Desperté, me encontraba en el suelo. Me dolía todo el cuerpo, sentía como me partía en pedazos. Sentía y eso ya era mucho porque no me quedaba corazón. No me quedaba nada ni nadie solo tenía a mi hijo. Pude mantenerme en pie, me acerque al espejo. Dejo de nuevo su huella en mí, esa huella morada alrededor de mi ojo, esas huellas que tanto me cuesta tapar. Cada vez que lo hacía me juraba no volver a dejarle a ponerme una mano encima. Pero mis promesas nunca se cumplían, me sentía tan sola en el mundo que simplemente me acostumbre a tantos golpes, a insultos y humillaciones, ya eran parte de mi vida, de mi día a día. A veces me pregunto qué mal hice para recibir este castigo. Pero me acuerdo de Allah y entiendo que son pruebas del camino. Pero a veces Shaitan gana mi fé y solo quiero morirme. Vivía torturada, en un miedo constante de si ese día tocará o no. Cuesta creer que me casé por amor. Mi marido era el mejor de todos, me pidió la mano y acepte conocerle, me enamoró y nos casamos. Los primeros meses parecían de película, pero a medida que iba pasando el tiempo él iba cambiando, llegaba tarde a casa, no me contestaba al teléfono, se volvía más agresivo y dejo de mostrarme aquel cariño que me tenía al principio de relación. Quede embarazada al poco tiempo de casados. Él no le mostraba tanto interés a nuestro hijo, parecía que no lo quería. Aunque eso no me molestaba tanto, a mi hijo ya lo quiero yo y para mi era suficiente. Llevaba tres años casada, mi hijo tenía ocho meses y seis días. Yo vivía en Madrid y me mudé a Barcelona a vivir con mi marido.
Solo temía morir de tristeza y dejar a mi Nassir solo, un sollozo de él me sacó de mis pensamientos. Lo cogí y lo abrace contra mi pecho:
- Ya está pequeño, mami esta aquí ella te va a cuidar.
Lo volví a dormir y lo deje en su sitio. Entre al baño para darme una ducha, pero en lo que cerré la puerta del baño escuche abrirse la de la entrada. Ya había llegado, me mantuve en silencio. No quise hacer ruido.
-¡¿Fátima?!- dijo alzando la voz
-¿Sí...?- dije sin desaliento
-¡Dónde está la comida!
-No tuve tiempo... si quieres te hago algo rápido- dije saliendo del baño
-¡La paso trabajando sin descanso y no puedo encontrar ni un plato de comida caliente en casa!- agache la cabeza y me dispuse a escuchar sus quejas y sus gritos. Hasta que me abofeteo. Rompí en llanto mientras me agarraba la mejilla -¡Llora llora que es lo único que sabes hacer!- finalizó dándole un portazo a la puerta mientras salía.
No aguantaba más, aún que la relación con mi madre no era muy buena decidí llamarla para contarle:
-¿Sí...?- contestó
-No estoy bien mamá
-¡Qué te pasa esta vez!- exclamó alzando la voz
-No deja de pegarme mama... soy su saco de boxeo. Ya no salgo a la calle por miedo a que me vea la gente- dije entre lágrimas
-¡A saber que le haces para que te tenga que pegar! Ya tienes 24 años compórtate como mujer y deja de llamarme por tonterías.
-Pero mama...- no me dejó terminar, mi madre me había colgado. Definitivamente estaba sola completamente sola. Tengo que hacer algo, si no es por mi que sea por mi hijo.
Aun recuerdo aquella tarde en la que decidí salir a dar un paseo. Llegue al parque me senté acercándome el carro de mi hijo hacia mí. Contemplaba la gente, mi mirada se perdió en el vacío. Ya no sabía ni lo que miraba, no me di cuenta de que una mujer mayor paisana mía se sentó en la esquina del banco. La mire y fingí una sonrisa agradable:
-Salam alaikom- dije
-3alikom salam hija, ya te lo dije antes pero estabas muy ocupada pensando. Así sois los jóvenes jajaj tenéis la cabeza en todas partes.
-Lo siento no la escuche... - dije agachando la cabeza
-No importa hija, espero que en lo que pienses sea bueno. Tus ojos no se ven muy bien- dijo bajando la voz.
-No sé, la verdad que no pensaba en nada. Alhamdulillah
-Eso es hija mía todo lo que sea Alhamdulillah por ello, pues pasamos un difícil examen en esta Dunya- en cuanto terminó me mantuve en silencio meditando lo que dijo. Nos mantuvimos en silencio las dos un largo tiempo mirando al mundo. Repasando cada palabra dicha, hasta que me llamó Karim:
-¿Sí?- contesté educadamente
-¡¿Dónde demonios estás?!- preguntó gritando tan alto que lo escucho hasta la señora.
-En el parque con Nasir, ya voy para allá- me apresure a colgar antes de que diga algo más ya que la señora escuchaba todo.
-Bueno me tengo que ir- le informé a la buena mujer
-Un difícil marido ¿verdad?- dijo cambiando la expresión de la cara
-Jahannam en vida a7aja, Allah sabe lo que estoy pasando y lo que estoy aguantando- solté mientras recogía mi bolso y agarré el carro.
-Aguanta lo que puedas hija, la vida está llena de pruebas y Allah ve todo, no eres la única en esa situación. Fi amani Allah cielo- se despidió poniéndome su mano en mi hombro. Vi como se marchaba, caminaba tan despacio que me quede un buen rato ahí parada.Continuará...