Rodeamos en silencio a la chica y abrí la puerta lo más rápido que pude, dejé pasar a mi invitado y cerré.
-¿Eso ocurre muy a menudo?- preguntó Ashton- porque si no yo...
-No. No ocurre muy a menudo- le corté.
Le enseñé primero el resto de la casa y finalmente su habitación, con una pared ocupada por un gran ventanal, una cama individual con una mesita de noche, una estantería, un escritorio y un armario.
-Bien, ¿te has decidido?- pregunté cruzando los dedos mentalmente. El precio que puse a la habitación era muy generoso, y si conseguía alquilarla, podría pagar facturas, comida y todo lo demás sin necesidad de matarme como camarero de lunes a viernes.
-Ah sí.- un alivio enorme me invadió- realmente lo tenía decidido desde que hablé contigo por teléfono. Básicamente porque fuiste el único que accedió a dejarme ver hoy la habitación.
-¿Qué?- conseguí decir.
-No quería perder el tiempo dando una vuelta como tu decías. Mi tiempo es valioso ¿Sabes?
-No me digas- bufé. No supe si podía llegar a odiarle mas en ese momento.
-Iré a traer mis cosas. ¿Tienes una copia de la llave?
-Oye, para el carro. Antes, debes saber que en mi casa hay reglas- le dije. Ante su cara de extrañeza continué. En realidad no tenía ninguna en mente, pero tenía que hacerle la vida imposible de alguna manera- En primer lugar... Eh...- me quedé pensando unos segundos.
-¿Estas seguro de que sabes cuales son tus...
-Calla- le interrumpí.- La primera regla es que debes ser higiénico. Nada de dejar platos sucios, nada de migas por el suelo, nada de ropa sucia fuera del cesto. La segunda regla es la intimidad. No entres en mi habitación, no te quejes cuando traiga chicas a casa y no me quejaré si traes chicas a casa y la tercera regla, pero no por ello la menos importante, NO. TOQUES. MI. PINGÜINO.
Ashton formó una mueca en su cara. Estaba aguantando la risa.
-¿Que pingüino?
-Mi pingüino de peluche. Es sagrado y solo yo puedo tocarlo.
Asintió despacio.
-¿Eso es todo?
Vaya, no le había molestando en absoluto.
-Tendrás que pagar el primer día de cada mes- añadí
-Guay- levantó los pulgares -¿me das las llaves?
Resoplé y saqué de la anilla de mis llaves una copia que tenía ya hecha. Se la di y salí de su nueva habitación. Menudo compañero de piso que me había tocado.
Fui a la cocina y me dispuse a preparar la comida. Hasta que una cabeza rizada se asomó por la puerta.
-¿Y si me ayudaras a traer mis cosas? - dijo con una sonrisa forzada.
-Es tu problema- abrí el frigorífico en busca de algo comestible, pero solo encontré unos espaguetis rancios, pepinillos en vinagre y un bote de mantequilla de cacahuete.
-Yo tengo comida de verdad- volvió a decir tras echar un vistazo a mi desolada nevera.
-Está bien, pesado. Cuanto antes lo hagamos antes terminaremos- "Y antes llenaré mi estómago" pensé.
Me puse el abrigo y salí de casa junto a mi irritante compañero. Nos montamos en su coche y mientras conducía me contó que había roto con su novia y no tenía dónde quedarse.
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A Penguin and a Worm // Lashton
أدب الهواةLuke realmente necesita dinero, así que decide alquilar una habitación. Pero su nuevo compañero de piso es un completo idiota.