Capítulo 12: Calma antes de la tormenta

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ETHAN


Nadie sabe que yo sé que maté al padre de Amber. Supongo que no me lo han dicho porque eso acabaría conmigo.

Si piensan así, tienen razón. Fue por eso que decidí alejarme de Amber. Estar lejos de ella fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Pero no podía soportar mirarla a los ojos sin recordar las veces en que lloraba desconsolada en mis brazos por la muerte de su padre. Una muerte que no hubiera sucedido de no ser por mi.

Se suponía que sería así toda la vida. Se suponía que fingiría delante de todos que soy un buen chico y alejaría a Amber de cualquier chico que intentara acercársele.

—¿Por qué decidiste hablarme de nuevo?—pregunta Amber mientras estamos en su habitación.

Hace cinco años que no estoy en su habitación. Es extraña: ha cambiado mucho pero sigue siendo la misma. Igual que Amber.

—Porque te extrañaba demasiado—respondo.

—Dijiste que te ibas a volver loco—dice Amber mientras coloca una mano en mi mejilla. Su simple toque me vuelve loco. No ayuda el hecho de que estemos acostados en su cama. Lleva a mi mente a lugares a donde se supone que no puede ir.

—Era cierto—respondo y la abrazo.

Y no tiene idea de que realmente es cierto.

Desde que rompí mi amistad con ella, he tenido pesadillas todas las noches. Aprendí a sufrirlas en silencio para no despertar a mis padres. Ni siquiera tuve el consuelo de respirar tranquilo cuando despertaba porque me aterraba pensar que en cualquier momento Edith podía acercarse a mi o algo peor...acercarse a Amber.

Edith me vigila. Lo siento a veces. Así que hice de mi misión personal hacer que pierda cualquier interés en Amber. Y funcionó. O eso creo.

—Cada vez que decía o hacia algo para lastimarte me lastimaba a mi—confieso a Amber—Me dolía muchísimo y...Lo siento. No merecías todo lo que te hice

Amber me mira curiosa. Es como si tratara de descifrar algo. Interiormente, deseo que no descubra nada. Al menos, por ahora.

Quería que Amber me odiara. Eso disminuiría la culpa que yo sentía, pero detestaba pensar que eso se volvería realidad. Así es mi cabeza: una constante contradicción.

Brad, mi psicólogo, me había dicho que una vez que siempre busco una razón para hacerme culpable de todo. No importa cuántas veces trate de convencerme de lo contrario, sé que yo soy el culpable de todas las desgracias en la vida de Amber. Y a pesar de todo el dolor, ella sigue siendo pura. Yo no lo soy.

—Tú sufriste tanto como yo. No tengo nada que perdonarte—susurra y me da un beso en la frente.

Por la mirada en sus ojos, sé que ella se está conteniendo de preguntar tantas cosas. Para ella debe ser difícil soportar tantos misterios. Pero lo hace por mi. Porque me ama. No pierdo más tiempo y la beso antes que Cheryl llegue y tenga que dejar de estar tan cerca de ella. No podemos estar lejos del otro mucho tiempo. Así que, es bastante increíble que nuestras hormonas no dobleguen nuestra fuerza de voluntad y terminemos desnudos. Mis padres definitivamente estarían orgullosos de mi.

He tenido sexo muchas veces. No lo niego. Pero Amber no tiene idea lo fácil que es tener sexo. Solo lo hice para olvidar el dolor un rato con cuanta chica se me ofrecía. Y por un momento, calmaba el dolor. Pero después, solo me torturaba más.

No me gustaba el tipo de chicas que se me ofrecían. Así que no conforme con acostarme con chicas regaladas, me acosté con chicas ingenuas que me recordaban a Amber. Más de una vez, dije el nombre de Amber teniendo sexo. Soñaba con ella. Supongo que inconscientemente, ella seguía calmando mi dolor.

Detrás de la RupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora