalos con el Bosque Agonizante para que las brujas no entraran. Aquella noche se reunió con sus padres en las habitaciones de Nayae, sentados sobre cómodas sillas y una mesita con bocadillos de la boda y unas cuantas copas para el vino que estaba sobre la mesita , sentados ahí se encontraban Verona y su madre Julia mientras Nayae sentada en la cama y su padre recargado en la chimenea. Mientras movía los leños con un fierro.

--¿Padre acaso tu lo has...?—preguntó con timidez Nayae.

--¿Qué si lo he matado?, Nayae, a eso te refieres a que si he matado a ese bastardo de Blackstroke, si es así pregúntalo como es debido eres una Leslia de puerto Stalion por el amor de Helio. Y aunque ya no estemos en el puerto y vivamos en Heliopolis con el resto de la nobleza seguimos recordando...

--Padre si lo has hecho tu no se si debo disculparte o agradecerte, la sola idea de tenerlo a mi lado me resultaría...--decía Nayae tratando de sonar diferente, pero ser sínica con su padre era lo peor que podía hacer, su padre ni siquiera intento de prestarle atención pero su madre no cometió el mismo error.