Capítulo 10. Everywhere

48 10 0
                                    

- ¡HaNi! ¡Son las 10!

- Mierda.

Y así es como se terminaba una semana al estilo HaNi. Viernes por la mañana, último glorioso día de una semana bastante agotadora en la universidad... se queda dormida para su clase de prevención. Aunque tenía claras razones para no escuchar la alarma esa mañana.

- Voy, mamá. – grité desde la puerta principal.

Tomé mis llaves, mi gorro negro y salí de casa. Odiaba ir a comprar el pan y esas cosas para cenar. Debía...tratar con gente que no conocía, bueno, sí, pero que no era de mi círculo social, no eran cercanos, pero ese día mamá me había amenazado con quitarme las llaves de Holy y prácticamente volé a mi dormitorio para tomar mis cosas e ir a comprar la bendita comida...

Hacía bastante frío, hace unos días atrás había llovido, y al parecer, la helada ya estaba cayendo. Caminé tranquilamente por la calle con las manos en los bolsillos de mi abrigadora chaqueta en un intento por mantener el calor en mi cuerpo.

Llegando a la panadería tomé una bolsita de papel para echar el pan. Nueve, diez, once, doce, trece y lo puse en la pesa.

- ¿Llevas algo más?- preguntó un pequeño niño detrás del mostrador.

- Eh, sí. Quiero quince rebanadas de queso.

Luego de tener todo, pagué en la caja, despidiéndome del pequeño y de la señora que seguramente era su madre.

Tomé el camino de vuelta a casa con la bolsita en una mano y la otra dentro de mi chaqueta. A unas casas antes de la mía, vi a la señora Kinni, una vecina, en el jardín de su casa hablando por teléfono. Se me hizo extraño, pues... ¿por qué razón alguien hablaría por celular fuera de su casa...en el frio?

- Hola, HaNi. – saludó con voz temblorosa, quizás por el aire helado que corría.

- Hola, señora Kinni.

- De casualidad, ¿no has visto a mi hijo BonHwa? Salió a jugar ésta tarde y no ha vuelto.

- Oh, lo siento. No he salido en todo el día, así que no lo he visto. – me detuve frente a ella. Mirando la hora en mi teléfono, 21.40 hrs.

- Le dije que no se alejara, y ya es tan tarde y no vuelve. – dijo buscando con la mirada preocupada por la calle.

- Si llega a aparecer avíseme. Y si necesita ayuda, vaya a mi casa. – le sonreí para tratar de calmarla. – De seguro está en la casa de algún amiguito.

- Gracias, HaNi. Esperaré otro rato. – me sonrió ladinamente, asentí y seguí mi camino.

Luego de la cena en conjunto con toda mi familia, fui a mi cuarto y me lancé a mi cama a descansar. Esta semana había sido de locos. Los profesores intentaban pasar las materias muy rápido y exigían y exigían trabajos extras, para así poder terminar el semestre en unos tres o cuatro meses más. Nos habíamos atrasado durante el tiempo en el que la universidad estuvo siendo reconstruida y debíamos ponernos al día si no queríamos estar en clases hasta Navidad y Año Nuevo, robándonos nuestras vacaciones.

El sonido de una patrulla llegando al frente de mi casa me hizo despertar de un salto. Me levanté tambaleándome, y aun con la luz apagada me dispuse a ver por mi ventana qué era tan importante como para que fuese necesario tocar la sirena y despertarme de mi sueño recomponedor.

Miré a través de la cortina y la imagen que me encontré no era muy diferente a la que ya había presenciado meses atrás. Uno de los hijos de mis vecinos, había sido liberado de la cárcel de menores y ahora estaba con arresto domiciliario. La venta de drogas abundaba en esos sectores, y no me había extrañado que esa familia, sí, la familia completa, estuviera inmiscuida en ello también.

Honda DN-01Where stories live. Discover now