¿Te atreves?

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Entreno muchísimo ese día y por la noche tuvo tres combates con una de descanso entre ellos.

-Jellal. ¿Cómo vas? –Dijo un Gildarts un poco preocupado por los golpes que se llevo más el cansancio notable en el joven

-Bien, necesito ir a casa y dormir. –Por supuesto Gildarts en medio del último combate llamo a la que era la amiga para Jellal, Ultear. Le contó lo mal que se veía y dijo que no tardaría en resolverlo.

-Bien chico, descansa. –Le dio bastante dinero. –Te lo mereces todo.

- ¿Sacaste tu sueldo? –Gildarts asintió, pero no había tocado nada de ese dinero. –Perfecto, me cambio y me voy. –Se escucharon como las puertas se abrían y discutían con el portero.

-Parece que ya llegó. –Jellal se sorprendió.

-¿Qué has hecho? –Gildarts le explico su llamada. –Ul... no tenías que haberlo hecho. –Su molestia se hizo notable y con las fuerzas de su molestia salió del vestuario para ir a la puerta y echar a aquella mujer entrometida.

Pero se llevo la sorpresa de que aquella mujer era La Mujer.

-¿Erza? –La nombrada miró al joven. –Te han mandado a ti... -Susurro mientras agradecía en cierto modo el gesto de Ul mientras que Gildarts sonrió y se fue hacia su despacho.

-¡Jellal! –El portero al saber que se conocían le cedió el paso. Erza venia con preocupación. -¿Por qué has hecho esto? –El boxeador sonrió ante la preocupación de ella.

-¿te han dejado? –Ella se sorprendió pero también sonrió.

-No tuve opción que decírselo, no quiso pero le convencí. – Soltó acortando la distancia. –Ahora responde mi pregunta. –Le amenazo un poquito con la mirada.

-Eres una pequeña rebelde. –Se rio ante su pequeña amenaza, ella bufo. –De acuerdo, solo quería algo de dinero. –En ese momento la curiosidad de Erza aumento. –No seas curiosa pelirroja.

-Va dímelo. –Se animo. –O... te irás solo a casa, veo que estas bien... un tanto herido pero puedes superarlo solo. –Le reto.

-¿quieres cenar conmigo? –Erza se quedo en shock, para nada se esperaba eso. –Bueno mañana o cuando puedas, ahora tengo un poco de mala pinta y quiero que sea bonito. –Se puso sus manos en los bolsillos.

-Estás como una cabra. –El portero soltó una risilla. –Acepto la cena. –Algo en Jellal despertó, no sabía si era por la sonrisa que le dedicaba ella o porque acepto ir a esa cita, esa primera cita.

Estaban casi solos en aquel gimnasio y no había otra acción posible para ellos, con mucha paciencia "cosa que a los dos les puso muy nerviosos." Se acabaron de acercar. Ella puso sus manos en el cuello de él mientras que las manos del hombre fueron a la cintura de ella.

Con mucho cuidado fueron a por los labios del otro.

Cuando iban poniendo más potencia al beso alguien silbo y hizo que se separar.

-Vaya chaval, buena caza. –Tanto Jellal como Erza se ruborizaron ante el comentario de Gildarts. –Así se hace. –Volvió a silbar y el portero empezó a aplaudir.

-Cállate viejo verde. –Cogió la mano de Erza quien estaba riendo flojito y se la llevo al vestuario.

-No la violes. –Dijo viendo como se encerraban. –Es guapa ee –Le dijo al portero.

-Demasiado para él. –Se escucharon los comentarios y risas.

En el vestuario Jellal y Erza se avergonzaron.

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