Capítulo 12

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Subí a su casa, indecisa llame al timbre. Esperé como dos minutos contados cuando quise darme la vuelta para irme se abrió la puerta. Di un medio giro y era Khadija:
-Pasa- dijo secamente, había omitido aquel ''hija'' con el que siempre se dirigía hacia mi, me sentó mal pero le quite importancia.
-Salamo 3likom ¿Cómo estás?
Entré al salón y me senté en el sofá, ella se sentó justo enfrente mía. Subió su mirada hacia la mía, sus ojos estaban rojos y muy hinchados, la expresión de su rostro había cambiado. Me impactó ver el cambio que ha tenido en menos de 24 horas.
-Cómo crees que estoy después de saber que mi hija es una vil traficante, cómo crees que estoy después de ver que todo mi sacrificio toda la educación que le di a mi hija fue para nada. Allah te puso en mi camino para desenmascarar a mi hija.
-Khadija perdóname
-No tengo nada, nada que perdonarte. Perdóname tu a mi en nombre de Sana por lo que has tenido que vivir- dijo apoyando su frente en la mano.
-No Khadja no, a ti no tengo nada que perdonarte has sido toda una madre para mi- dije mientras deje a Nassir en el sofá para cogerla de la mano acercándome a ella- La madre que he necesitado y no he tenido. La madre que me ha enseñado la paciencia y la confianza en Allah. La madre que me ha enseñado a luchar por mi felicidad. La madre que querría cualquier persona, eres mi segunda madre Khadija wallahi que te has vuelto imprescindible en mi vida. Eres lo que siempre he querido tener, a ti solo te puedo agradecer todo lo que has hecho por mi, no me alcanzara la vida para darte las gracias- dije entre lágrimas mientras la besaba en la mejilla y la abrazaba.
-A mi también me habría gustado tener una hija como tu, una buena chica- dijo entre sollozos
-No te preocupes por nada, todo pasa ¿si? Solo quiero que estés bien.
-Las heridas del alma son las más difíciles de curar hija mía- suspiró
-Todo se supera- la besé
Después de aquel momento tan emotivo entre lágrimas abrazos y besos entró Mohamed, como de costumbre se mostraba molesto conmigo ya no sabía si era por Salim o por el tema de su hermana. No quise preguntarle ni tenía ánimos para hacerlo, cogí a mi hijo y me fui en dirección a casa.
A medida que iban pasando los días Salim se mostraba muy atento conmigo, en cambio Mohamed se había distanciado. Respecto a Khadija había cambiado mucho, juraría que había envejecido diez años en menos de un mes. Ella era una mujer radiante, que iluminaba. Su sonrisa tan destacada y aquella arruga tan bonita que se formaba en su rostro al sonreír. Pero nada de eso seguía igual. Estaba apagada, delgada y ya no sonreía. Le insistía mucho en comer pero no hacía caso, lo único que hacía y a tiempo era rezar. Eso nunca le fallaba.
Me informó Mohamed que le habían diagnosticado depresión y que se tenía que tomar una pastilla cada cierta hora. Me ofrecí para cuidarla, para ayudarla como ella me ayudo a mi. Por muy mala cara que me ponga su hijo yo no iba a dejarla sola. Mi vida en aquel entonces giraba entorno a ir a comisaría, el psicólogo y a cuidar de Khadija.
El tiempo pasaba volando y nada había vuelto a su cauce, las cosas seguían iguales o peor.
Un día me llamo Naima invitándome a comer a su casa. Pasamos un momento muy agradable en compañía de una amiga suya. Cuando quise irme a casa se ofreció Salim en llevarme. Antes de montar en el coche me dijo que quería hablar conmigo.
-Espero que no te moleste ni es mi intención, desde que te conocí me debatía si decirte o no pero...
-¿Qué pasa?- interrumpí
-Quiero, mejor dicho: me gustaría que fueses mi mujer, mi halal- dijo despacito, casi susurrando- Sé que no estas en tus mejores momentos, que estas pasando por momentos difíciles pero quiero compartir contigo esos momentos. Ser tu apoyo, ayudarte y que me ayudes...- me mantuve en silencio sin saber que decir y prosiguió- ¿No vas a decir nada? Esta bien lo siento, perdóname no es momento ni lugar vamos te llevo a casa.
-No, espera.
-Dime
-¿Por qué no? Porque no intentarlo, no quiero darte el sí definitivo quiero pensarlo y meditarlo. No quiero cometer la misma locura de mi primer matrimonio, tengo muchos miedos que aún debe superar. Tengo tantos traumas que no se si podrías aguantar todo esto conmigo. Tengo que volver a Madrid, para poner al tanto de todo a mis padres. ¿Te puedes creer que ni siquiera saben que estoy divorciada? Mi padre es el típico pasota que no demuestra su amor por mucho que me quiera, en cambio mi madre me duele decirlo pero es muy mala persona, ni siquiera llaman para ver como estoy ¿Para qué les iba a llamar? Si se que no me ayudarían. Cuando se entere mi madre pegara el grito en el cielo, pero bueno me estoy desviando del tema... Déjame pensarlo, no se cuando te podre dar la respuesta no se si nada más llegar a casa cambié de opinión, no se nada...
-Tomate el tiempo que quieras, no me importa la espera si luego la recompensa seas tu...
-Pero no pienses positivo, prefiero que te sorprendas a que te desilusiones...
-No importa, vamos que ya es tarde.
Llegue a casa cansada con millones de pensamientos y confundida, no sabía si hice bien en darle aquella ''esperanza''. Luego estaba Mohamed que aunque no supiera que sentía realmente por él su nombre retumbaba en mi cabeza como si una alarma sonará. Pero debe de ser imposible que sienta algo más que aprecio, algo mas que cariño por nuestra amistad. Mi vida ha sido y es un desastre que no tengo tiempo para el amor, ni tiempo ni ganas. Luego me venía a la cabeza Karim, mi ex marido. El hombre que me enseñó a sufrir, ha mantenerme fuerte. Aquel hombre que no sabía nada de él, como si la tierra se lo traga. Me sentía tranquila, pues no estaba para golpearme como lo hacía, pero luego pensaba en Nassir, en que es su padre y se merece conocer le. Pero ¿Cómo iba a hablarle de aquel padre, un monstruo? No se sentiría para nada orgulloso, y...
-Ay... Te vas a volver loca Fatima te lo aseguro- me dije a mi misma sin terminar lo que quería decir, como si me diese miedo a escucharlo en voz alta.
Cada vez me sentía más cómoda con Salim, Mohamed pasaba totalmente de mí como si nunca hubiésemos sido amigos. Khadija, mi Khadija empeoraba cada vez más. Cada día estaba más delgada, su rostro pálido y unas ojeras enormes. Se la veía cansada y demasiado débil, seguía sin creer que estuviera como estaba. Su hija, seguía detenida. Hasta que no se realice el juicio no se sabrá la sentencia que le impondrán, Mohamed llevaba su caso y bueno era una situación un tanto extraña. De alguna forma me sentía la culpable de todo lo sucedido. Me sorprendía el buen trato que tenía Khadija conmigo después de todo, era un alma tan pura. Una mujer impecable, pocas mujeres me aceptarían en su situación. La intentaba cuidar y animar de la mejor forma no sabía qué más hacer para que vuelva a ser la de siempre.

Continuará...

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