No me encontraba bien, la muerte de Khadija fue el peor de los golpes que recibí. De alguna forma se convirtió en todo. Fue el mayor apoyo que he tenido en toda mi vida, ni siquiera las amigas que tuve en mi soltería me han ayudado como lo hizo ella. ¿Qué iban a hacer sin ella? ¿Cómo iba afrontar todo lo que me quedaba por vivir sin ella? ¿Cómo iba a estar bien sin volver a verla? ¿Qué iba a ser de mi desde entonces? Mi cabeza, mi mente, mis ojos, mi cuerpo. Hasta mi boca, estaban agotados. Estaba tan cansada físicamente y mentalmente que hasta llorar me dolía. Creo que ese entonces se me agotaron las lágrimas, mis mejillas cogieron un color rojizo por la irritación de tanto llorar. Mis ojos estaban tan hinchados que parecía que en cualquier momento se saldrían de la órbita. Cada vez que cerraba los ojos con la intención de dormir venía la imagen de ella y Mohamed en mi mente. Y de nuevo rompía en llanto, dolía. Dolía demasiado. Dolía el sentimiento de culpabilidad, dolía sentirse un estorbo, una maldición en la vida de alguien. Dolía que te señalen con el dedo cuando el dolor por la pérdida era casi o igual que él. Si me sentía sola yo, no quería imaginarme a Mohamed. Muchas veces intenté llamarlo después de todo tenía razón en lo que dijo. Pero no podía.
Pasaron varios días y no sabía nada de él. A Salim lo tenía olvidado. Quería alejarme de Barcelona lo más lejos posible, después de todo lo que viví en aquella ciudad y después de haber perdido a Khadija lo menos que quería era seguir ahí. No quería estar ni un día más, ni uno.
Llamé a Salim:
-Perdóname por lo que voy hacer, no quiero que me guardes rencor. Pero... No puedo seguir con esto. La muerte de Khadija ha marcado mi alma, no puedo pensar en nada. Quiero que me perdones por favor... Quiero que me entiendas y quiero darte las gracias por todo. Te deseo lo mejor...
-No pasa nada Fatima, entiendo que no es momento para pensar en boda. Simplemente decirte que lo siento por lo de Khadija y que cuentas conmigo para lo que necesites. No estaba destinado que fueses mía...- dijo con resignación, sin poner ninguna queja. Era eso lo que me gustaba de él, su empatía.
Después de hablar con él sentí un peso menos encima, decidida a irme quise despedirme de Mohamed pero no me cogía las llamadas. Así que opté por dejarle una carta en el buzón que decía:
''Mohamed: quise despedirme de ti pero no me coges las llamadas... Te entiendo. Entiendo que sea la culpable de todo. Entiendo que no quieras verme más. Por eso creo que la mejor decisión es volver a casa de mis padres aunque sea temporalmente. Barcelona no me ha dado más que malos momentos, aunque el único buen momento ha sido conoceros a ti y a tu madre. También me aleja el hecho de que ya no esté tu madre, aunque no lo creas era demasiado importante para mi. Te he llegado a querer como nunca pensé querer a un amigo. Espero y te deseo que una vez me haya ido seas feliz. Que tengas aquella felicidad que tanto añoras y que yo aleje por mis malas vibras. Deseo de corazón que seas feliz, espero que nunca te olvides de mí. Porque tú siempre vivirás en mi memoria. Perdóname por haberte causado tanto dolor, no fue mi intención. Yo os quería de verdad. Cuídate y que Allah te proteja''
Dejé aquella carta en su buzón y cogí dirección al aeropuerto, en el cual gasté mis últimos ahorros en un billete de ida pero sin vuelta a Madrid. Decidida a dejar atrás todos mis malos recuerdos excepto uno; Khadija y Mohamed.
Con en el corazón encogido llame a la puerta, hacia tanto que no les veía que ya casi ni recordaba lo que era una bronca de tus padres. Tenía una mezcla de miedo y desesperación. No espere mucho ante la puerta ya que mi madre la abrió enseguida. Se quedó mirándome un par de segundos con cara de ¿Qué demonios haces aquí?:
- Mamá... ¡Cuanto tiempo!- dije abrazándola para romper ese momento.
-Al fin te dignas por acordarte de tus padres eh- dijo devolviéndome el abrazo- ¿Dónde esta Karim?
-Eh... Está en Barcelona, vine sola ¿Por qué?
-Desde cuando te dejan viajar sola- me alzo una mirada asesina
-Hay mucho que contar mama, mucho...- dije ya entrando dentro acomodándose en el sillón.
-Qué mayor está este niño, está muy gordo ¡No le atiborres de comida!- exclamó mientras cogía en brazos a Nassir, como si no hubiese escuchado ese ''mucho que contar''.
No sabía como empezar, pero quise sacar el valor de donde sea. No quería seguir más con esa mentira. Pero mejor esperar a contárselo a ambos, porque sé que mi padre se pondría de mi lado, mientras no le coma mama.
Después de inventar varias mentiras para salir del paso. Llegó mi padre, corrí como una niña pequeña hacia él, nos abrazamos tan fuerte que sentí nuestros huesos crujir. Solo en un simple abrazo supe quién me hecho mas de menos y quien me quería más. Era una tontería pero pequeños gestos marcan la diferencia, a diferencia de mi madre con dos palmaditas en la espalda tuvo suficiente... Que Allah me de la fuerza que necesito para poder contar todo.
-Que tal todo hija- sonrió mientras se acomodaba a mi lado.
-Muy mal papá, muy mal...- miré al suelo.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Me he... Bueno creo que es mejor contaros la historia desde el principio.
Después de contar toda la verdad desde el maltrato hasta la muerte de Khadija mi madre empezó a palparse la cabeza y a llorar del disgusto:
- Qué vergüenza, qué vergüenza... ¡Qué le diremos a la gente ahora! No no no tú aquí no te puedes quedar. ¿¡Qué quieres que se rían de nosotros!? ¡QUE DESGRACIA YA ALLAH, QUE DESGRACIA!- no dejaba de decir sandeces.
-¡Mama! Era traficante ¿Que eso no te importa?
-¡Que me da igual! Aquí no te puedes quedar.
-¿Como?- mire a mi padre con la esperanza de que interceda por mi - ¡Estas loca o que! ¡Donde tienes el instinto de madre! Que tipo de persona le importa más lo que piense la gente al bienestar de su hija, sangre de tu sangre ¡¡¡¡Explícame qué tipo de madre eres!!!!- ante mis gritos y malas formas de hablar recibí una bofetada.
-¡Soy tu madre! Quiero que estés bien como las demás chicas que han sabido cuidar de su hogar.
-Si no se hubiese muerto Khadija te juro que no había vuelto a pisar esta casa, porque ella sí que era una madre. Ella me dio todo el cariño que me renegaste desde pequeña, con ella supe lo que era amor de madre. Pero ¿Tú? Estas muy lejos de ser madre- replique en llanto, recogí mi maleta y a mi hijo decidida a irme hasta que me detuvo mi padre cogiéndome del brazo.
-No vas a ir a ningún lado. Esta es tu casa y yo soy tu padre, vuelve a la que era tu habitación. De tu madre ya me encargo yo- dijo seriamente, obedecí sin más y fui a mi habitación sin pensárselo dos veces escuchando todo lo que decían.
-¡A mi no se me contradice!- grito mi madre.
-¡¡¡Cállate!!! Siempre igual ¡Que tienes en contra de ella acaso no la pariste tu o que! Esta es mi casa y la última la palabra la tengo yo. Así que más te vale no rechistar porque te juro que la a próxima de quien se van a reír por divorciarse es de ti. Gente, gente, gente. Cuando mueras y Allah te pida cuentas no te preocupes que la gente hablar por ti, estoy cansado de callar y observar CANSADO- nunca le había hablado de esa forma a mi madre, no quiero ser cruel pero se lo merece, porque al fin se ha mantenido con la boca cerrada. Sin quejarse ni rechistar. Yo cerré la puerta de mi habitación y me eche en la cama con mi hijo.
Dormí profundamente hasta que noté que Nassir se subía encima de mí:
-Hola pequeño, hola mi amor qué tal has dormido- le decía mientras lo comía a besos- No te preocupes por nada mi vida, mamá está aquí y tiene todo el amor del mundo para darte. No pasarás por lo mismo que yo porque yo si te amo.
Dejé al niño en el suelo encima de una alfombra dándole un juguete para entretenerse mientras yo iba a hacer la ablución para rezar. Al salir del baño vi que mi hijo no estaba en el cuarto, no quería salir al salón pero por fuerza mayor salí asustada. Lo encontré en brazos de mi madre:
-Que me miras, es mi nieto tengo derecho a cogerlo- la miré y sin responder volví al cuarto a rezar.Continuará...