Capítulo 4

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Me mantuve en silencio, no contesta. Espere unas dos horas más o menos para obtener una respuesta o algo. Vino la misma agente que me tomo la declaración:
-Esta bien, de momento queda usted libre. Su marido declaró que tu no sabías nada.
-¿Y mi hijo?
-Su hijo está en un centro de menores, en cuanto estudie el juez su caso veremos que pasa.
-¡Pero no hice nada deberíais de dármelo por favor!
-No podemos entregárselo sin ninguna orden, que tenga mucha suerte fuera- finalizó en la puerta de salida, a un paso de estar en la calle.
Me encontraba en la calle, sin nada literalmente. Con el corazón partido y con el miedo de no poder recuperar a mi hijo. No sabía a dónde ir, rápidamente pensé en Khadija . No pensé que necesitaría tan rápido de su ayuda pero sin pensarlo mucho mis pies se pusieron en marcha hasta llegar al portal. Mire atentamente los pisos y se me olvido cual piso era, mientras miraba una y otra vez los pisos para asegurarme de cual era abrió la puerta un hombre:
-Perdone, perdone. ¿Sabe usted en qué piso vive una mujer marroquí?
-¿Khadija?- preguntó el buen hombre a la vez que sonreía.
-Si esa misma
-Esta bien es mi madre, en el 2D.
-¡Si! Muchísimas gracias- agradecí avergonzada. Sonrió y se marchó.
Ya que el portal estaba abierto, subí sin llamar al telefonillo.
Llame a la puerta un tanto desesperada, en cuanto la abrió Khadija me alcé sobre ella abrazándola y rompiendo en llanto.
-¿Qué pasa hija mía?
-Lo perdí todo, mi hijo, mi marido... ¡Por qué Allah me hace esto!
Le explique todo lo sucedido con lujo de detalle. Ella no reaccionó de ninguna manera, parecía tranquila. Como si no le importase lo que le estaba contando. En cuanto acabe de limpiarme la última lágrima que asomaba me levanté decidida a irme pues no me esperaba aquella actitud de ella y menos en un momento así.
-¿Dónde vas?- preguntó siguiéndome la mirada.
-Creo que no he venido en buen momento, lo siento.
-¿Has escuchado alguna vez eso de que el profesor se mantiene en silencio cuando te está examinando? Allah te esta probando, no caigas. Tienes que ser fuerte y tener paciencia, todo pasa por algo. No quiero volver a escucharte decir que porque Allah te hace eso. No eres quien para cuestionar nada. Tienes que pensar con la cabeza fría, aceptar las situaciones en las que te encuentras y tener la paciencia suficiente para poder seguir día a día. Tú eres inocente, pues tarde o temprano te devolverán a tu hijo, en cambio el tema de tu marido ¡Te han hecho un favor! - me echó la bronca mas dulce de mi vida. Ni siquiera mi madre me podría haber hablado así, hacía que mi corazón crezca ante tanta bonita palabra y tanto ánimo.
Al cabo de un rato me dispuse a irme, estaba abusando demasiado y eso no me gustaba nada. Justo cuando quise informarla de que me quería ir entró su hijo. Saludo con un ''Salamo 3likom'' secamente y entro al cuarto. Khadija al ver su actitud tan fría le siguió, espere durante 5 minutos pero no salía. Así que decidí por irme sin avisar, ya mañana le pido disculpas.
Necesitaba tomar aire, el cielo se estaba oscureciendo y eso me daba un tanto de miedo. Me senté en el parque donde solía sentarme con mi hijo. Empecé a llorar, ese miedo de perderlo para siempre me estaba matando. Tan pequeño e inocente, indefenso mi pequeño que estará haciendo ahora. Quizás me extrañe como yo a él... ¿Qué voy hacer ahora? Como voy a luchar todo esto sola.
Me ilumino un pequeño trueno y empezaron a caer unas pocas gotitas que fueron en aumento, no me moví del sitio...
-¡Al fin te encontré!- dijo una voz masculina a mis espaldas. En cuanto me giré vi a Mohamed, el hijo de Khadija- Mi madre te va a echar una buena bronca al irte sin avisar. Me mandó buscarte, me ha costado encontrarte... ¡Vamos a casa! Está lloviendo.
-No, quiero estar en este banco- dije sin mirarle.
-¿Toda la noche o qué?
-No sé...
Se acercó y se sentó en la otra esquina del banco, mirando el mismo punto de mirada que yo. Se mantuvo en silencio unos segundos y me preguntó:
-¿Qué penas tienes? ¿Amor?
-Si... Me separaron del amor de mi vida.
-¿Tus padres?
-No, la justicia.
-¿Está en la cárcel? ¿Qué ha hecho?- preguntó sorprendido.
-Tener el padre más rastrero- dije con una pequeña sonrisa irónica.
-¿Cómo?
-Estoy casada, y me han quitado a mi hijo. Él es el amor de mi vida, él es quien tiene el peor padre.
-Ah... Lo siento, pensé...
-No pasa nada, lo estoy empezando a asumir- le dije quitándole la palabra.
-¿Puedo ser tu representante? Soy abogado
-¿En serio?
-Si, por supuesto con muchísimo gusto pero levántate ya que nos vamos a resfriar.
Me levanté y le seguí detrás pensando en la propuesta que me hizo, había una pequeña esperanza en mi.

Continuará

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