D I E C I N U E V E

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Ya en la clínica, su padre fue avisado y ella fue derivada a la sala de urgencias. La revisaron de pies a cabeza y llegaron a la conclusión de que tenía graves daños en su espalda, su cuello estaba fracturado y su cabeza tuvo un severo daño debido al golpe. No podían hacer nada más que medicarla y mantenerla con vida. La llevaron a una habitación y le pusieron un nuevo cuello ortopédico, con cuidado cambiaron su ropa y la dejaron descansar. Según los exámenes, el su cerebro estaba en perfecto estado pese al fuerte golpe que se dio.

El doctor a cargo, que veía estos casos en específicos, entró en la habitación para revisar que todo estuviera bien. Hace unos meses había comenzado su trabajo en el hospital y este era el primer caso de accidente que le tocaba tratar, pero eso no lo hacía un inexperto, él sabía muy bien que hacer.

Observó a su paciente y sintió un pequeño revoltijo de sólo pensar que esa pobre chica tiene toda una vida por delante. Con confianza reviso el informe donde aparecían sus datos y sonrió al leer el nombre.

–Gema –dijo para sí mismo –lindo nombre.

Su padre llegó al cabo de unos minutos, estaba desesperado por saber de su estado y el doctor le explicó con tranquilidad que ella estaba sedada y necesitaba descansar por el fuerte golpe que recibió en varias partes de su cuerpo.

El padre de Gema se sentó a su lado y después de hablar con el cuerpo inerte de su hija, pensó en los chicos y les envió un mensaje avisándoles sobre el accidente. Le envió uno específicamente a Cassie donde le avisaba también que trajera a Sofie con ella. Pensó que de seguro a su hija le gustaría tenerlos a todos allí, apoyándola.

Cuando sus amigos llegaron, Daniel, su padre, se retiró convencido de que su hija estaba en buenas manos. Fue a comer un poco y se llevo con él a Sofie, la pequeña no entendía nada de lo que pasaba.

Mientras tanto, en la habitación del hospital, Cassie se aferró a la mano de su amiga y levantó la mirada hacía los chicos sentados del otro lado.

–Se suponía que iría a su casa y luego a la mía –comentó con cierta duda –¿a dónde fue entonces? –todos miraron a la morena. Dormía plácidamente ignorando el ajetreo de los pasillos y los llantos de familiares en habitaciones continuas.

–Yo creó que sabemos pero ninguno se atreve a decirlo –Aiden fue quien tomó la palabra –ella fue donde Nickolas, de seguro.

Los otros dos asintieron, dando por sentado que estaban de acuerdo con aquella suposición. Cassie fue quien tomó el móvil de la morena y casi se fue de espaldas al ver un mensaje del pelirrojo.

–Quiero hablar contigo, ¿dónde estás? –leyó en voz alta con bastante sorpresa. Sin esperar una aprobación por parte de los chicos, presionó el botón de llamar. Contestó al tercer tono.

–¿Belle? –Nickolas sonrió, creyó que no le respondería, sobre todo después que Clöe le explicará que se fue destrozada al verla con Ivan en brazos. Al no recibir respuesta, volvió a intentarlo –¿Gema?

Ahora Cassie entendió a que se refería con el primer "nombre", no era fan de francés y por eso le costó comprender aquel apodo. Tomó aire y se pensó como le daría la noticia.

–Soy Cassie, profesor –«el respeto por delante» pensó.

–¿Cassie? –Nickolas intento recordar y la imagen de aquella chica con un cartel fue todo lo que vio –¿me pasas con Gema, por favor?

–Me encantaría, pero verá... –regresó la mirada hacía su amiga –ella tuvo un accidente y ahora esta inconsciente.

Todo lo que se oyó, fue un azote estridente. Nickolas había salido del apartamento.

–¿En qué clínica están? –su voz se quebró y Cassie lo notó como si estuviera frente a ella.

–Mittchit –susurró cautelosa –manejé con cuidado, recuerde que Gema lo necesita.

Ambos cortaron la llamada, Nickolas obedeció y se fue con cuidado pero a una velocidad notable, sólo quería llegar allá y ver con sus propios ojos que ella estuviera bien, que nada malo le hubiera pasado y que por sobre todo, no haya tenido nada que ver con su sobrino Ivan, o de haberse ido aquel día. Jamás se perdonará haberla hecho sufrir, y mucho menos, jamás se perdonaría seguir haciéndole daño.

La puerta de la habitación se abrió captando la atención de todos los presentes. Un Nickolas agitado y con el sentimiento de miedo en su cara, entró y se detuvo a unos pasos de la cama.

–Les agradecería si nos dejarán solos.

Los tres, por ser sus ex alumnos y tenerle un pequeño respeto, salieron sin decir una palabra, a excepción de Cassie, que le echó una mirada de advertencia. Cuando ya no quedó nadie, Nickolas rodeó la cama, se sentó en una de las sillas apegada a ella y con cuidado, acarició la mano de Gema que estaba posada en su costado derecho.

–Eres tan mala –murmuró agachando la cabeza –justo el día en que me arme de huevos para hablar contigo, te pasa esto.

Besó su mano repetidas veces y luego se estiró un poco para poder acariciar su cabello, fue ahí cuando se dio cuenta lo mucho que la había extrañado y necesitado.

Las horas pasaron y se transformaron en un día, un día en el que jamás la dejó sola. Daniel sabía sobre la relación que tuvieron, porque su hija le contó todo para darle una explicación sobre la renuncia sorpresiva de Nickolas, por eso; se tragó el orgullo al ver a aquel hombre tan destrozado pedirle perdón a Gema a cada minuto que pasaba.

Un quejido lo alertó, levantó la cabeza que tenía apoyada en una orilla de la cama, y miró a la morena con los ojos destellantes de emoción.

–Agua –fue todo lo que logró decir, pero eso basto para que Nickolas sonriera y al fin pudiera derramar las lágrimas retenidas desde que se entero que ella había llorado por él, cuando se fue cuan cobarde.

Gema se sentía desorientada pero no le costó recordar el accidente. Sintió entonces como su cuerpo comenzaba a despertar y también como alguien levantaba su cabeza y humedecía sus labios, bebió agua con cuidado y se esforzó por abrir los ojos, cuando al fin pudo hacerlo lo que vio no supo describirlo, era una mezcla entre amor y dolor, una mezcla de Nickolas y la imagen de Clöe con aquel bebé.

–¿Qué... -paso saliva con dificultad –haces aquí?

Nickolas chasqueo la lengua, dejó el vaso con agua sobre el estante y luego volvió a tomar asiento.

–Responde –exigió Gema con un torpe tono de amenaza.

–Estoy aquí por ti, belle –susurró.

–No te quiero aquí, vete –murmuró –vete y cuida de tu hijo.

Nickolas agachó la cabeza y liberó la sonrisa que le causo oír eso. «Así que está celosa».

–Gema, preciosa –apartó un cabello que estaba sobre su rostro –no tengo ningún hijo, el bebé es de Clöe y mi hermano.

La chica levantó la mirada a los ojos del pelirrojo, no podía creer lo que estaba oyendo. Se intentó levantar y Nickolas la ayudó a sentarse, entre regaños de su parte por ser tan impulsiva.

–Preferiría que dijeras que es tu hijo –dijo de pronto, cubriendo su rostro con las manos.

–¿Por qué...?

La puerta se abrió y por ella entró Cassie, junto a la pequeña Sofie de un año. La niña tenía unos ojos grises despampanantes, unos muy parecidos a los del pelirrojo que al verla en brazos de Cassie, se quedó mudo. La imagen de él y Gema estando juntos por última vez, le nubló la vista. «¿Sería posible?».

Belle petite [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora