Capítulo treinta y uno

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Los rayos de luz que se colaban por la ventana me despertaron. Algo me decía que no estaba precisamente amaneciendo. El corazón me dio un vuelco cuando miré la hora. Las doce del mediodía. Salí rápidamente al pasillo y me dirigí a la habitación donde había pasado la noche Harry. La cama estaba perfectamente hecha.

-Oh, oh… ¿Harry?- pregunté mientras bajaba las escaleras- ¿Harry?

Mi voz resonó por la enorme casa. Miré por la ventana delantera.

Como me había supuesto, el coche no estaba.

Di una patada al paragüero. Iba a matarlo.

-¡Harry!- grité con furia.

-Estabas preciosa dormida. No quise despertarte- respondió él con voz inocente al otro lado de la línea.

-Juro que voy a matarte. Después de que llegue en taxi, claro.

Le escuché bufar. En eso no había pensado.

-No gastes tu dinero en tonterías. Come algo e iré a buscarte.

-Así me gusta, Styles- dije con una sonrisa victoriosa en mis labios.

Harry obedeció, y cuando ya había tomado un sándwich aparcó frente a la gran casa. Hizo sonar el claxon para anunciarme su llegada. Tomé el bolso, el móvil, las llaves y salí de casa.

La mañana fue aburrida. Sin ningún cambio. Louis seguía sin despertar y yo cada vez me agobiaba más.

Tuve que volver a casa de Louis después de que en la cafetería me tirasen un café por encima. Para mi desesperación perdimos mucho tiempo mientras Liam y Zayn, que también habían venido junto a Harry y Niall, me curaban la quemadura del muslo.

Comimos algo y nos sentamos en el sofá. Todos parecían agotados. Se iban del hospital a turnos, y Niall y Zayn aún no había dormido nada. Me acurruqué en el pecho del primero mientras cambiaba de canales en la televisión del salón. Zayn se subió a una de las camas y Liam y Harry fueron a sus respectivas casas a cambiarse de ropa. Aquello era un descontrol.

Los ronquidos del irlandés no tardaron en llegar, y su lenta respiración sumada al ronroneo de la tele hizo que yo le acompañase. Lo sé, había dormido muchísimo aquella noche, pero mi cuerpo parecía querer que durmiese para que dejase de pensar y sufrir. En un momento entre mis sueños, noté como Niall se apartaba de mí, me tumbaba en el sofá con delicadeza y  me tapaba con una manta. Volví a dormirme antes de que mi cabeza tocase el cojín.

Desperté con un gran jaleo. Un montón de voces sonaban a mi alrededor. Abrí los ojos aturdida. Traté de enfocar la vista a las personas que se agolpaban en la puerta. Me dolía toda la espalda de haber dormido en mala postura. Distinguí a Zayn y Liam, que no dejaban de reír abrazándose. Harry también estaba, y de su boca solo salían varios: “Es increíble”. Niall lloraba con una sonrisa en los labios. Me pase una mano por el pelo para adecentarlo mientras les miraba con el ceño fruncido. Algunas personas estaban subiendo las escaleras directas al segundo piso.

-¿Alguien me explica qué está pasando?- dije muy confundida.

Los cuatro clavaron la mirada en mí con unas sonrisas radiantes.

-¡Ha despertado!- gritó Zayn emocionado.

-Despertó mientras estábamos aquí. Cuando llegamos al hospital le estaban haciendo un reconocimiento y pruebas- me informó Liam.

-¡Ya le han dado el alta!- exclamó Niall con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Harry miraba hacia lo alto de la escalera con una sonrisa que dejaba ver sus hoyuelos.

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