#19

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Me desperté y pude ver a Luke tumbado junto a mí. Mi mano seguía aún sobre su cintura y nuestra ropa ya no estaba húmeda.
Miré el despertador que había sobre la mesilla de noche. Las 6:48.
El cielo era aún oscuro, pero el ambiente mañanero se percibía en la calle, pues la carretera estaba a rebosar de taxis, autobuses y coches que llevaban a las personas a su trabajo.
El frío me heló los huesos cuando salí de la cama, y me vestí rápidamente con unos vaqueros que no estaba seguro si eran míos o de Luke y me até los cordones de mis zapatillas de tela.
Nuestra ropa estaba mezclada en el armario y ya no sabía de quien era cada prenda.
Me dirigí a la cocina tras subir la cremallera de mi sudadera más gruesa y empecé a buscar los ingredientes para hacer tortitas, según la receta que mi querida madre me enseñó a hacer a los catorce años.
Los junté sobre la encimera y busqué en todos los armarios la harina. Recordé que compramos ayer en el supermercado y abrí de nuevo el cajón donde Luke la guardaba y sorprendentemente había una nota.
"Me he llevado la harina, lo siento.
-Sam :) "
¿Para qué demonios se ha llevado la harina esta mujer?
Negué con la cabeza y miré apenado el resto de los ingredientes. Me habría hecho ilusión preparar tortitas para Luke y para mí. Pues en este último mes he aprendido que los desayunos a base de tortitas, huevos y bacon, son considerados manjares en esta casa.
No estaba dispuesto a desayunar un cutre café de máquina y una galletas rancias. Luke necesitaba mejorar ese ánimo que arrastraba por los suelos ¿y qué mejor solución que un buen desayuno y una maratón de películas?
Cogí mis cosas y me puse el abrigo más cálido que tenía, dispuesto a salir a buscarla.
Al llegar al portal del edificio, mis zapatillas se empaparon al pisar la espesa nieve de varios centímetros.
-¿Es que nadie va a quitar esta nieve?- grité al aire.
Nadie me escuchó y nadie quitó la nieve, así que continué con mi viaje hacia la única tienda abierta en la ciudad a estas horas.
Sí, continué, a pesar de que mis pies se convirtieron en frigo-pies. Una persona normal habría vuelto a vestirse más adecuadamente. Pero yo, por ser yo, decidí que cuanto antes acabase mejor.
Removí los dedos de mis pies en las zapatillas en un fallido intento de que la sangre volviese a circular por ellos mientras esperaba a que el semáforo cambiara de color y me permitiese pasar.
Pero el muñequito verde no apareció, comencé a deseperarme y miré a los lados, a ver si pasaban aún coches, pero no paraban de llegar más y más vehículos.
Hundí mas las manos en los bolsillos y leí un cartel colgado al otro lado de la calle.
"Fuera de servicio"
Oh claro, se refería al semáforo.
Reprimí un gruñido de exasperación y fui hacia el siguiente paso de peatones, que me alargaba el camino diez minutos más.
Tras una larga caminata que me dejó con las extremidades entumecidas, entré en el gran y único supermercado que abría a las siete de la mañana.
-¿Dónde está la harina?- le pregunté a la mujer que se encontraba sentada en una silla giratoria, leyendo una revista.
Levantó la vista y me señaló uno de los larguísimos pasillos.
-No sé si quedará, hoy a mediodía nos traen más. Mala idea venir tan temprano, hijo- dijo con voz ronca.
Asentí mientras sentía la risa histérica en el estómago.
Fui a medio correr hacia las estanterías y busqué los sacos de harina. Pero, Oh, que sorpresa, NO HABÍA. Me llevé las manos a la cabeza y me masajeé las sienes.
"Luke necesita tortitas, no abandones, Ash" me dije a mí mismo.
Fui hacia la zona donde se encontraban los palés para aquellos fabricantes que los compraban a grandes cantidades.
Divisé un letrero donde decía "harina de trigo" y fui corriendo lleno de alegría.
La caja estaba compuesta por cuatro sacos grandes de 5kg cada uno. ¿El precio? Ni me atreví a mirarlo.
Cogí el paquete por un plástico que colgaba del envoltorio y lo arrastré hacia la caja. La mujer me miró alzando las cejas pero no dijo nada, escaneó el código de barras y el precio apareció en la pequeña pantalla.
-32,95€
Esta vez la risa histérica no la pude contener.
-¿Te encuentras bien, hijo?- me preguntó.
A sus espaldas pude ver una caja de cristal lleno de peluches en oferta y un pequeño pingüino llamó mi atención.
-Deme ese pingüino. Me lo llevo- dije ignorando su pregunta
La mujer se giró para sacarlo murmurando cosas como "estos jóvenes son cada vez más extraños"
Pagué por mi compra, y tras lamentarme internamente por el dinero que me había gastado, quedé expuesto de nuevo al frío, esta vez arrastrando veinte kilos de harina por la nieve, y con un pingüino de peluche asomando por mi bolsillo izquierdo.
Llegué al portal cubierto de sudor frío (no sabía que eso pudiera pasar) y tras hacer un descomunal esfuerzo, lo arrastré hacia el ascensor, claro está sujetándome a mí mismo la puerta, sacando las llaves, empujando la harina... Y todo eso por unas jodidas tortitas.
Abrí con una fuerza que no era necesaria la puerta principal y empujé dentro los sacos. Cuando la cerré a mis espaldas y volvía a girarme el dulce olor de un delicioso desayuno me inundó los pulmones. ¡Luke estaba cocinando!
-¡Menuda sorpresa!¡Estás preparando un desayuno decente!- exclamé.
Se giró y me dedicó una sincera sonrisa, que rápidamente se transformó en una mueca de confusión.
-¿Qué demonios has comprado, Ashton?
-Harina para tortitas.
-No sabía que ibas a preparar el desayuno para todo el país.
-¿Ya has empezado con el sarcasmo a estas horas de la mañana, Lucas?
Me senté en un taburete, observándole mientras le daba la vuelta a una tortilla francesa y la colocaba en un planto junto a unas tiras de bacon y unas tostadas con tomate triturado.
El débil sonido de la cafetera me indicó que una de las tazas se estaba llenando con un aromatizado café con esos nombres tan largos y exóticos que no sabía pronunciar, en vez del típico café con leche.
-¿Y puede saberse a qué se debe este festín?
-Supongo que...Quería agradecerte que insistieras tanto ayer con mi...problema. Estoy mucho mejor.
-No tienes por qué agrad- un sonoro estornudo me dejó a mitad de la frase.
-Jesús.
Cigí un pañuelo de la caja que había sobre la encimera y me soné los mocos.
-Parece que alguien se ha resfriado.
-Yo no me resfrío.
-Claro. ¿Por eso tuviste la genial idea de dejar que me quedase dormido en una Balera llena de agua fría?- su piel adoptó un color rosado y se dió la vuelta rápidamente.
-Por lo menos te saqué de ahí, idiota.
Dejó la sartén vacía en el fregadero y colocó toda la comida en una sola bandeja junto a dos tazas de humeante y aromatizado café.
Se dirigió a la mesa y la dejó sobre la sólida madera, cuando recordé el pingüino.
-Luke, te he comprado esto- saqué el peluche y se lo entregué con mis manos rígidas y frías.
El rubio me miró sorprendido y lo cogió con delicadeza.
-Ashton...Yo...-comenzó- es increíble que te hayas acordado.
-No es para tanto- me encogí de hombros.
-No Ash, es especial. Y lo sabes.
Noté el cambio de apodo de Luke, era la primera vez que me llamaba así.
Se acercó a mí dudoso, y tras vacilar unos segundos me abrazó.
Le rodeé con mis brazos ¿desde cuando se había vuelto tan...pasteloso?
-Esto...- se sentó y lo dejó sobre la mesa- gracias.
Le lancé una fugaz sonrisa e hice lo mismo.
-Oye ¿qué- Luke fue interrumpido por el sonido de la puerta principal abriéndose.
-¡Me mudo, chicos!- una feliz Sam alzó los brazos mientras entraba victoriosa- necesito que me ayudéis con las cosas.
Y...- paró unos instantes al ver mi extraña compra- ¿por qué habéis comprado tanta harina?
-A lo mejor porque alguien se llevó misteriosamente toda ayer por la noche- la regañe.
-Quería pizza- se encogió de hombros.
Se dirigió a la isla donde aún quedaban restos de huevos revueltos y bacón y comenzó a engullirlos rápidamente.
-¿Por qué comes así?- preguntó extrañado Luke.
-¿Tú que crees?- graznó
-¿Qué cambios de humor son estos?
-Nadie me toma en serio. Soy una persona horrible- se lamentó mientras dejaba el tenedor al lado del plato y se desparramaba sobre el taburete.
-¿De qué estás hablando?
Se Zampo una tira de bacon.
-¿No te suena de nada menstruación? Oye, esto está frito en aceite de oliva ¿verdad?
-Creo que he utilizado el de girasol.
Sam escupió la carne de la boca con los ojos saliédosele de las órbitas.
-¡DESNEURONADOS! ¡SOY ALÉRGICA A ESA MIERDA!

∆∆∆
Este capítulo es algo malo pero sorry :(
El próximo será genial, lo prometo :p
Os quieroooo y seguid votando y comentando!!







A Penguin and a Worm // LashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora