Capítulo 11: Es su culpa

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La imagen de Natsuki entrando a la boca del monstruo se repetía mil veces en la cabeza de Lucy. Sin embargo, las palabras del niño la hacían razonar. Tan pequeño, tan indefenso, con esa voz quebrantada que casi no se podía entender por su propio llanto.

Raito seguía temblando, lo que acababa de ver seguía procesándose en su cabezita. Apretó más fuerte a su madre y respiró

Raito: Mamá... ¿Nee-chan volverá a casa?

Lucy se percató de lo difícil que debía ser estar intentando comprender la situación para él, lo duras que eran esas simples palabras, pero se dijo a sí misma, "no más mentiras".

Lucy: No, no volverá...

Raito: ¿Se fue porque no entrené lo suficiente? Nee-chan siempre cuidaba de mí... ¿Se fue porque la hacía enojar, mamá?

Él no lograba hacer nada más que culparse. Terminó quedando con el mismo complejo de fuerza de su madre...

Los días comenzaron a pasar con lentitud, nunca más se acercaron al lago, estaban considerando la idea de cambiarse de hogar. Cada vez que Lucy se despertaba temprano por la mañana oía ruidos afuera, era Raito practicando sus técnicas de fuego. Ella no le reprochaba nada, sino que se levantaba y se le unía

Por las noches, ambos individuos se quedaban mirando esa cama vacía. Los platos, tazas, toallas, todo era justo para tres. Incluso al ganarse en la mesa para comer, había tres sillas, y siempre parecía que veían su silueta reflejada en el piso... Escuchando a Natsuki riéndose, feliz con la familia que tenía.

Una familia que no la pudo proteger...

Raito: Mamá... ¿Algún día me dirás quién es papá? -acostado mirando hacia arriba-

Lucy: Cuando crezcas... Sí. Hay cosas difíciles de explicar, y tú sigues siendo mi tímido bebé.

***

Cinco años después.

A pesar de tener doce años Raito seguía temiéndole a una infinidad de cosas, pero sobre todo a los lagos, los objetos muy grandes, la sangre, las cosas filosas y la oscuridad... Todo hacía referencia a la noche en la que perdió a su hermana.

Por su propio bien y el de su madre, entrenó arduamente. Como ya sabía escribir y leer, mandaba sus propias cartas a sus tíos, que constantemente le daban consejos con el uso de su magia.

Lucy y Raito, se hicieron conocidos magos, ya hasta daban recompensas por sus cabezas, porque para sobrevivir varias veces recurrieron al hurto de frutas o vegetales de campos cercanos.

Eran una dupla, marcados de la misma manera, sin dejar de recordar aquel día en el que un ser querido estuvo en problemas y ellos no pudieron hacer nada, sólo mirar, retirarse y llorar.

El tímido Raito se estaba quedando atrás, él quería ser valiente y determinado, con una voluntad de hierro, aunque a veces sus debilidades salieran a flote. Cada vez que recordaba a su hermana y se deprimía, iba su habitación y ganándose en la cama sacaba una foto que atesoraba bajo su almohada, era él y su hermana jugando juntos.

Raito: Natsu Dragneel, esto es tu culpa.

Sí, al cumplir diez años, Lucy le contó absolutamente todo; pero Raito se dignó a escuchar las partes donde Natsu parecía ser el malo y le tomó un profundo rencor. Ahora las historias de mamá siempre tenían a ese personaje incluido y cada vez que oía su nombre lo odiaba más.

Raito: No importa si a mamá se le iluminan los ojos cuando te nombra, yo me vengaré de ti en su honor, porque le hiciste daño. Veamos que se sentirá que te quemen con tu propio fuego

Luego de decir aquello, el rubio se levantó y se puso una capucha al igual que Lucy, hoy iban a Magnolia, una ciudad peligrosa... No por la misión, sino por las personas que se encontraban allí.

Aún lo amo |Fairy Tail|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora