Caminaba con las manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero. Hacía frío y llevaba por lo menos unos quince minutos caminando por las calles. Caminaba a paso normal y sentía a cada instante la presencia del chico que me salvó de la cárcel escapando a toda velocidad de una persecución policial. Venía detrás de mí, sentado en su moto con el casco puesto. Con el motor apagado, se impulsaba con una de sus piernas.
- ¿No preguntarás mi nombre? ¿El nombre del chico que te salvó la vida?
Había estado evitando sus preguntas todo este tiempo. Quien habría dicho que el dueño de esa máquina que tanto adoraba, era un completo creído. Tenía curiosidad, claro que sí. Pero no estaba dispuesta a rebajarme de nivel. Nunca lo había visto. Por lo menos no entre las batallas del estacionamiento ¿Sería de otra ciudad? No quería preguntar nada. Me limité a seguir caminando, faltaba poco para llegar a mi casa y liberarme de este embrollo. Me detuve y volteé a verlo, haciendo que también se detuviera.
- Gracias, por enésima vez. Falta poco para llegar a donde vivo. Puedes irte. - seguí mi camino y escuché el motor de su Honda rugir. Se iría. Qué bien. Vi como avanzó hasta mi lado. Y me miró.
- Sube, te llevo a tu casa. - Lo miré con cara de "¿no me escuchas o qué?". - Vamos, no te secuestraré. - Okey, si así me dejaría en paz, bien. Subí con resignación y me aferré de su chaqueta.
- No es necesario que hagas esto. - arrancó ignorando lo que dije.
-¿Dónde vives?
- Tres cuadras más allá. - no hablamos en lo que quedaba del camino. A pesar del viento podía sentir su respiración tranquila, en realidad su aura era tranquila, por un momento me sentí ¿bien? No sé, sólo estaba cómoda. Cómoda y tranquila hasta que recordé que mi moto había sido robada y no tenía ni la más mínima idea de quién podría haber sido. Pero tenía un indicio, muchos querían que yo pagara por ciertas faltas que he cometido, golpes en alguna parte del cuerpo, encarcelamiento, pequeños rayones en sus respectivos autos, en fin. Habían muchas posibilidades de personas, pero no todos tenían una Chevrolet luv roja. Lo encontraría, al autor del robo y a mi preciada Holy, incluso si eso significaba cortar cabezas.
Iba inmersa en mis pensamientos hasta que ese chico me habló de nuevo.
- Te siento aproblemada. ¿Ocurre algo? ¿Mi moto no es cómoda? - habló sin cambios en su voz, tan rígido.
- N-no, no es eso. - golpe mental, HaNi, no tartamudees. - Es aquí. - frenó despacio hasta que nos detuvimos. Me bajé lentamente observando mi casa. El Cadillac de Hoseok estaba ahí. - Gracias por molestarte. Lo siento si te causé algún problema.
- No es nada. Ya me voy. - miró el auto de mi primo por unos segundos. - Nos veremos...luego.
¿Eh? ¿Qué le hacía pensar eso? No tenía ganas de volver a compartir con alguien tan engreído y pesado como él, gracias, pero no...
Busqué mis llaves en los bolsillos de la chaqueta... estaban adjuntas a las de la moto... Nostalgia, Holy. Iba a abrir la puerta, cuando de pronto, ésta se abre, mi primo estaba del otro lado.
- HaNi. - susurró. - ¿Se puede saber en dónde te habías metido? Los policías arrasaron el lugar y se llevaron a todos los que cabían en los autos. ¿Cómo estás? ¿Te paso algo? - no me había dejado entrar aún, yo seguía afuera de mi propia casa, posiblemente muriendo de hipotermia y mi primo seguía cerrándome el paso.
- Hoseok, estoy bien. - lo empuje un poco hacia atrás para pasar. - ¿Mis papás? - comencé a sacarme la chaqueta. Que día más agotador.
- Fueron a comprar al supermercado. - debía asegurarme.
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Honda DN-01
Fiksi PenggemarEscuchaba el rugido de su moto cada noche. La maravillosa máquina soltaba un aullido que se comparaba con una buena base de hiphop para mis oídos. Jamás pensé que me encontraría con él, y mucho menos esperé que sobre esa moto se encontrara una perso...