Hace 5 años
ETHAN
No me gusta lo que veo. No me gusta cómo me siento. No importa la cantidad de veces que me diga que nada de esto es verdad. Se siente real y me aterra.
—¡Ethan, despierta!—dice mamá fuerte. En ese momento abro los ojos. Los latidos de mi corazón aumentan. Respiro apresuradamente. Mamá está nerviosa, pero también esta aliviada porque desperté—Solo fue una pesadilla, mi cielo—dice mientras me abraza y acaricia mi cabello. Yo también la abrazo. La abrazo fuerte. Cuando toco a mi mamá me doy cuenta que ella si es real.
—Solo fue una pesadilla, campeón—dice papá. Está a unos pasos de mi cama. También se ve nervioso. Y preocupado. Más preocupado que mamá. Me mira y en silencio me pregunta si se puede acercar. Espero a que mi respiración se regule antes de asentir.
Mamá me sigue abrazando. Papá también se une al abrazo. Lagrimas silenciosas caen por mi rostro.
—No hay nada que temer, Ethan—dice papá. Y tiene razón, pero no quiero quedarme solo. Así que me aferro a mis padres por quien sabe cuánto tiempo.
Lo peor de las pesadillas es cuando despierto porque sé que no volveré a dormir. Porque, por más tonto que parezca, tengo miedo de cerrar los ojos y descubrir que Nicole y Brandon, mis padres, son solo un bello sueño. Tengo terror de descubrir que Amber es solo un invento de mi imaginación y que sigo viviendo en ese lugar horrible. Ese lugar del que no quiero recordar nada, pero que siempre estará en mi cabeza.
Cuando el temor y la angustia se van, me siento frustrado conmigo mismo. Tuve pesadillas cuando era un niño de cinco años. Se supone que los años de terapia, el amor de mis padres y la amistad incondicional de Amber habían borrado todos esos malos recuerdos.
También siento culpa. Papá y mamá tienen que trabajar mañana y por mi culpa ninguno de los dos volverá a dormir. Se quedaran conmigo hasta que se haga de día para asegurarse que no sufra un ataque de pánico.
—Tienen que volver a dormir—digo tratando de sonar con más valentía de la que siento.
—No te preocupes por nosotros, campeón—dice papá tranquilo.
—Pero...
—¿Qué te parece si hacemos un trato?—pregunta mamá.—Nos quedaremos contigo un rato más y luego tu papá y yo haremos turnos para ir a dormir.
Mamá lo dice para que yo me sienta mejor, pero en el fondo sé que aunque uno de los dos regrese a su habitación ninguno podrá dormir. Yo asiento. Es lo único que puedo hacer. Soy la causa por la cual no están descansando y ya que no puedo hacer que vuelvan a dormir, al menos puedo hacer que se sientan mejor fingiendo que les creo.
—Gracias por estar conmigo—susurro. Mamá me da un beso y me dice una y otra vez que me quiere mucho. Papá coloca su mano en la cabeza. No es muy expresivo conmigo. Tardé mucho en acostumbrarme a vivir con ellos. Sobre todo con papá. No es que el tuviera algo malo. Soy yo el del problema. Aunque ellos no se cansen de repetir que no hay nada malo conmigo.
*****
Pasa una hora, y como mamá prometió, ella es la primera en regresar a su habitación. Papá se queda sentado frente a mi. Yo estoy acostado contando mentalmente mientras miro el techo. Quiero verme lo más tranquilo posible.
—No tienes que fingir campeón—susurra papá. Yo lo miro—Esta bien.
No. No lo está. Esto no debería estar pasando. Se supone que soy un buen hijo. ¿Qué clase de buen hijo obliga a sus padres a quedarse despiertos toda la noche por una estúpida pesadilla?

ESTÁS LEYENDO
Detrás de la Ruptura
Teen FictionUna ruptura nunca es fácil para una chica. Pero para Amber Johnson, una ruptura es algo mucho más difícil de llevar. ¿Por qué? Porque ella no está lidiando con una ruptura amorosa. La historia de esta joven no es envidiable: ha presenciado la muerte...