Los demonios no vuelan.

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Tu sabes que los demonios no vuelan.



Se encontraba como siempre, sentado, observándome desde arriba. Estaba desesperado, no sabría lo que haría, ni lo que podría decirme y los nervios, la impotencia y la ira recorrían cada vena y musculo de mi cuerpo.

 - No, por favor, juro que no lo haré más - Dije con lagrimas en los ojos. Mi ultimo acto había roto la más importante de las reglas del paraíso, y sabia que su castigo era mortal.

- Me has fallado - Dijo con su penetrante vos - Y el castigo por eso, es la muerte... Pero has sido alguien de confianza para mi, así que te daré una segunda oportunidad - Sabia que podía confiar en él; cuando los demonios intentaron revelarse contra nosotros, fui alguien muy importante a su lado, pero no sabia si esa confianza podría salvarme de mis actos.

- Gracias, muchas gracias - Las lagrimas aún corrían por mi rostro, pero esta vez acompañadas por una sonrisa de alivio, aunque las dudas de mi castigo me atormentaban.

- Iras al mundo de los morales... - Y cunado lo dijo la desesperación me corrompió.

- ¿Como? ¿ el mundo de lo mortales? Debe ser una confusión, dime que es una broma de mal gusto - Decía con una sonrisa en mi rostro pero con los nervios derribandome por dentro. 

No me miró, ni siquiera a los ojos, y continuo hablando como si yo no hubiera dicho ni una sola palabra - Seguirás siendo inmortal, pero no podrás volver, tendrás que quedarte, sobrevivir como todo un humano, y estudiarlos. Necesitaras un lugar donde dormir, algo para comer, para tomar, tendrás las necesidades humanas, pero vivirás como un dios. Una vez cada diez años un ángel bajara y le darás tu informe, pero jamas podrás volver. Eso si, si llegas a decepcionarme; te enviare al infiero y seras condenado a vivir ahí para siempre y vivir el mismo sufrimiento que el diablo, una y otra vez -

No podía creer lo que me decía, estuve a segundos de quebrar en llanto nuevamente y suplicar por mi vida, pero una vez finalizadas sus palabras, todo ocurrió muy rápido, y sentí como me arrancaban las alas, y me dejaban tirado en la Tierra.

Después de eso lo primero que recuerdo es mi primer pensamiento, "Mierda, repulsivos humanos".


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