D I E Z

1K 67 6
                                    

Cuando Nickolas se fue junto a Clöe, Gema salió corriendo por las escaleras de emergencia. Al salir no supo donde se encontraba, pero por suerte, un taxi se detuvo a dejar un pasajero. Corrió hacía el y se subió contando el dinero que le dejó Nickolas, el cual era uno considerablemente excesivo.

Durante el trayecto comprendió que el dinero estaba bien, al parecer ambos vivían muy alejados. Se entretuvo mirando el paisaje a través de la ventana y, entre ideas y recuerdos, las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, de a poco, sin prisa. Cerró los ojos y apretó con fuerza los labios, intentando controlar el sollozo que luchaba por salir.

Al llegar a casa, limpió su rostro con las mangas de su chaqueta y arrastró su cuerpo con desganó hasta la entrada, pensó varias mentiras para explicarle a su padre porque llegaba tan tarde. Tocó dos veces la puerta, pero nadie atendió. Confundida, sacó la llave debajo del tapiz sin que nadie la viera y abrió la puerta, subió corriendo aprovechando de que su padre, al parecer, no estaba en casa. Una hora después llegó con dos bolsas en cada mano y la saludó como si nada.

–¿Dónde has estado? –Gema frunció el ceño al verlo tan campante.

–Con una amiga, metiche.

–Amiga se le dice ahora –acotó con sarcasmo recibiendo una fulminante mirada de su padre.

Después de cenar, alistó sus cosas para mañana y revisó el horario. No tenía francés, lo que hacía más difícil acercarse a Nickolas para decirle que el móvil se había quedado en su apartamento.

–¿Y ahora qué hago? –frustrada, revolvió su cabello y se dejó caer en la cama. Gruñó y cerró los ojos dejándose llevar por la suavidad del colchón.

Al día siguiente se apresuró al alistarse para llegar más temprano y así encontrarse con Nickolas sin tener que soportar muchas miradas curiosas sobre ellos. Lo que era muy probable porque la mayoría sabía muy bien de quién era novia.

Después de meter dinero en su bolso para comprar comida en la cafetería, miró por el rabillo del ojo a su padre sacando el auto. Casi nunca se iban juntos, más por ella que por él, pero esta vez decidió ahorrarse el dinero del autobús y salió corriendo para subirse en el copiloto.

–¿Qué te ha picado? –el hombre bigotudo y con una notable ponchera, le enarcó una ceja.

–Examen a primera hora.

–Típico –volcó los ojos divertido recibiendo un golpe en su brazo.

Gema encendió el estéreo y ambos tararearon canciones hasta estar a unas cuadras del instituto.

–Déjame por acá –Gema se quitó el cinturón y se apegó a la ventana para ver bien.

–Hija... Ya van dos años con lo mismo. Te dejaré en el instituto.

–Papá, es por ambos que hago esto. Si nos ven llegar juntos pondrán en duda mis calificaciones y tu autoridad –con esas sabías palabras la morena le dio un sonoro beso en la mejilla a su padre –estoy muy orgullosa de tu trabajo, no pienso darte problemas –cuando le auto se detuvo, se bajó colgándose la mochila al hombro, cerró la puerta y se despidió de su padre con un casto movimiento de mano.

Al llegar al instituto se topó con algunos chicos afuera, fumando y bromeando entre ellos. Decidida, al reconocer a uno de ellos como su compañero de clase, se apresuró a llegar a su lado.

–Max ¿Qué hora es? –el susodicho se giró a mirarle y, levantando su móvil con la pantalla hacía ella, lo desbloqueo dejando ver que faltaban quince minutos para que tocaran para entrar a clase. Con una sonrisa bastante mona, besó la mejilla del chico sin importarle el olor a cigarrillo que este tenía impregnado en su piel –muchas gracias.

Se giró y apuro el paso para llegar lo antes posible a la sala de maestros, abrió la puerta y asomó su cabeza a lo que algunos mechones cayeron esparciéndose por su hombro. William, quien se estaba sirviendo café, reparo inmediatamente en su presencia y luego en como buscaba algo por toda la sala. Se aseguro de sostener bien el café y se acercó a la chica.

–¿Buscas a alguien Anderson? –Gema asintió levantando la mirada hacía el anciano.

–Al profesor Greyson ¿Lo ha visto? –William asintió y se giró para llamar al pelirrojo, pero solo vio la caballera rubia de Axel.

–Axel, ¿dónde está Nickolas? –el practicante se acercó a ellos para no tener que gritar.

–Ha ido por algo al estacionamiento... –se cortó a si mismo al ver a la morena, e inclinándose desapercibidamente, observó de cerca el color de sus ojos, y es que, eran bastantes llamativos– pero debe estar por volver –acotó formando una sonrisa. Gema mordió el interior de su mejilla –Axel, nuevo practicante –divertido, extendió la mano hacía ella.

–Gema, mucho gusto.

William dejó de prestarles atención y volvió a su mesa para beber tranquilamente de su café. Cuando Gema se iba a despedir, un cuerpo impactó contra su hombro, se giró bruscamente topándose con una radiante Cassie, quien al ver con quien hablaba su amiga, borro la sonrisa que tenía y la reemplazo por una fina línea. Axel quedo estupefacto al ver a la chica que había despertado con él en su cama el día anterior.

–Te dejo Cassie –Gema se zafó del agarre que la rubia había hecho sin darse cuenta, y corrió hacía la puerta del fondo que daba a los estacionamientos. Axel miró a Cassie y la empujó afuera de la sala cerrando la puerta. Se aseguró de que nadie estuviera en el pasillo y la acorralo contra la pared, dejando que su rostro reflejara todo lo que sentía: Rabia.

–¡Eres una estudiante! ¡¿Acaso estás loca?! –frustrado, llevó las manos a su cabello y tiró del haciendo que la chica pegara un brinco –no, no, dime que al menos tienes dieciocho –Esperanzado, la miró con ojos suplicantes a lo que Cassie volcó los ojos y lo empujo sin más, comenzando a avanzar por el pasillo.

–Tengo diecisiete, pervertido –Musitó lo bastante alto causando que Axel se pusiera rojo de la rabia– Tranquilo, estas son cosas que solo pasan una vez –agregó dándose la vuelta, se encogió de hombros y volvió la vista hacía adelante para luego doblar y dejarse caer contra la pared, totalmente sorprendida.

Belle petite [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora