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Había transcurrido el tiempo exacto y suficiente de prueba para la Señorita Elena Parks.

Lo bueno de ser el dueño de todo este imperio era que ya sabía el veredicto. Sabía que ella seria la nueva jefa de maquinarias de mi empresa. Aun así había tomado la decisión de no ser yo quien se lo comunicara, si no mi asistente Sally. Había demostrado demasiada atención hacia ella que no quería que esto se volviera sospechoso, al fin y al cabo tenía que comportarme como un empresario decente.

Entra un e-mail a mi casilla de correo electrónico. Automáticamente lo abro.

¡Por supuesto! ¡Lo había olvidado por completo!. Ese mensaje era un perfecto recordatorio de la cena de aniversario de la empresa la cual se realizaba este viernes en el hotel Hilton.

Hacia un mes que tenía todo programado y organizado pero por algún motivo la frustración de la elección a un empleado como jefe de maquinaria y la aparición de la Señorita Elena Parks había dado un giro inesperado a mis asuntos laborales que lo había olvidado por completo.

Si, ya había transcurrido un mes y me sorprendía a mi mismo verme tan distante y precavido con respecto a la señorita Elena Parks, ya que cuando conocía a una chica atractiva no paraba hasta conseguirla pero por supuesto no iba más allá que eso, nunca sería nada serio ni formal. No era de esa clase de hombres que se lía a la primera mujer que les gusta. Era un hombre libre. Aun así tenía una regla muy estricta con respecto a mezclar lo laboral con lo personal.

¿Pero de verdad esta vez no mezclaría las dos cosas? ¿De verdad cumpliría esa regla?

No lo sabía. Durante todo este mes lo único que hacía era observarla algunas veces como trabajaba y ello me recordaba lo atractiva que era pero nada más, esto no se volvió nada sentimental ni serio. Para mí, era solamente una atracción física.

Llamo a mi asistente. Le comunico la cena de aniversario para que se lo comunicara a toda la empresa.

Y aun así no dejaba en pensar en ella. Si iría o no. Esto me estaba aterrando, muy en el fondo mi alma oscura estaba aterrada ante la idea de que todo esto se volviera algo más. Pero no. Era yo, el hombre exitoso, controlador e incluso egoísta. No permitiría que esto se fuera de mis manos.

La semana había transcurrido como cualquier semana laboral. Sumamente agobiante. Sin embargo hoy era la cena de aniversario de la empresa y eso implicaba distraerme por un rato y olvidarme de los asuntos laborales, y también.... Ver a la Señorita Parks.

Salía de la sala de reuniones y me dirigía a mi oficina presidencial la cual me mantenía estable las veinticuatro horas del día. En ese instante la veo a la Señorita Elena Parks junto a Sally hablando de algún asunto laboral seguro. Aprovecho aquel instante para acercarme a ella. Para que me vea. Para hacerla sentir algo al menos, ya que siempre que entablábamos una conversación ella se mostraba tensa y nerviosa y por alguna razón me gustaba aquel efecto que ejercía sobre ella.

Me acerco al mostrador.

-Buenos días Sally podría luego mantenerme al tanto de mi agenda laboral por favor. – noto que ella me mira de reojo.

-Sí Señor, claro.

Ella no decía nada, se mostraba tensa y sorprendida. Justo lo que quería, pero aun no quería irme.

-Ah y luego dígame cuando tengo la reunión con los asuntos corporativos de la empresa.

-Desde luego señor. – Responde algo nerviosa también.

Miro a la Señorita Parks. Aquel atuendo que llevaba le sentaba bien, un atuendo como cualquier empresaria o jefa de maquinaria, era incluso mucho mejor que lo que llevaba puesto la primera vez que la vi. Su vestido de encaje negro con una mezcla de azul era lo que resaltaba sus ojos color miel y desde luego una cola de caballo.

-Hola Señorita Parks.

-¡Oh! Hola Señor Hamilton – Me mira tensa, e incluso no me mira, no puede mantener la mirada en mis ojos... acaso soy ¿intimidante?

La observo por un minuto.

-¿Vendrá hoy? – pregunto.

Noto que se tensa aun mas e incluso mi asistente parece sorprendida, no aparta los ojos de nosotros ¿Es que acaso no sabe disimular? Si desde luego que les parecerá raro que el dueño de la empresa hable con la jefe de maquinaria de ese modo pero al fin y al cabo soy un hombre hablando con una atractiva mujer.

-¡Oh! Pues, claro – sonríe con nerviosismo.

-Bien. – digo serio aunque me hubiese justado sonreír.

-Hasta luego Señorita Parks.

-Hasta luego Señor Hamilton

Entro en mi oficina satisfecho.



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