11. Noche de imprevistos

203 19 4
                                    


-¿Quieres hacer el favor de sentarte, Clark?-dijo Jacques suspirando, irritado.

Su primo llevaba un buen rato dando vueltas de acá para allá en su camarote y estaba controlando sus ganas de patearle el trasero y encerrarlo en los calabozos.

-Es que no me lo puedo creer. ¿Cómo es que no se lo has contado?-dijo Clark con los ojos bien abiertos y haciendo aspavientos con los brazos.

Al igual que la noche anterior, ambos se encontraban reunidos en el camarote de Jacques. No obstante, esta vez Jacques le había hecho llamar y, nada más llegar, Clark se encontró con la noticia de que Jacques no había notificado de la situación en la que se encontraban ni tan siquiera al primero y segundo de abordo.

-¡¿Y qué querías que hiciera?!-le gritó.- Si abro la boca y le digo a la tripulación que estamos siendo perseguidos por La Muerte Irreversible y que no tengo un plan para darles esquinazo no solo cuestionarán mi capacidad como capitán, si no que cundirá el pánico en algunos.

Clark le miró extrañado:

-¿No se supone que tus piratas son unos de los más fieros y valientes de los Siete Mares? ¿Qué clase de piratas llevas a bordo de tu barco, Jacques?

Jacques estalló furioso:

-¡No te atrevas a insultar a mi tripulación de esa forma! Ni se te ocurra dudar de su valor y su ferocidad pero... Joder, Clark ¿por qué te crees que se llama La Muerte Irreversible, imbécil? No es una broma, ni una leyenda ni ninguna gilipollez. Son verdaderos piratas sanguinarios con un odio y rencor acumulado hacia este barco y hacia todo lo que representa que no desistirán hasta que consigan lo que quieren. Y no es que tengan miedo de pelear contra ellos, el motivo de su vacilación y pánico será el saber que no hay un plan establecido y sin un buen plan no habrá nada que podamos hacer y, esta vez, acabaremos todos muertos.

Cuando terminó su discurso se mordió la lengua y volvió a sentarse en su silla, todavía irritado por el comportamiento de su primo.

Clark se sentó en la silla que había frente a él y suspirando, pero esta vez hablando con un tono más suave y delicado, dijo:

-Aun así Jacques, son tu primer y segundo de abordo...

-¡Qué te calles, Clark! ¡Este es mi barco, aquí cumples mis putas órdenes y si no te parece bien te jodes! ¡Y no te atrevas a cuestionar mi capacidad como capitán! ¡El que se ha labrado una fama y un nombre en el mundo de la piratería soy yo, no tú! Y si no, mira como han acabado tus piratas. No creo que me convenga aceptar consejos de alguien que no sabe cuidar de sus subordinados y de su barco. ¡Nunca estuviste hecho para esta vida, Clark!

El rostro de su primo empalideció tras oír aquellas palabras tan dolorosas, pronunciadas con tan mala voluntad.

Jacques, volviendo a suspirar, se frotó los ojos, irritado, y concluyó:

-Sal de este camarote. No quiero verte. ¡Largo!

Clark que seguía pálido como un fantasma, se levantó despacio y, sin pronunciar palabra, salió del camarote.

Jacques bufó, colérico, y golpeó la mesa con fuerza:

-¡Joder!

Le exasperaba que su primo dudase de sus capacidades de liderazgo. Él era Jacques Brown, capitán de La Dama de las Dagas, barco conocido por todo el mundo y temido por muchos. Había conseguido ser alguien en el mundo de la piratería sin la ayuda de su padre, había empezado desde cero y era algo de lo que sentirse orgulloso.

Más allá de los Siete Mares (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora