T R E S

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Te presento al deseo:
   Esa sensación de necesitar algo o a alguien con desesperación, aunque esta este prohibida. 


Cuando Nickolas comenzó a escribir en la pizarra, Gema creyó morir. Relamió sus labios, se cruzó de brazos y los recargó sobre la pequeña mesa, inclinó su cuerpo hacía adelante y centró la mirada en el redondo, grande, y apretujable trasero de su profesor.

–Se dará cuenta, basta –Cassie paso su mano frente al rostro de la pelinegra.

Entre amigos, mirar no era pecado. A Cassie le daba igual si su amiga miraba, tocaba o mordía, siempre y cuando ella estuviera enterada de todo.

Gema hizo una mueca apartando la mirada de Nickolas, volvió su cabeza hacía Cassie justo cuando el pelirrojo se giraba para conversar con William. Tayler, quien se había mantenido al margen de la situación, torció el gesto, cosa que no pasó desapercibido por Gema.

–¿Y a ti que te ha picado?

–Solo recordé que tienes novio –esas cinco palabras taladraron el alma de Gema.

–No exageres, mirar no daña a nadie.

–Así empiezan –susurró el metro ochenta clavando la mirada en sus ojos.

–Ya olvídenlo –Gema resopló y los tres, aceptando y respetando lo que había dicho el otro, comenzaron a escribir.

–Me pregunto que edad tendrá –murmuró mordiendo la tapa del lápiz, que estaba sujeta a la parte trasera del mismo.

–Más que tú –dijo Tayler soltando una carcajada.

–Cállate, tú si sabes cagar momentos–le sacó la lengua y él imitó la acción.

–Chicos...

–¡Para que preguntas estupideces!

–Chicos...

–¡No te lo pregunte a ti!

–¡Lo hiciste al aire, así que cuenta!

–¡Cierra la boca!

–¡Silencio! –se les atascó el aire –ustedes dos, ¿ya escribieron? –Nickolas se cruzó de brazos y les miró con fingido enojo.

«¿Quién podría enojarse con esa chica?» se preguntó a sí mismo.

–Ajá –contestaron a la vez sin importancia, o al menos, es lo que Gema hizo ver.

–En ese caso, cierren la boca –sin querer mirar más a la pelinegra, se dispuso a centrar su atención en el resto de la clase.

Gema infló las mejillas frustrada, recargó la barbilla en la palma de su mano y observó el paisaje a través de la ventana. Le encantaba observar el árbol en el patio central, este era grande y tenía muchos años, pero sus hojas eran glamurosas, y al verlas caer y volar junto al viento, tus problemas se iban con ellas. Estaba en esos momentos de reflexión cuando sintió un par de miradas. Giró el rostro lentamente para encontrarse con todos mirándole, algunos hacían muecas extrañas y otros parecían tener serios problemas de digestión.

–Di presente –susurró Cassie volcando los ojos de manera exasperada.

–Ou, presente.

Nickolas levantó la cabeza y su mirada voló hacía el asiento de la última fila.

–¿Gema Anderson?

La pregunta para algunos tal vez fue para corroborar si estaba presente, pero para Nickolas, se trataba de saber el nombre de la chica que le había robado el aliento y, no de una forma romántica. No, Nickolas se estremecía de solo pensar en acariciar su cuerpo, pero lamentablemente era su profesor y era ocho años mayor que ella. Negó con la cabeza cuando Gema asintió a su pregunta, bajó la mirada y continuó pasando lista.

Al salir de clases, corrió a entregarse a los brazos de Aiden. El castaño de ojos mieles la esperaba ansioso por llevarla a ver una película, pero nada ni nadie aparto a Nickolas de su cabeza.

Al día siguiente los tres amigos se arrastraron a la primera clase con el cuerpo por el suelo. Gema tenía puesto un vestido sencillo y bonito, acentuaba sus caderas y sus cortas pero suaves piernas secaban la boca. Cuando Nickolas salió de la sala de profesores con una carpeta en la mano y la vio cruzar junto a su grupito se quedó mudo un par de segundos.

«Que extraño» pensó negando de un lado a otro «Que sed». Ofuscado, tiró de la corbata que rodeaba el cuello de su camisa, y regresó a la sala de maestros por su botella con agua.

–Llévame en brazos, te lo suplicó. Me duele todo– Gema, quien desconocía los morbosos pensamientos de aquel pelirrojo, lloriqueo hacía su amigo quien negó de un lado a otro con la cabeza.

–Yo estoy más adolorido.

–Ni que un negro te hubiese penetrado –se quejó volcando los ojos.

Tayler la fulminó con la mirada y de reojo miro a Cassie, esa señal le dio a Gema la idea de que su amigo tal vez, solo tal vez, sintiera algo por ella. Pero la verdad detrás de esa mirada era algo más retorcida que esa.

Cuando entraron en el salón y tomaron asiento en sus respectivos puestos, todo iba de maravilla. Pero entonces unos tacones resonaron por sobre las voces de sus compañeros. Poco a poco se callaron dejando ver a una mujer de unos veinticinco años verdaderamente hermosa. Su cabello era castaño, sus labios tenían un color rojizo intenso y sus ojos verdes llamaban enseguida la atención. Ignorando, claro, su voluptuoso cuerpo. Cargaba con un bolso negro el cual dejó sobre la mesa cuando tomó asiento.

–Cierren la boca y presten atención. Mi nombre es Cloë James, seré su profesora en práctica –sacó un libro del bolso y sonrió con aparente seriedad, pues, minutos antes, su novio le había follado la boca –esto es historia, así que deberán tomar muchos apuntes... –todos guardaron silencio– no veo sus cuadernos –canturreo.

Un alumno de la primera fila levantó la mano para pedir la palabra. Clöe resopló a sus adentros y, volcando los ojos, asintió dándole el permiso para continuar.

–¿Y el profesor Damon?

–Tomando una siesta –dijo con burla recorriendo el salón con la mirada curiosa.

Gema, que en ese momento hacía una mueca, sacó el cuaderno de la mochila y lo lanzó sobre la mesa con brusquedad. Esa mujer actuaba como si fuera mejor que todos y, por alguna razón, esta le recordaba a Nickolas.

Después de darle un par de vueltas llego a la conclusión de que: Ambos eran hermosos pero también eran seres fríos y de seguro, incomprendidos.

–Me enamoré.

Belle petite [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora