Capítulo 8: Visitas

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Lucy y sus dos hijos, de cuatro años recién cumplidos cada uno, estaban en un pequeño lago corriendo y jugueteando. Sus caras demostraban una peculiar felicidad, desde las lejanías era notorio que los tres la pasaban muy bien.

Lucy: Está bien, niños. Debemos volver a casa, recuerden que hoy en un día especial.

Natsuki: Mamá, ¿puedo quedarme un rato más?

Lucy: ¿Y dejarte aquí sola? –la toma en brazos- No, no. Recuerda lo que me prometiste la última vez.

La niña intentó recordar, y cuando lo logró, hizo un puchero y asintió. Hace algún tiempo Natsuki había salido de casa por la noche, hizo preocupar a todos, pero por suerte su madre la logró alcanzar antes de que llegara más lejos.

La rubia siguió cargando a su hija con un brazo, mientras estiraba el otro para poder tomarle la mano a su hijo. Caminaron a casa, calmados, pero cuando Lucy llegó y miró el reloj, se espantó enormemente. Se bañó ella, bañó a los niños y los vistió con sus mejores prendas. Raito llevaba un pantalón con una camisa que hacía resaltar sus ojos jade y Natsuki un vestido blanco con flores de muchos colores.

Raito: ¿Por qué usamos esta ropa?

Lucy: ¿No lo recuerdas? Les dije temprano, que hoy tendríamos visitas, vendrán unas personas que los quieren conocer –sonríe-

Ella estaba feliz, después de tanto tiempo volvería a ver algunas personas, a sus amigos.

Raito: No quiero, tengo miedo.

El niño no quería ver a nadie, nunca antes han visto a alguien que no sea su madre. Natsuki con su actitud indiferente, se acercó a su hermano y le sonrió.

Natsuki: Yo te cuidaré, Nii-chan –lo abraza-

Las palabras tan maduras de la pequeña solían sorprender a Lucy. El sonido de la puerta los distrajo a todos, la rubia se acercó para atender, y con las manos temblorosas giró la manilla. Los niños quedaron expectantes, tres personas saltaron sobre Lucy, lanzándola al piso, y la apretaban con todo lo que podían

Raito: Nee-chan, ¡se comen a mamá!

La rubia se rio, y se levantó del suelo. Raito se escondió detrás de sus piernas y Natsuki se paró delante de ambos con los brazos abiertos. Los tres adultos los miraban... Como si no pudieran creer lo que veían.

Lucy: Bueno... Niños, ellos son de quienes siempre les hablo... Levy, Erza y Gray.

Natsuki: Qué grande –mirando a Gray-

Gray: ¿Eso crees? –se agacha- Tu nombres es Natsuki, ¿cierto? Yo soy Gray. ¿Quieres saber qué se siente mirar desde arriba?

La pequeña intentando no parecer interesada aunque le brillaran los ojos, terminó por aceptar, así que se subió a los hombros de Gray y juntos corrieron por toda la casa. Por otro lado, Raito seguía escondido detrás de Lucy, siendo observado por Erza y Levy.

Levy: Qué tierno.

Raito: Mamá... Es una mujer de plata, su ropa brilla –apunta a Erza, impresionado-

Erza no aguantó la emoción, casi sentía un enorme grito venir. Al igual que Gray, se apoyó con sus rodillas en el suelo e invitó a que el niño se acercase; Raito, con las mejillas de un tenue color rojo, se acercó y le dio un tierno abrazo a la peliroja.

Así pasó toda la tarde, llena de juegos y conversaciones. Los hijos de Lucy de un momento a otro hicieron de los magos sus mejores amigos, y al minuto de la despedida, no dejaron de repetir que volvieran, que los extrañarían.

Natsuki: Quédate a jugar un rato más..., t-tío Gray.

Raito: Tía Erza, no te vayas... -la tira de la falda-

El cariño entre ellos se formó tan rápido, que ya no querían separarse. De algún modo lo niños sintieron que aquellos "amigos de mamá", eran más que eso, eran otros pilares para su vida. Entre llanto Lucy debió tomar a sus hijos para impedir que hicieran un berrinche, además, hasta a ella misma le dolía ver partir a sus seres queridos.

Lucy: Ni siquiera sé en cuanto tiempo los volveré a ver... Los quiero chicos –susurro-

Aún lo amo |Fairy Tail|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora