Isla Ballena. Una pequeña ciudad rodeada por un muro de piedra desgastada. Callejuelas estrechas con rincones oscuros, comercios repletos de gente y, sobre todo, una ciudad poblada por piratas, ladrones, asesinos, timadores y cientos de hombres perseguidos por la guardia de diferentes países.
Un galeón de velas más amarillas que blancas, un casco lleno de mugre y una tripulación algo tensa llegaron a puerto. El color de la madera era de un negro desgastado y necesitaba unas buenas capas de pintura. Su mascarón de proa era el busto de una hermosa mujer llena de tatuajes y con un cuchillo entre los dientes. Aquel barco era, nada más y nada menos, que La Dama de Las Dagas.
El capitán Brown bajó del barco el primero. Con la cabeza calva bien alta, miraba con orgullo el pequeño puerto en el que varios barcos pirata habían atracado:
-Hogar, dulce hogar.-dijo, y sus pequeños ojos marrones centellearon.
Jacques Brown había pasado casi toda su infancia en Isla Ballena en los momentos en los que no estaba surcando los mares con su padre. La suya había sido una infancia un tanto extraña. Su padre y su madre eran piratas cuyos padres vivían en Isla Ballena. Una noche se conocieron y ella se quedó embarazada. Tras el parto, el padre se quedó con el pequeño Brown para formarlo como pirata, mientras su madre seguía con su vida al mando de una tripulación únicamente compuesta por mujeres y, una vez al año, se reunían todos en familia para pasar un día juntos, para recordar que, a pesar de todo, estaban emparentados. No solamente ellos tres si no primos, tíos, abuelos, sobrinos... Todos eran piratas.
-¡Capitán!-dijo alguien de la tripulación desde el viejo barco.- No pensará dejarnos aquí, ¿cierto?
El capitán rechinó sus amarillentos dientes.
-¡Estúpidos! Bajad aquí ahora mismo. ¿Qué clase de capitán dejaría que sus hombres no pudieran disfrutar de los placeres de Isla Ballena?
Todos se apuraron en bajar a tierra firme y se colocaron en fila de uno.
-Escuchadme bien, todos. ¡Tenéis el día libre! Haced lo que queráis; saquead, mal gastad vuestro dinero en el juego, pagad a alguna puta o a varias, bebed hasta caer muertos... Me da igual. Eso sí, no me molestéis. Al primero que se le ocurra hincharme lo cojones lo cuelgo del palo mayor.
-¡Si, capitán!-dijeron todos a unísono.
-Gerard, ocúpate de restaurar las provisiones y de comprar herramientas nuevas por si sufrimos algún daño en los próximos viajes. Aamil, empieza a hacer tu trabajo, novato, y acompáñale.-volvió a dirigirse a la tripulación- ¡El resto! Iros un rato a la mierda y dejadme en paz.
Tras esas últimas palabras se fue, haciendo resonar el tacón de sus botas en los maderos del muelle, mientras tarareaba una cancioncilla. Casi podría decirse que esbozaba una media sonrisa.
-¡Ya habéis oído al capitán, día libre, chavales!-dijo Aamil.
-Eso significa...-dijo Pietro golpeando con el codo a Mike.
-¡Taberna de Concha Marina!- exclamó el pelirrojo.
-Me pregunto qué tal estará Jessica...
-Uu...No quiero ni imaginarme la cantidad de preguntas que te hará cuando te vea.
- No te rías tanto. Ya veremos que cara de estúpido se te queda cuando Lara te abofeteé por lo que pasó la última vez.-se rió el italiano.
-Eso os pasa por conformaros con muchachas a las que pagáis para que os sirvan.-dijo Nic- No solo te fuiste sin pagar sino que además ni si quiera le avisaste.
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Más allá de los Siete Mares (CANCELADA)
Aventura¿Sinopsis? ¡Quién necesita eso! Estoy demasiado ocupado surcando los Siete Mares, como para ponerme a escribir una sinopsis... Como el capitán tiene ahora un mapa del tesoro pues nos toca irnos a tomar por culo a por él. Y no te creas que es tan div...