-¿Cómo está Sana?- pregunto sin ninguna dificultad
-Bien, estamos en espera del juicio mamá. No hay ninguna novedad
-Dile que a pesar de todo, la lleve 9 meses en mi vientre. Que tuve que aguantar con la fatiga, las náuseas, los antojos, las palizas de vuestro padre... Dile que a pesar de todo la perdono de corazón, que espero que todas las personas a las que ha dañado les perdonen como lo estoy haciendo yo. Dile que la vida termina, y que el dinero es papel que va y viene. Dile que algún día no muy lejano nos tocará pagar cuentas a nuestro creador. Dile que cambie a pesar de estar encerrada. Dile que rece por mí y que ponga en práctica todo lo que un día le enseñe. Pero sobre todo; dile que la amo como nadie la podrá amar...
-Está bien mamá, pero no hará falta que se lo diga yo porque lo harás tú.
-Ay hijo mío, créeme que ya no me quedan fuerzas para nada.
-¿Mamá?- dijo una voz femenina que provenía de la puerta. Era ella, Sanae acompañada de dos agentes de policía- Escuche todo mamá, te prometo cambiar...- dijo acercándose a su madre.
-¿Hija? Qué haces aquí ¿Te han dejado libre?- dijo Khadija con un tono de esperanza.
-No mamá, he luchado por un permiso del juez para que la dejen venir a verte, solo hoy. Te dije que se lo tendrás que decir todo tu, que no haría falta decirle nada.
-Perdóname mamá, la avaricia me gano. No era consciente de lo que realmente estaba haciendo, esto tiene una puerta de entrada pero no de salida. No es fácil salir, pero una vez encarcelada supongo que puedo considerarme libre de ese mundo mientras no diga nada. Ahora lo único que me importa es tu bien estar, que estés bien, sana. Que vuelvas a sonreír como lo hacías antes, te prometo cambiar de lo juro. Solo quiero que estes bien mamá...- dijo mientras apretaba la mano de Khadija y se ahogaba entre lágrimas. Parecía arrepentida, pero... Ya no confiaba en ella.
-Me iré mejor después de saber que dejaras el mal camino...- dijo Khadija llevando la mano de su hija a la boca para sellar en ella un delicado y cálido beso. Sana se puso medio encima de ella dándole un abrazo, ambas rompieron en un fuerte llanto.
-Perdóname mamá, perdóname...- repetía una y otra vez mientras la llenaba de besos y abrazos.
-Se le acabó el tiempo señorita, debemos de volver- dijo firmemente uno de los agentes.
-Un rato más por favor- suplico Sana
-Ve hija mía, me iré tranquila después de haberte visto- dijo con resignación
-¡Qué no te vas a morir mamá!- gritó Sana como una niña pequeña
-Vamos- dijo el agente mientras se acercaban los dos a arrastrarla.
-¡Mamá! ¡Mamaaaaaa! - gritaba Sana mientras se la llevaban - Te quiero mamá- Fue lo último que escuchamos de ella.
Mohamed le secó las lágrimas de su madre con el mismo pañuelo que le di.
-Seguid la palabra de Allah, todo acaba. Aferrarnos a lo que es verdadero, trabajar para la otra vida que está en cuanto menos os lo esperéis ya estáis a las puertas de la muerte. Fatima, has sido como una hija para mí, una hija ejemplar. Nos robasteis el corazón a mi y a Mohamed, tu dulzura supera cualquier cosa. No desaproveches tu valentía y tu fuerza. Eres capaz de realizar cualquier cosa. Nunca dejes que nadie te ponga la mano encima, se una mujer de bien y habla con tus padres, pues ellos te dieron el don de la vida. Cuida de mi hijo como lo haría yo, no seas tan dura. Se mas recta en tu Din, se lo que Allah quiere que seas- dijo mirándonos a los dos.
-Tu has sido la madre que siempre quise tener, la madre que apoya a sus hijos independientemente de la decisión que tomen. Has sido un libro abierto para mí, he aprendido cosas que nadie podría haberme enseñado. Tú y tu hijo sois como dos ángeles que Allah puso en mi camino. Eres mi segunda madre, eres una mujer hermosa e impecable. Tienes algo que no cualquiera tiene y eso es lo que me hace quererte tanto. Gracias por todo mamá... Mamá- tartamudeó mientras lloraba. Me alcé sobre ella y la abracé fuertemente.
-Mohamed... No hace falta que te diga nada, eres mi mas bonita obra. Mi hombre ideal, mi niño. Eres mi vida hijo mío, que Allah te conceda todo lo que deseas. Que Allah te ponga en tu camino a aquella mujer que tanto quieres. Que Allah os llene de bendiciones, nunca olvides mis enseñanzas. Nunca olvides a Allah, nunca olvides tus valores. Nunca me olvides hijo mío- lloraban mientras se abrazaban.
-Te quiero mamá, siempre seré quien quisiste que sea. Tu hombre perfecto mama, tu hombre perfecto...
Khadija abrazaba a su hijo como nunca, como si quisiera acabar la última gota de energía que su esquelético cuerpo tenía. En cuanto Mohamed se incorporó ella empezó a jadear fuertemente. Empezaba a respirar con dificultad, mientras Mohamed salía al pasillo a gritar que venga un médico, yo me mantuve con ella. Elevó el dedo índice de la mano derecha y:
-Ashadu an la ilaha ila Allah wa ashadu anna Muhamad rasolo Allah- Dejó de jadear, dejó de respirar. Murió.
-¡MAMÁAAA! ¡MAMAAAAAAAAAAAA! NO ME DEJES SOLO POR FAVOR NOOOOOOOO...- un grito desgarrador salió de Mohamed mientras abrazaba el cuerpo sin vida de su madre.
-¡KHADIJA! ¡KHADIJA AAAAA! DESPIERTA KHADIJAAA- repetía entre mares de lágrimas como si fuese a despertar. Como si fuese a hacer efecto el repetir su nombre mil veces.
El mundo se me caía encima, mi mejor amiga. Mi segunda madre partió a una vida mejor. Nunca olvidaré el llanto profundo de su hijo, nunca olvidaré la manera en la que movía su cuerpo intentando que despierte de aquel sueño del cual sabía en sus adentros que nunca despertará. Nunca olvidaré como Mohamed se aferraba al cuerpo sin vida de su madre, la mujer que le dio la vida, la mujer que le inculcó los mejores valores de este mundo. Nunca olvidaré aquel sentimiento de haber perdido a una madre. Nunca olvidaré aquella blancura de su piel, aquella luz que desprendía como si solo estuviese durmiendo. Después de tanto tiempo volví a ver a Khadija con su rostro radiante y con su hermosa sonrisa. Como si sus arrugas hubiesen desaparecido.
-¡Salgan de la habitación!- entró un médico y varias enfermeras intentando reanimar a Khadija pero todo fue en vano, ella ya se había ido- Lo sentimos mucho, no podemos hacer más.
En aquel momento de tristeza, llanto y confusión por todo lo sucedido. Intentando aparcar el gran dolor que sentía por la pérdida de mi confidente intenté consolar a Mohamed. Me acerqué a él con la intención de abrazarlo sin pensar claramente que estaba haciendo. Él se apartó de mi:
-¡Fuera! Lárgate de mi vida. No has parado tranquila hasta joderme la vida, primero mi hermana y ahora mi madre. Eres una maldición en mi vida, desde que llegaste tú TODO ME HA IDO MAL TODOOO. ¡¡¡¡VETEEEEE DÉJAME EN PAZ OLVIDATE DE MI!!!!! No quiero saber nada de ti. NADA. No me busques ni me intentan consolar porque la única culpable de esto eres TÚ. Nadie más que tú- me gritó delante de todos, mientras se limpiaba los ojos bruscamente.
Sus palabras fueron como puñales en mi corazón, me hizo sentir tan mal. Que me creí todo lo que dijo. No respondí nada, me limite a llevarme a mi hijo e irse dejándolo atrás mientras lloraba.Continuará...