Te enseñare a vivir

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-No sé que estoy haciendo aquí... -Susurro mientras se peleaba por si entrar en aquel bar.

Había llegado en taxi para no perderse y incluso pillo las calles para no perderse y poder volver, era la hora que le indico Jellal y ya lo había visto en la barra, estaba fumando y bebiendo cerveza.

-Tengo miedo, ¿alomejor quiere hacer algo conmigo? –Pensaba mientras su cabeza no paraba de recordar la cercanía que hubo entre los dos. –Este no sabe lo que es el espacio personal.

Seguía susurrando hasta que tomo calma, respiro profundo y pensó "Este es el momento de hacer tu vida un poco más interesante, se fuerte" Dio un paso y entró, estaba lleno de gente.

Las miradas la seguían, la verdad es que una chica con falda azul y una camisa de tirantes, tan arreglada daba bastante la nota en un sitio como ese. Pero ella solo fijo la vista en el chico de pelo azul mate y este cuando vio que todo el mundo hablaba más flojito, se giro.

Sonrió y de un trago se bebió la cerveza. "Al final vino..." pensó mientras la veía aparentar fuerza pero en verdad estaba nerviosa. "Casi me lo trago"

Cuando llegó a su lado se paro quieta y respiro para calmarse.

-Nose lo que hago aquí... Pero necesito poder hacer mi vida con un poco de más acción. –Le miro a ratos mientras hablaba.

-¿Siempre vas así vestida? –Jellal la miró de arriba abajo y Erza solo asintió. –Es demasiado soso.

-Son mis prendas favoritas, las tuyas deberían ser arregladas. –Nadie se metía con su conjunto favorito, por muy guapo que fuera el chico. –Tienen demasiados agujeros.

Jellal soltó una pequeña risa, como le gustaba molestarla. Se levantó y empujo a un tipo que cayó al suelo y se quejo, pero la mirada de Jellal lo intimido tanto que solo se levantó y le insulto. Después cogió el asiento vació y se lo puso al lado de la pelirroja.

-Siéntate, tenemos mucho de qué hablar. –Erza sorprendida se sentó acomodase la falda para que no se viera nada. –Eso cúbrete, Por qué no era más fácil ponerse un pantalón, ¿verdad? -La verdad es que la falda le iba un poco por encima de las rodillas.

-Deja de meterte con mi ropa, antes de mirarme y decir todo eso, porque no miras la tuya. –Jellal volvió a sonreír y eso le molesto.

-¿Por qué te importa tanto lo que digan de tu ropa? –La miro fijamente.

-Es solo que me gusta y le tengo cariño. –Toco su falda.

-¿¡A la ropa!? –Se sorprendió. –solo son prendas.

-Prendas que me gustan. –AL final se dio cuenta que era un discusión tonta, el tenia razón no podía ponerse así por unos arrapos por mucho cariño que le tenía. Cada uno tiene su gusto. –Bueno va dejémoslo.

-¿Te diste cuenta ya? –Erza suspiro y asintió. –Bueno ya rompiste un límite, vístete como te dé la gana y da igual lo que te digan. –Ella sonrió. Jellal ya había dado su primera lección.– ¿Bueno y qué clase de acción quieres en tu vida? -Le preguntó con una sonrisa picara. –No quiero malinterpretar.

Erza le explico lo que se le paso por la cabeza cuando escucho la pregunta que se hicieron unas alumnas y que eso la había empezado a atormentar.

-Vaya, y tus padres ¿qué dirán de esto? –Erza dejo de mirarle y se miró la falda. –Perdona, no quería hacer recordar nada malo.

-Murieron en un accidente de coche. –Jellal le toco la mano y ella se sorprendió por el tacto, pero se sintió más relajada.

-Lo mejor para esos males es un poco de alcohol. Ayuda al menos a olvidar por un tiempo. –Erza no pudo hacer mucho ya que Jellal ya había pedido otra ronda y ya tenía un vaso de cerveza delante suyo.

Dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora