Me desperté cuando un violento escalofrío me recurrió la espalda.
"Demonios, sí que hace frío" pensé.
Me destapé con intención de dirigirme a la cocina a por un vaso de agua. Además, tenía curiosidad por saber si Ashton seguía durmiendo en el sofá.
Los dedos de los pies se me congelaron al instante cuando tocaron la fría tarima. Hice un esfuerzo por caminar sin que se me entumecieran mis extremidades y fui por el oscuro pasillo hasta la gran estancia principal de la casa.
Automáticamente, mi vista fue hacia el sofá, donde se encontraba un bulto enrollado en mantas y aún calzado frente a mí.
Bebí de una botella que se encontraba en la encimera, y miré por la ventana, pues Ashton se encontraba fuera del alcance de mi vista.
Me acerqué al rizado cuyos cabellos apenas se veían entre el amasijo de colchas y sábanas. Su cuerpo temblaba ligeramente y sus párpados se encontraban cerrados con demasiada fuerza como para estar dormido. Solo fingía.
-Ashton- le llamé para captar su atención. No se movió.
-Estas temblando...- me sonrojé en la oscuridad por la estupidez que tenía en mente decir- si quieres ven a mi habitación.
No reaccionó y me marché a mi cuarto arrastrando la poca dignidad que me quedaba. Tenía que haberle dejado muriéndose de frío. Me había escuchado y había pasado de mí olímpicamente.
Negué con la cabeza abofeteándome internamente mientras me metía en la cama.
Suspiré y traté de dormir de nuevo, pero al igual que hace unas horas, no lo conseguí.
Hice el tonto un rato más tratando de espantar a Ashton de mis pensamientos, hasta que sentí movimiento a mis espaldas y una explosión de euforia tuvo lugar en mi pecho, esperando que el antes mencionado estuviera a mi lado.
Me di la vuelta lo más serio que pude para mirarlo al tiempo que se despojaba de todas las mantas y se metía rápidamente junto a mí.
Su cara reflejaba el poco sueño del que no había disfrutado y sus ojeras eran acentuadas con las débiles luces que provenían de la calle.
Se tapó con la colcha y se quedó frente a mí, a pocos centímetros de mi cara sin decir una sola palabra y mirándome a los ojos.
El corazón se me aceleró un poco, pero tras varios minutos sin que un sonido saliera de su boca para decir algo en el incómodo silencio, finalmente decidí darme la vuelta y seguir durmiendo.
-Luke.
Presté más atención pero seguí de espaldas a él.
-Lo siento. Actué como un imbécil. No me tuve que meter en tu vida amorosa.
Volví a darme la vuelta y apoye la cabeza sobre mi mano.
-No, lo siento yo. Fue estúpido lo que hice. ¿Qué clase de amigo soy? No debí acostarme con Sam, estuvo mal.
-Sí. Pero si te gusta Sam, no es mi asunto, no sé por qué me puse así. Tenía miedo de que estuvieseis más unidos y me dieseis de lado, supongo.
-Nunca te daría de lado, ¿por qué piensas eso?
Se encogió de hombros. Tras unos segundos en silencio. Decidió hablar.
-Entonces...¿Todo bien?
-Sí, todo está bien- le respondí con una sonrisa.
Me volví a girar para intentar quedarme dormido, esta vez, más alegre que unas castañuelas.
-¿Sabes?- me sorprendió al hablar de nuevo- me he dado cuenta que te gusta mirar las calles por la ventana mientras te quedas dormido- hizo una pequeña pausa- siempre te pones de espaldas a mí y te quedas con los ojos abiertos.
-Supongo que me relaja.
Ashton no dijo nada más, me rodeó la cintura con su brazo y colocó su cabeza en mi cuello, en el que pude notar su regular y suave respiración.
El corazón me dio un brinco en el pecho pero en pocos minutos me relajé al observar por el gran ventanal los copos de nieve que caían furiosos y volaban impulsados por el viento en la noche oscura e iluminada por el brillo artificial de las farolas.*
-Ya entiendo por qué estás tan delgado.
-¿A qué te refieres?
-No tienes absolutamente nada en la nevera.
-Qué exagerado.
Dejé el móvil sobre la encimera y me acerqué al frigorífico que Ashton me mostraba con cara de preocupación al no encontrar nada "desayunable"
-Ahí hay mermelada- le señalé tras examinar el vacío espacio iluminado con una fría luz blanca.
-¿Y sobre qué la unto, Lucas, sobre media cebolla? No tienes pan, ni leche, ni galletas. ¡Tampoco fruta!- se indignó.
-Tenemos algunas cápsulas de café. Y zanahorias- dije tres observar mi alrededor.
-No pienso desayunar zanahorias- soltó Sam muy seria con los ojos aún entrecerrados por el sueño y el pijama de unicornios puesto. Anoche regresó muy tarde.
-Si prefieres pepinillos en vinagre...
-¿Quieres que muramos de hambre?- preguntó Ashton con expresión de sufrimiento.
-Que drama os estáis montando. Si queréis vamos después a hacer la compra.
-Yo paso. Estoy de resaca- dijo Sam.
-Luego no te quejes de la comida que compremos- le advirtió Ashton- bien dices que quieres comer sano.
Sam rodó los ojos y metió una cápsula de café en la máquina, no antes de colocar una taza bajo esta. Se marchó al baño y pude escuchar el sonido del agua de la ducha golpear la superficie de la bañera.
Ashton sacó de uno de los cajones una libreta pequeña y un bolígrafo.
-De acuerdo...Hay que comprar- murmuró cosas inteligibles para sí mismo mientras escribía palabras una debajo de otra.
-¿Qué cereales te gustan?- me preguntó.
-De chocolate.
-¿Chocolate? bueno, pues pongo de azúcar, que son mejores.
Rodé los ojos y me bebí el café que Sam se había preparado para ella.
-Ya está- dijo tras estar varios minutos escribiendo. Aparté mi vista rápidamente al darme cuenta de que todo este tiempo le había estado observando.
Metí la taza vacía en el lavavajillas tras darle un último sorbo y cogí el abrigo que tenía colgado en la percha.
-Pues vamos- me aseguré de que tenía las llaves y la cartera y nos fuimos.-Dios, que frío hace. Pon la calefacción Luke.
-Ah, vale, gracias Ashton, estaba a punto de encender el aire acondicionado- ironicé mientras ponía en marcha el coche.
La radio se encendió inmediatamente y una canción se entonó a un volumen bastante alto para mi gusto.
-Baja el volumen, anda- le ordené a Ashton mientras me incorporaba a la avenida.
Acercó la mano a la ruedecilla del salpicadero y pude ver con el rabillo del ojo que la giraba hacia el lado equivicado.
-¡No inútil, hacia el otro...- mis palabras fueron ahogadas por el fuerte canto que entonaba la chica de la radio.
En seguida estiré mi brazo para bajar el volumen, apartando una fracción de segundo la mirada de la carretera.
-¡Cuidado!- chilló mi compañero.
Me incorporé en el asiento tras cumplir con lo que me había propuesto y frené en seco, casi rozando el parachoques de un vehículo parado que tenía enfrente.
Respiré pesadamente, recuperándome del susto.
-No digas nada.
-¡Es la segunda vez que te pasa!- me espetó.
-Te he dicho que no digas nada. Ya lo sé. ¡Además es tu culpa!
Soltó una especie de bufido y apoyó su cabeza contra la ventanilla.
-La próxima conduzco yo.
-Como quieras.
-Y por cierto...¿A cuál supermercado vam- el sonido del móvil interrumpió su frase.
Una voz aguda comenzó a hablar y las únicas palabras que salían de la boca de Ashton eran "sí" y "vale". Colgó y se guardó el móvil en el bolsillo del abrigo.
-Sam necesita...tampones- fue lo único que me dijo.
-¿Para qué?
Noté que Ashton giraba su cabeza en mi dirección y me di cuenta de la estupidez que había dicho.
-Ah claro...- susurré.
-Eres idiota, Lucas- rió mientras volvía a mirar al frente.
Entramos en la zona de aparcamiento y serpenteé entre las filas de vehículos alineados buscando una zona donde dejar el mío.
-Ve al aparcamiento subterráneo. Tandrás más probabilidades de encontrar sitio.
-Ni hablar, siempre está rebosando.
-Confía en mí, siempre vengo a este supermercado.
-Te digo que es mejor aquí arriba, conozco este sitio como la palma de mi mano.
-¿En serio?¿Por dentro también?
Divisé un hueco a unos metros de distancia y me dirigí a él.
-Por supuesto, seguro que mejor que tú.
-¿De verdad?¿Qué te apuestas?
-¿Estás desáfiandome?- le reté con una fugaz mirada.
-¿Que tal...si hacemos una carrera? Quien consiga reunir todo lo de la lista primero, gana. El que pierda...tiene que subir y bajar las escaleras del edificio desnudo.
-¿Qué?- apagué el motor tras asegurarme de que el coche estaba bien aparcado.
Alzó las cejas, como diciendo "¿Tienes miedo?"
-De acuerdo- accedí.
Ya en el interior, cogimos cada uno un carrito y partimos la lista de la compra justo por la mitad.
-El que llegue primero a la caja, gana- volvió a decir Ashton- Preparados...
-Listos...
-¡Ya!- gritamos a la vez.
Ambos empujamos los carritos con fuerza y las ruedas se deslizaron por el resbaladizo suelo, haciendo que chocaran con un gran estruendo. Retrocedí para avanzar en línea recta.
-Demonios- murmuró Ashton desde el suelo. Se había caído.
-Ja, pringao- empujé mi carrito hacia la sección de congelados riendo mientras corría, con Ashton pisándome los talones.
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A Penguin and a Worm // Lashton
FanfictionLuke realmente necesita dinero, así que decide alquilar una habitación. Pero su nuevo compañero de piso es un completo idiota.