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Sinceramente, no esperaba que una simple noche con mis amigos terminará en un prostíbulo, pero ahí me encontraba, entrando a una habitación en espera de una persona a quien no conozco para tener sexo. Una noche increíble.
Mis pies se movían por sí solos, como si eso fuera lo correcto, como si debería estar ahí, pero las ganas de quedarme en la cama por el resto del día me consumieron desde que tuve que dejar a Austin en su casa, pero ahí estaba, ya sentado en una cama cualquiera, pensando solamente en él.

El sonido de la puerta abrirse me distrajo un poco, pero no consiguió que levantara la cabeza de mis manos. Pero lo que sí lo hizo fue el no escuchar pasos por la habitación. Ante aquel silencio, mire a la persona que había entrado a la habitación, y mis ojos no podían creer lo que veían. 

Él se encontraba parado justo al lado de la puerta, observando con, seguramente, la misma sorpresa que yo. Su cabello se mantenía algo despeinado. Una remera roja algo holgada abierta a los costados hacían juego con los jean negros bastante apretados, que juraría eran demasiado apretados. Un collar, bueno, más bien, lo que sería una correa bajo mi punto de vista, de cuero cubría su cuello, mientras que unas muñequeras, también de cuero, intentaban tapar unas horribles manchas violáceas que de seguro continuaban debajo de estas ¿Como no las habia visto antes? Un bastante gran, en mi opinión, tatuaje reposaba sobre la parte alta de su brazo, idéntico al símbolo en la puerta del lugar.

¿Qué hacía él aquí? De seguro se equivocó y entró a la habitación errónea. Pero estaba muy cerca de la puerta de donde debería entrar mi "compañero" por esa noche. Y ¿como tendria un tatuaje del símbolo del lugar si no era parte de él? ¿Como era eso posible? Si se veía tan bien durante la mañana, lucía tan feliz y lleno de vida, como si nada fuera mal en su vida. Pero sus ojos, se notaban vacíos, al igual que ahora, sin brillo, sin felicidad, sin vida.

Ninguno decía palabra alguna, el silencio reinaba la habitación, hasta que una pequeña y seca risa se oyó por su parte. A continuación, su cuerpo se relajo y una sonrisa llena de redención y cansancio se mostró en su rostro. 

- Bueno, ahora ya lo sabes - Mencionó, simple, seco y con un tono de voz bastante derrotado. Se acercó hacia la cama y se sentó a mi lado, todo esto, siempre con su brazo derecho sosteniendo el izquierdo, como si lo tuviera a mano para protegerse - ¿que haces a aquí? - Me miró, con tanta dulzura y tranquilidad que me enloquecí ¿Cómo podía estar tan calmado en esta situación? Pero no explote, por suerte.

- Los chicos me arrastraron hasta aquí, sinceramente no quería salir, pero me terminaron arrastrando hasta este lugar y prácticamente me obligaron a entrar a esta habitación.No podia dejar de pensar en ti y preferia quedarme en mi cama, pero aqui termine - Respondi sin mirarlo a los ojos, observando cualquier cosa que no fuera él - Pero creo que esa pregunta deberia hacertela yo a ti, ¿no crees? - Esta vez si lo mire, y volvió a dedicarme la misma sonrisa de hace un rato, y soltó un suspiro lleno de cansancio antes de responder.

- ¿Recuerdas cuando te dije esta mañana que estaba pasando por un pequeño problema familiar, pero que era insignificante y sin importancia? - Asentí levemente, con la vista aun en su perfil, ya que ahora era él quien no me miraba - Bueno, como veras, no es insignificante - Volvió a soltar otro suspiro mientras se recostaba en la cama con un brazo sobre sus ojos - Mis padres murieron durante mi último año de secundaria, ¿recuerdas cuando desapareci? Fue por eso. Ellos murieron en un accidente, el problema, era que ya había cumplido los dieciocho y no tenía parientes en la ciudad y que se preocupan por mi como para que me mantuvieran hasta que encontrara un trabajo y pueda sobrevivir por mi cuenta, y los amigos de mis padres no querrían cuidar de mi. Así que les mentí, dije que un tio mio se ocuparía de la escuela, asi que no se preocuparon, y con el tiempo, desaparecieron. Me mantuve en mi casa durante un tiempo, intentando buscar un empleo, pero no aceptan a alguien que no termina mínimamente el secundario, asi que continuaba viviendo con lo que quedaba en mi casa. Con el tiempo, obviamente, las cosas comenzaron a empeorar. No tenía agua. No tenía gas. No tenía luz. Y mucho menos comida. Una noche, para intentar distraerme de la mireda de vida que me estaba tocando, y llegue a este lugar. Entre toda la gente logre divisar a alguien de mas o menos mi edad. Entablamos una conversación y supe que trabajaba aquí, le conté un poco casi nada sobre la situación que estaba pasando y me propuso presentarme con su jefe para que me ayudara. En un inicio lo tomé como un buena idea. Seria algo facil y ganaría el dinero suficiente, pero, como todo en mi, con el pasar de los años las cosas empeoraron. No terminaba con gente buena, agradable y mucho menos atractivos. Intente negarme a algunas cosas y gracias a ello recibí golpes. Y bueno, aquí me tienes, soportando a mis clientes, aguantando las quejas de mi jefe, pero sobreviviendo - Finalizó, pero sin moverse de su lugar.

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