20.

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-¿Qué te parece si dejamos la habitación blanca y luego de que nazca lo pintamos del color acorde a su sexo? – pregunta entusiasmada.

Miro a mí alrededor, una habitación grande prácticamente vacía llena de luz proveniente de la ventana que daba a un estrecho balcón. Aquella habitación completamente blanca daba la impresión como si estuvieras en el cielo, era relajante...

-¡Elliot! – interrumpe mis pensamientos.

-¿Si? – digo dirigiendo mi atención hacia ella.

-No estás oyendo nada de lo que dijo ¿Verdad? – pregunta cansada.

-No, Em., si – murmuro rápidamente – Pienso que es una gran idea solo que...

-¿Qué? – dice colocando los ojos en blanco.

-Solo que me has hecho comprar dos tarros enormes de pintura – contesto exasperado.

-¿Si...? – dice sin comprender.

-Dos tarros enormes, ¡Dos tarros de distinto color!

-Si bueno, el lila por si es nena y el verde por si es varón. –Contesta satisfecha.

-¿Acaso no te gustan los colores normales para la nena y el nene, me refiero al... rosa y azul?

-Nah, -dice volteándose hacia la pared blanca- no me gusta lo común – agrega- pienso que mi hijo o hija va a ser único – me dedica una sonrisa.

-Hijo... - murmuro.

-¿Perdón? ¿Has dicho algo? – pregunta distraída.

-No, es solo que... me sobrara un tarro enorme de pintura.

-Si... - contesta sin darle importancia.

-¿Qué se supone que debo hacer con eso? - pregunto alterado.

-No lo sé... pinta la sala de juegos ¡Que se yo! No es de mi importancia ahora – articula mientras toma medidas con el metro.

-Claro porque me encantaría pintar la sala de juegos de lila – coloco los ojos en blanco.

Ella deja el metro, cansada y se voltea hacia mí.

-¿No entiendo porque siempre das por sentado que será un varón? – Tras decir eso vuelve a sus tareas sin esperar respuesta – Yo creo que será una niña –agrega.

Sonrió al verla. Tan concentrada en sus deberes, en su trabajo. Hace tiempo atrás nunca hubiese creído que esto fuera posible pero ahora ocho meses después del secuestro ella como siempre una luchadora, esperaba a su hijo.

-Cariño, ven... - la sostengo por la cintura – tienes que descansar, no puedes esforzarte así.

-¡Estoy embarazada! ¡No enferma! – protesta en forma de respuesta.

-Lo sé, pero estas cerca de la fecha podrías tener a nuestro hijo aquí mismo. –dijo mientras le saco el metro de la mano y la acerco a mí.

-Hija – musita.

-De acuerdo, Hija. – Digo sonriendo.

Ella no me miraba, seguramente su mente se encontraba absorta sobre todas las cosas que tenía que hacer por la habitación, sin dejar de lado el trabajo.

-Hey... - digo suavemente mientras su rostro se gira hacia mi – Te amo – sonrió.

Ella sonríe, despejándose de todo.

-Yo también, te amo – me besa.

Luego de aquel beso, dulce y apasionado al mismo tiempo ella me sonríe, con su sonrisa pretenciosa.

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