Tentaciones

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" En el mundo de dioses y monstruos, yo era un ángel que vivía en el jardín del mal .Fastidiada, asustada, hacia lo necesario. Brillaba como un faro ardiente, tu tienes la medicina que necesito, fama, licor, amor. Dámelo despacio, pon las manos en la cintura , hazlo suavemente. Dios y yo no nos llevamos bien. Así que ahora canto, nadie se llevara mi alma "

Hacía años que me había ido de ese lugar, bueno, más bien, escapado de ahí. El paraíso no era un sitio para mi, y ese desgraciado creyéndose tanto por ser el creador del mundo, lo detestaba, lo odiaba, jamás nos llevamos bien.

Me decidí por irme cuando tuve la oportunidad, nunca me sentí parte de ese lugar, aunque tampoco creí que irme fuera tan difícil. Tanto tiempo escondiéndome, escapando de todos esos arcángeles que querían destruirme, vagando entre las sombras del mundo mortal . Pero jamás creí que conocería algo peor que el paraíso, pero me equivoque.

Cuando llegué aquí, estaba desesperado, casi no tenía escapatoria, pero sabía que era el único lugar donde no me buscarían. Nadie buscaría un ángel en la franja entre el mundo mortal y el infierno.

Realmente, si esa era la puerta al infierno, no quería saber lo que era estar dentro. Todo era escalofriante, todos los vicios, inmundicias, castigos y pecados de los mortales, pero multiplicados y cometidos por horribles bestias, monstruos y demonios.

Al llegar, me sentía atrapado, y observado como si todo aquel que pasara a mi lado me devorara con la mirada, pero no podía hacer nada. ¿Como pasaba desapercibido un ángel entre demonios? No hay manera. Era como un maldito faro en un día de niebla.

Aunque, en un principio, todo era demasiado incómodo, me sentía acosado, y el miedo recorría cada vena de mi cuerpo; con el pasar de las horas, ya que el tiempo no había forma de calcularlo en días, me sentía cada vez mejor. El deseo en sus miradas me daba ese sentimiento de grandeza, de superioridad que ninguno de los que estaban allá arriba demostraban nunca. Me sentía de la mejor manera posible, me sentía invencible.

De esa manera, el tiempo pasó, me hice un huésped de las puertas del infierno, como si viviera mi eternidad dudando si entrar o volver a donde pertenezco, y me hice una de las criaturas más conocidas de los alrededores. Cada bar sabia aquellas bebidas que eran de mi preferencia, cada motel conocía mi rostro a la perfección, y solo los nuevos en llegar no sabían mi nombre, mientras que la mayoría de los que se pasean por aquí más seguido, conocían cada rincón de mi cuerpo.

Esta forma de vida era buena, la pasaba bien, lo disfrutaba, pero no me sentía lleno con eso, tampoco estando en el paraíso, ahí me sentía peor, pero aquí no encontré ese algo que me llenara. Me sentía vació, aunque estuviera haciendo aquellas cosas que me gustaban hacer. Pero de alguna forma, era lo necesario, ya que al hacer estas cosas, me olvidaba de todo, y me permitía divertirme.



Letra del inicio: American Horror Story, Temporada 4, Capitulo 3, canción de Elsa.

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