Acuerdo

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La noche ere muy pacifica. El mejor momento de todo el día. La oscuridad gobernaba el momento y la visibilidad no era mayor a unos metros. El viento soplaba tranquilo y algo frió, pero a ninguno de los dos hombres les importo en absoluto la temperatura.

El muchacho castaño se acerco hacia el lugar indicado y se dispuso a esperar a su acompañante. Observo la posición de la luna para comprobar al hora.

- Malditos los de su tipo. Nunca llegan a un acurdo a tiempo - Se cruzo de brazos maldiciendo por dentro.

Desde otro lugar se acercaba un joven de oscura mirada, profunda, la cual inspiraba temor mas allá de las intenciones de esta.

- Al fin te dignas a aparecer - Comento el de ojos color esmeralda.

- Si bueno, no digamos que el camino hacia aquí sea tan fácil como el tuyo - Replico el morocho.

- Si, como sea, no me interesan tus escusas, acabemos con esto de una vez - 

Automáticamente, luego de terminar de hablar, dos pares de alas se hicieron visibles. De un lado, unas alas con plumas del blanco mas puro en todo el universo, prolijas, impecables, Con brillo al punto de llegar a ser cegador. Y del otro, unas alas oscuras, rígidas, con algunos lugares rasgados, pero permitiendo aun su uso. Ambas eran grandes y median incluso un poco mas que sus portadores.

El demonio se tapo los ojos con una mano ante la presencia de tanta luz y brillo - Agh, no le puedes bajas el brillo a esas cosas, es insoportable -

- No te quejes y empecemos -

- Bueno, date la vuelta así hago desaparecer tan molesto brillo - Comento mientras se acercaba hacia el cuerpo del ángel.

- Espera - Advirtió el otro mientras se alejaba un paso del demonio - ¿Crees que dejare mis alas a merced de un demonio? No soy un idiota para confiar en alguno de tu tipo ¿Por que razón dejaría que te robaras mis alas y huyeras como el cobarde que eres? - 

El morocho se puso serio ante sus palabras y se cruzo de brazos, mirando con reproche y de forma intimidante al castaño, pero este ni se inmuto. Ya estaba acostumbrado a la amenazas de demonios, y sabia que eran solo eso, amenazas. 

- Porque, primero, los demonios siempre cumplimos nuestras promesas, mas aun si son de palabra. No somos tan fríos como ustedes que necesitan de una firma en un estúpido papel. Segundo, yo te daré mis alas, porque si uno no lleva las alas del otro habrá guerra, y mi gente me importa lo suficiente como para evitar una eterna guerra entre el paraíso y el infierno - Su mirada, aunque vacía, transmitía sinceridad, demostrando que sus intenciones eran verdaderas - Y dime ángel, ¿por qué yo debería confiar en ti? - Una sonrisa burlona se cruzo por su rostro, esperando una respuesta que ya sabia, pero que de todas formas quería escuchar de su boca.

El ángel lo miro con odio. Despreciaba completamente a los de su tipo, la menear en la que eran tan despreocupados, tan burlones, tan desinteresados, tan desprolijos. Ademas, toda su vida le fue inculcado que los demonios eran seres inferiores sin ninguna calidad, mientras que los que eran como él, eran seres insuperables, de gran magnitud, y debían ser tratados como dioses por criaturas tan minúsculas. 

- Simple, no permitiré que una estúpida guerra arruine las cosas que conseguí en siglos, ademas, no me arriesgare a que mi cabeza corra por este enfrentamiento sin sentido - 

Una pequeña risa se escucho por parte del demonio ante la respuesta del ángel. Sus ojos estaban cerrados mientras negaba levemente con la cabeza - Después nosotros somo los desinteresados - Comento con ironía en un tono de voz bastante bajo, pero que el castaño aun escucho.

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