Juntos

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-¡Por supuesto! –Sonrió de lado. –Te dije que me sorprendieras y solo lo has logrado un poquito.

Sonrieron ambos mientras se iban acercando.

-Tranquila aun me queda mucho. –Jellal cada vez se sentía mucho más nervioso al saber que ella estaba tan cerca y como siempre le pasaba podría notar algo de su pantalón, pero como era un hombre de recursos sabía como llegar a disimularlo.

Erza sin saber lo que estaba provocando se dejaba abrazar y luego besar por aquel hombre que tanto le hacía cambiar.

-¿Lista? –Preguntó antes y tras ella asentir la cogió la de mano y fueron medio corriendo hacia donde estaba estacionada su moto.

- Una harley-davidson cvo ultra limited. –Se sorprendió al ver que la chica sabía perfectamente como era su moto.

-Vaya... -Se miraron y ella se avergonzó pero quiso disimularlo viendo esa espectacular moto de color azul y negro con toques plateados. -¿Te gustan las motos? –Erza aun seguía un poco maravillada con esa perfecta y espectacular moto que tenía delante.

-Sí, me gustan... aunque nunca me he montado en una. –Jellal sonrió al ver ese brillo de sorpresa que llevaba puesto la pelirroja tras ver su pequeño tesoro, pero su sonrisa se volvió traviesa al ver como ella le insinuaba y se mordía el labio.

-Bueno una pena, quería ir andando... -Erza le pillo enseguida. –O vamos quería hacerte sufrir. –Recibió un pequeño golpe por parte de ella. –Ay

-Venga vamos. –Dijo emocionada y sonrió como una niña pequeña al ver que Jellal subía.

-Sube y ponte el casco. –Le ordeno mientras le esperaba ya que había sido más rápido y en una de la mochila acoplada en la moto guardaba la bolsa donde llevaba todo lo de los estudios. –Vamos, no tenías ganas. –Le sonrió y vio como esa mujer le agradecía con su mirada aunque también había un cierto miedo en ella. –Te prometo que no pasara nada. –Alzó su mano y ella no dudo en darle la suya.

No tardó en sonar aquel motor tan ruidosamente molesto para algunos vecinos pero maravillosamente agradable para dos personas.

-Ves con cuidado eh. –Bromeó Erza aunque en Jellal le hizo recordar que dos personas muy especiales para Erza habían sido devorados por una carretera.

Respiro hondo y se mantuvo fuerte.

-Pequeña tendré mucho cuidado. –Notó como Erza con cierta timidez que hacia olvidar todo a Jellal se cogía con su ropa. –Cógete mejor. –La ayudo a abrazarle y notó como esta vez sí, le acomodaba aferrándose a él. –Ahora sí. –Susurro y empezaron a desplazarse con aquel artilugio de los dioses.

Erza no pudo evitar mirar todo, las calles parecían más grandes y más cortas, sentía como sus manos podían rodear el cuerpo de aquel hombre que estaba totalmente concentrado en conducir bien y ella estaba feliz de ello.

Le costaba un poco confiar en la carretera pero confiaba en quien conducía, de vez en cuando le dolía un poco y volvía cierto sentimiento pero el boxeador no dejaba que pensara, cada vez que paraban en un semáforo o en el Stop pasaba su brazo hacia atrás y le rodeaba haciendo que Erza recordara que no estaba sola.

Le gustaba ver todo aquel paisaje vivo que había, se estaban adentrando en los campos de la ciudad de al lado y ella no estaba acostumbrada al olor del césped, de árbol y tierra que venía de ese lugar pero aun así le reconfortaba y le hacía recordar a los frutos que siempre traía su abuelo cuando viajaba a lugares donde la tierra era el principal seductor de esa ciudad.

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