Capítulo trece

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 Aún recuerdo lo mal que me sentí cuando la familia con la que había pasado uno de los mejores julios de mi vida se despidió de mí en el aeropuerto. Los tres me abrazaron, pero el más largo fue con Isabella. La mayor parte del viaje las lágrimas cayeron solas por mis mejillas sin que ya ni siquiera me importase.

Mis padres, Lucía y Marta me esperaban en Barajas. Sentí una punzada en el corazón al no ver allí a Cynthia.

Mi madre tenía en casa varias revistas ajadas que me enseñó poco después de que hubiese llegado a casa.

-¿Y esto?- pregunté cogiendo una de ellas.

-Explícamelo tú- respondió ella. La mire y apostilló-: Página 22.

Abrí la revista por la página. Y allí estaba yo, en diferentes fotos pequeñas. Salía agarrada de la mano de Harry. Con los cinco. Paseando junto a Liam. Con la mano de Louis en mi cintura…

«Algunas fuentes confirman que la muchacha que ha revolucionado las redes sociales en estos últimos días por sus apariciones con los integrantes de la banda de One  Direction en Londres podría llamarse Adriana Gutiérrez. Varios rumores afirman que la joven española podría tener una relación sentimental con uno de los miembros de la banda, Harry Styles.» Decía el artículo. Pero no pude leer más porque mi madre me la quitó de las manos.

-Mamá…

-¿Qué significa todo esto?

Y la expliqué todo. Bueno, no exactamente todo. La relaté cómo había conocido a Louis por accidente, cómo me había presentado a los demás chicos de la banda. Cómo le había ido conociendo poco a poco...

-¿Y qué significa eso de Harry Styles?- quiso saber.

-Tan solo nos vieron juntos y sacaron conclusiones mamá. ¡Ya sabes cómo es la prensa!

Por nada del mundo iba a decirle a mi madre lo que casi había ocurrido con el susodicho.

-Con esas cosas tienes que tener cuidado Adriana, esas personas pueden hacerte mucho daño. Son caprichosas, egocéntricas…

-¿Por qué dices todo eso? ¡No les conoces!

-No hace falta conocer a un famoso para saber que todos están hechos por el mismo patrón.

-Ellos no son así.

-Ellos son como se hayan querido mostrar este tiempo. Pero dudo que en unos días les hayas conseguido conocer muy a fondo.

-Pienso que al menos podrías alegrarte por mí. ¡He cumplido mi sueño por si no te das cuenta!

-¡Por supuesto que me alegro, pero soy tu madre, y tengo que preocuparme por ti!- se acercó y me dio un beso en la frente-. Claro que me alegro, hija.

 Lucía echó a correr tras unas palomas que salieron volando asustadas mientras gritaba:

-¡Kevin! ¡Kevin! ¡No huyas! ¡¡Cásate conmigo!!

Marta y yo nos sujetamos la tripa que ya nos dolía de tanto reír. Estar con Lucía era diversión asegurada.

Las miré aún riendo. Lucía con su pelo liso y castaño, Marta con sus mechas californianas. Eran un gran apoyo para mí.

Habíamos salido a pasear por Madrid Río, así había podido contarles todo lo que no se podía explicar por teléfono. Lo único que no les conté fue lo ocurrido con Harry. ¡Me habrían llamado de todo menos inteligente!

Ellas me hablaron de qué habían hecho aquellos días y cómo le iba a Cynthia. No parecía mostrar estar enfadada conmigo cuando había hablado con ellas, pero sin embargo seguía sin dar señales de vida en lo que a mí se refería.

Durante la semana siguiente, quedamos las tres para hacer diferentes planes, ya fuese ir a la piscina, salir de compras e incluso un día fuimos a la playa de Valencia con nuestros padres. Algunos días ellas quedaron con Cynthia, que prácticamente no salía de casa, y por supuesto, nunca quería quedar cuando las tres ya teníamos planes. No quería verme. ¿Pero por qué? ¡Yo no tenía la culpa de nada!

Las primeras semanas recibí mensajes e incluso alguna que otra llamada corta de Harry diciéndome que me echaba de menos. Pero conforme avanzaba el tiempo cada vez fueron menos usuales. Me dolía admitir que, a pesar de que fue un momento maravilloso, no volvería a repetirse. Y debía aceptar que todo aquello se había terminado.

Algunas chicas me observaban y cuchicheaban al verme pasar por las calles de Madrid, y algunas incluso me pararon para preguntarme si era Adriana Gutiérrez. ¡Aquello era increíble! Vi algunos tweets en los que se hablaba de mí durante los días que había pasado en Londres. Algunos eran buenos, aunque en su mayoría me ponían verde. Miles de personas me seguían después de lo ocurrido, y decenas de menciones me pedían que relatase lo ocurrido. Pero yo no tenía fuerzas para ello. Bastante me machacaba ya el recuerdo. Los chicos me seguían, pero ni siquiera en ese momento el vacío en el estómago que se me formaba al pensar en ellos me permitió poner en mi biografía un orgulloso “5/5”.

Y pasaron los calurosos días de finales de julio, con el recuerdo de mis ídolos cada vez más lejano.

It Is What It IsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora