Capítulo cinco

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HARRY STYLES

 -Claro tío, estoy con Eleanor, ¿recuerdas? A lo mejor de quien te tienes que preocupar es del irlandés…

-Ya está advertido también- según habíamos salido del restaurante nos habíamos quedado rezagados para que le explicase la situación-.  ¡Está todo pensado!- respondí riendo. Louis se carcajeó- ¿De verdad no te importa?

-Eso ya da igual Harry, tú te la has pedido. Y ante eso no hay nada que pueda hacer. Eres mi hermano, y voy a respetar eso.

Asentí como agradecimiento.

Según la había visto sentí algo. Aquellos pantalones cortos rosas llamaron mi atención casi al instante de haber entrado por la puerta, pero lo mejor fueron sus piernas. Sí, ya lo había confesado en una entrevista, me fijo en los ojos y en la sonrisa; que por cierto, eran preciosos, pero también en las piernas y en las curvas. Su pelo castaño, largo y liso y sus ojos parduzcos.... ¡Si es que lo tenía todo, joder!

Y la amiga tampoco estaba nada mal, pelo rizado y pelirrojo, ojos azules y muchas pecas. Pero teniendo en cuenta de que no me había dirigido apenas la mirada en toda la comida… Bueno, ni a mí ni a nadie. Babeó durante toda la velada por el rubio…

En cambio Adriana…. Adriana había estado todo el tiempo sonriendo y tratando de entender absolutamente todo lo que decíamos sin perderse palabra.

-A ti es a quien mejor entiendo porque hablas lento- me confesó en voz baja riendo-. Seguir la velocidad con la que habla Liam es muy difícil cuando no eres de aquí.

-¡Ey, Liam! ¡Frena un poco y habla más lento! ¡Las señoritas son españolas, no inglesas!- aquello la hizo ponerse tremendamente roja y sonrió tímidamente hacia la servilleta que descansaba en sus muslos.

-Mil perdones, de verdad- dijo Liam apresuradamente. Ambas asintieron sonrientes.

Adoré su carne de gallina cuando posé mi mano junto a la tela, casi en su rodilla. Me miró sorprendida, pero en ningún momento me la apartó.

He de admitir que tonteé con ella. No paré de mirarla y de preguntarla cosas al oído. Me dijo que vivía en Madrid, tenía dieciséis y pronto cumpliría los diecisiete. Cynthia era una de sus amigas inseparables, junto a otras dos que se llamaban… y… Bueno tampoco era tan serio que no me hubiese enterado de todo lo que me dijo ¿no?

Pasé mi brazo por el respaldo de su asiento y la acaricié el hombro. Su vello se erizó y aquello me hizo sonreír. Algo me decía que ella era distinta. Me hacía sentirme a mí distinto también.

Y eso me preocupaba.

Aquella noche salimos los cinco, y a la mañana siguiente, la mayoría teníamos resaca, por lo que nadie tuvo los suficientes ánimos como para quedar con las chicas. Ni siquiera salieron de casa. Todos menos Liam y yo. Me adueñé de unas buenas gafas de sol, cosa que a Liam no le hizo falta porque no había bebido y salimos a dar una vuelta.

-No planeas que vayamos todos la próxima vez que quedéis, ¿cierto?- dijo mi amigo tras un rato de silencio.

Sonreí. Me conocía mejor que yo a mí mismo.

-El problema es qué hacer con su amiga…

-Mándala un mensaje. No sé, que diga que va más tarde…

-Ya pensaré en algo…

Sí, iba a hacer lo que había dicho Liam, no iba a ponerme a pensar en algo mejor. Pero quería parecer interesante.

En cuanto llegué a casa lo hice. Le conté la situación a Cynthia en un mensaje y crucé los dedos para que no se fuese de la lengua con Adriana.

Acto seguido la llamé.

-¡Hola Harry!- dijo entusiasmada.

-Hola Adriana. Me preguntaba, ¿te gustaría quedar mañana?

-¡Claro! ¿Dónde y cuándo?

-A las 12…. ¿En el London Eye?

-Perfecto- casi podía ver su sonrisa-. ¡Allí estaremos!

-Hasta mañana entonces, Adriana.

-¡Adiós Harry!

Me da que estaremos no es la palabra correcta pensé.

It Is What It IsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora