Entre pensamientos

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Era una tarde en la que ya empezaba a oscurecer, el sol empezaba a esconderse y una luna llena despertaba surcando el cielo.

Erza tras llegar y ayudar a su abuelo solo se dedico a hacer una tarde de deberes, estresante para otro estudiante mientras que en su cabeza solo pensaba en lo relajante que era estar distraída por los ejercicios de historia.

Siempre fue así, prefería saciar su mente y conocimiento antes que hacer otra cosa... hasta que apareció Jellal y su forma de ver el otro mundo totalmente desconocido para ella. Con Jellal aprendió a no tenerle miedo a ese mundo lleno de travesuras y desconocimiento, más lo llego a apreciar por la libertad que le llegaba, pero lo que más le gustaba era hacerlo en compañía de él y de los suyos. De alguna forma ambos se ayudaban a comprender lo desconocido.

Erza comprendió lo difícil que era para ella ese sentimiento de libertad pero gracias a eso descubrió lo realmente inteligente que era ese hombre tatuado en el rostro, uno de los más inteligentes que había conocido y estaba segura que seria para siempre, no habría otro hombre igual de listo o más que él. Y eso en su interior experimentaba una serie de sentimientos curiosos.

Pensaba en como un hombre así podía acabar luchando para diversión de otros o incluso tirado por la calle bebiendo.

La verdad es que no podía creer que él le ayudo a comprender varias cosas como la situación en la que estaba y recordó el momento...

Hace dos días surcaban a esa misma hora las calles para ir a un bar donde le esperaban la que era la su nueva pandilla de rebeldía.

-Sigues pensando que está mal, ¿verdad? –Erza asintió pero sonrió.

-De todas formas necesito hacerlo, me voy sintiendo más libre al hacerlo. Lo malo de todo esto es como se lo diré a mi abuelo. –Suspiro y miró al suelo. –No quiero que piense nada malo de mí, ni decepcionarlo de alguna forma...

-Sabes... cada palabra tiene su momento y su escenario, según como las digas pueden ser palabras en sobre palabras... sin sentido o pueden llegar a ser puñales, dardos envenenados o también besos o caricias, pueden llegar a despertar sentimientos como enfado o ternura pero también según como se han dichas pueden ser utilizadas con vehemencia y provocar malentendidos... - Erza se fascino por las palabras de él mientras ambos cruzaban miradas. –Así que solo busca un tono, la situación y sobretodo busca como expresarte. –Jellal sonrió. –Aunque estoy seguro de que por si lo entenderá, yo enseguida te entendí y eso que no me explicaste nada... -Ambos rieron. –Gatita confía en tus palabras y luz.

-La verdad es que... boxeador me dejas de piedra... no me esperaba que fueras así, tengo que tachar de mi punto de vista el que los boxeadores no piensan y si piensan lo hacen con los puños. –Ambos rieron.

-Uy Gatita como te la juegas en este instante, ya lo estas tachando. –dijo dándole un pequeño empujón y recibiendo uno de respuesta. –Eso quiere decir que estas lista para ser una gatita juguetona.

-Claro, siempre estoy lista para eso... -Jellal sonrió de lado. –Bueno me cuesta un poco pero me divierto hablando con Ultear y Meredy.

-¿Dónde queda el boxeador? –Puso sus manos en su cabeza. –Encima que te ayudo a resolver tus temas.... Gatita mala... -Le sonrió y ella puso los ojos en blanco y luego le reto con la mirada.

-Pues queda hablando con Cobra sobre que tía tiene el culo más grande. –La miró fijamente.

-No te pongas celosa, el tuyo es mi preferido. –Acto seguido se lo tapo con sus manos mientras se miraban fijamente aunque él con una sonrisa provocativa y ella un poco ruborizada.

Sonrió al acabar el recuerdo que tuvo y respiro profundo totalmente confiada de que lograría llegar a convencer a su abuelo cuando se le presentara la oportunidad y de que a él le gustara su culo... aunque enseguida se quedo con lo del principio y se avergonzó de recordar ese momento.

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