D I E C I O C H O

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Los cuatro estaban en la cafetería, por iguales habían pedido algo liviano para comer pero ninguno probó bocado alguno.

Aiden y Tayler, no se miraban. Ambos estaban teniendo problemas en su relación y pedían a gritos ayuda de sus amigas, pero esas dos lidiaban con sus propios conflictos. Mientras Gema pensaba en su pelirrojo, Cassie lloraba en su interior recordando de manera tenue él que alguna vez fue el chico de una noche. Pero ella sabía como iban a terminar con Axel, la primera vez que lo vio se lo dejó claro "–Esas son cosas que solo pasan una vez–".

Cuando fue hora de salir, Gema se quedó de las últimas en el salón. Cabizbaja, se levantó y salió hacía los pasillos, donde se permitió llorar a gusto. Al salir completamente de la Universidad, se quedó estática al ver a Nickolas subir a su coche. Aceleró el paso teniendo cuidado de que no la viera. Cuando el coche se movió y comenzó a avanzar, corrió hacía su auto, se subió y se apresuró a acelerar para poder seguirlo.

Se sorprendió cuando Nickolas entró al estacionamiento de su antiguo departamento. ¿Será que se mudo otra vez?

Gema bajó también para aparcar su coche. Se aseguró de esconder su cartera bajo el asiento de copiloto y posteriormente bajó del auto. Cerró la puerta y le puso seguro. Tomó una bocanada de aire y levantó la cabeza para buscar las escaleras, tal vez no recordaba dónde se encontraban pero recordaba a la perfección el número de apartamento. Subió las escaleras y entró al ascensor, presionó el piso diez y esperó con impaciencia a que este subiera.

Las puertas se abrieron y al ver la puerta de Nickolas frente a ella, salió del ascensor a pasos largos y tocó el timbre pensando en las palabras correctas. Ella sólo quería escuchar al menos un por qué de su partida, entender por qué la dejó y saber si acaso nunca la amo.

Cuando la puerta se abrió, no creyó lo que veía. Frente a ella había una Clöe enfundada en una bata blanca y entre sus brazos cargaba un bebé.

«Que tonta fui, Dios mío, que estúpida he sido».

Clöe la miró con sorpresa, se preguntó a sí misma qué podría estar haciendo allí. Gema se disculpó torpemente y se retiro de ahí lo más rápido que pudo, bajó al estacionamiento y encendió el auto, con rabia y tristeza, aceleró. El recuerdo de la hermosa escena de aquel bebé de ojos grises en brazos de Clöe, le atormentaba la cabeza, fue tanto que se vio obligada a detenerse a un costado de la carretera para poder calmar sus nervios.

Cubrió su rostro hasta que un ruido agonizante se oyó. Un auto resbaló y chocó fuertemente con otro, el cual dio vueltas hasta caer de costado. Gema quedó muda al verlo todo por el retrovisor, se preparó para llamar a emergencias pero en ese corto segundo, un camión dobló la curva con demasiada velocidad, chocó contra el auto volcado y saltó sobre el arrastrándose de prisa contra la carretera directo al auto que se encontraba detenido.

Gema levantó la vista y al ver lo que se aproximaba hacía ella intentó salir, pero el cinturón se trabó impiendole escapar. El golpe llegó sin previo aviso causando que un dolor la recorriera desde la parte baja de su espalda hasta su nuca. Su cabeza rebotó con brusquedad entre el asiento y el manubrio haciendo que perdiera la consciencia por completo. Fue arrastrada varios metros hasta que el camión perdió velocidad. Los bomberos no tardaron en llegar y la sacaron del auto, después de haber arrancado la puerta en su totalidad. La dejaron recostada sobre el cemento y revisaron sus signos vitales.

–¿Puede oírme? ¿Señorita? –un enfermero abrió las puertas de la ambulancia y juntó a su compañera bajaron la camilla para poder levantarla– señorita –repitió el bombero ya sin esfuerzo.

Estaba en el suelo, a unos metros de su auto el cual estaba destruido en la parte trasera en su totalidad. Los enfermeros le pusieron un cuello ortopédico, la levantaron con cuidado y la dejaron sobre la camilla con suma delicadeza para luego, subirla a la ambulancia. El enfermero a cargo corrió hacía el piloto para conducir y la mujer se quedó para apretar la mano de Gema y susurrarle al oído pequeñas palabras de aliento.

–Todo estará bien, sólo resiste.

Nickolas, que en ese mismo instante salía de la habitación después de haberse duchado, tomó en brazos al pequeño Ivan. El bebé de Clöe era bellísimo, la copia exacta de su hermano, Axel.

–Oí el timbre, ¿quién era? –besó la cabeza de Ivan con mimo y pensó por un momento como sería si aquellos ojos fuesen color cielo, fuesen como los de su belle y amada Gema.

–¿Recuerdas a Gema Anderson? Esa chica que resultó ser hija del director –comentó con cierta diversión en su tono ante el recuerdo de esa noche –aquella chica con la que me engañaste –Nickolas se sorprendió ante lo dicho por Clöe, y es que, él jamás le dijo con quién la había engañado –me enteré después, uní algunos clavos sueltos.. –comenzó a explicar, mientras preparaba la leche del pequeño que ya no necesitaba de la lactancia materna –en fin, esperó que le hayas pedido disculpas por cómo te fuiste esa noche, verdaderamente me dio mucha pena verla intentando aguantar las lágrimas –levantó la cabeza para mirarlo –fue muy bajo de tu parte, si yo fuera ella, te pegaría una fuerte bofetada.

Nickolas no pudo evitar que la sonrisa se adueñara de su rostro.

–Eso ya lo ha hecho, pierde cuidado.

Belle petite [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora