9. Charlas nocturnas

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El pábilo de la pequeña vela prendida era la única luz de la habitación e iluminaba la oscuridad que la inundaba.

El capitán Brown se encontraba de pies frente a una serie de mapas de diferentes puntos del planeta.

Su mano bajo la barbilla y la cabeza apoyada en la punta de sus dedos era el símbolo de su concentración, pues era la posición que siempre acostumbraba a poner cuando se hallaba inmerso en sus ideas.

En medio de ese silencio sepulcral en el que el capitán Brown solo alcanzaba a oír el sonido de sus pensamientos rondándole por la cabeza, alguien llamó a la puerta.

-Adelante.-dijo Brown sin moverse.

Su primo Clark entró en el camarote, procurando hacer el menos ruido posible, como si el más mínimo pestañeo pudiera ser capaz de romper el silencio que gobernaba el lugar.

Jacques estaba de espaldas a él y no se molestó en volverse.

Ambos permanecieron de pie, sin decir palabra, durante largos minutos, que para Clark casi pudieron resultar horas.

Finalmente, el capitán Brown giró sobre sus talones y se fue a sentar en la silla de su escritorio. Dejándose caer en el asiento, resopló y dijo:

-¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres, Clark?

Su primo tartamudeó:

-Verás...Yo...No podía dormir y...pensé en pasarme a hacerte compañía o en ayudarte a hacer lo que quiera que estuvieses haciendo...

Jacques se frotó los ojos y suspiró:

-Clark, ya no tenemos cinco años, no puedes venir a dormir conmigo cada vez que no puedas hacerlo tú solo.

Su primo le observó detenidamente.

-Jacques, deja de intentar hacerte el gracioso conmigo. Te conozco y sé que algo está haciendo que te devanes los sesos.

Jacques le devolvió la mirada a su primo.

Ambos se miraron a los ojos, conectando de esa forma tan extraña como lo habían hecho desde niños, como si pudieran leerse el pensamiento el uno al otro y sus mentes estuvieran unidas.

Los ojos oscuros de ambos centellearon. Unos ojos tan profundos, penetrantes y similares... Y, sin embargo, eran completamente diferentes.

Jacques siempre había sido el fuerte, el bruto y el insensible. Actuaba de forma egoísta y siempre buscando su propio beneficio sin importar a quién tuviera que pisar para conseguirlo. Por otro lado, Clark siempre fue bondadoso y dadivoso, quizás porque fue el pequeño o porque tenía un corazón demasiado humilde y servicial. Sea como fuere, quizás fue eso lo que hizo que fracasara como pirata, por fiarse demasiado de las palabras de una astuta anciana.

-Vale.-comenzó el capitán Brown-Te lo contaré...-hizo una pequeña pausa, como si tuviera que meditar sabiamente las palabras que pronunciara- La Muerte Irreversible nos persigue desde hace meses pero no ha llegado a alcanzarnos todavía. No he querido decirle nada a nadie pues sé que se armará un gran alboroto en el barco, más de lo normal quiero decir.

-¿La Muerte Irreversible?-preguntó Clark- Pensé que solo eran leyendas...

-No, ingenuo primo, no. Ese barco existe y, tal y como cuentan las leyendas, es un barco capitaneado por el aprendiz y primogénito del que fue en su día conocido como Rey de los Piratas.

-¿Y qué es lo que quiere de ti?

Jacques volvió a suspirar y apoyó los pies sobre la mesa.

-Es una larga historia. Nos conocemos desde que éramos críos. Recuerdo que nuestro odio nació el día que los barcos de nuestros padres se enfrentaron. Tendríamos cerca de once años pero fue una dura batalla de espadas la que mantuvimos. Una de las más intensas que recuerdo a pesar de los años que llevo como capitán de este barco.-se rió- Acostumbramos a hacernos putadas cada vez que nos vemos pero, la última vez que nos encontramos, dejamos su barco destrozado con varios boquetes causados por los cañones y huimos de allí, pues la guardia real de Dinamarca andaba tras nosotros. Tengo entendido que les apresaron aunque no sé cómo ni cuándo lograron escapar.

-Entonces, ¿cómo sabes que nos siguen?

-¡Pobre e inocente primo! ¿Para qué te crees que sirven las torturas, los sobornos y los negocios con espías? Tengo un topo dentro que me pasa información. Es un buen amigo de Chino, entre ellos dos se mandan mensajes que para personas normales serían imposibles de comprender.

Clark asintió. Se quedó callado, como si tuviera que asimilar la información que le había dado.

-Y, ¿a cuánto están de aquí?-respondió.

-A unos tres días. Pero es un barco muy veloz con el viento a favor y, si nuestra estancia en Inglaterra se alarga más de lo necesario u ocurren contratiempos me temo que nos veremos en un serio aprieto.

-Jacques, yo que tu no me alteraría tanto. Al fin y al cabo, tienes a dos de los mejores piratas que surcan actualmente los mares. Por no hablar de que el resto de tu tripulación parece muy cualificada para batallas y abordajes.

Brown se frotó la cara:

-En primer lugar, esos dos piratas son buenos pero los tripulantes de La Muerte Irreversible no son mancos. Teniendo un capitán como el que tienen, ¿crees a caso que no tendrán entre ellos a piratas diestros con espadas? Solo un tonto creería algo así. Ya nos hemos enfrentado a ellos en otras ocasiones y más de una vez nos han causado serias pérdidas.

-Y, ¿a parte de eso?-le preguntó su primo, pues sabía que no había terminado de contarle todo.

-A parte de eso, no puedo contar con esos dos piratas imbéciles.

Más allá de los Siete Mares (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora