Capítulo 9

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Año 1798.

Las dos figuras avanzan seguidas de cerca, aunque sin ser notadas, por dos figuras más. La joven observa todo a su alrededor anonadadas por pensar que la bella París tiene también sus bajos fondos.

— ¿Cómo te llamas? —pregunta al hombre con cierta curiosidad.

Al solo recibir silencio por su parte, decide volver a preguntar.

— ¿De dónde eres? Tu acento francés no es común por lo que deduzco que no has nacido aquí —dice intentando entablar una conversación.

El hombre se para y da media vuelta para encarar a la chica. Da un paso hacia ella y ambos quedan tan cerca que Avy casi puede sentir la respiración de él sobre si misma.

— Escucha con mucha atención mocosa. Tú y yo no somos amigos ni nada por el estilo —su voz seria y ruda parece calar en el cuerpo de la chica como estocadas de espada. Pero ella no planea dejarse intimidar—. Estamos juntos porque tu no paras de seguirme pero no creas que te ayudaré si algo te pasa o te raptan por ir con desconocidos por calles peligrosas.

— Tal vez no quieras ahora, pero estoy segura de que al final vendrás conmigo —asegura convencida.

El hombre no puede evitar bufar por la tozudez de la chica y se gira para volver a caminar. Ávalon lo sigue sin miramientos y se mantiene lo más cerca posible de su lado. Observa de reojo dos sombras acercándose y, sin poder evitarlo, el corazón le da un vuelco temiendo que las palabras del mendigo se hagan realidad.

— Esas dos figuras probablemente van a por ti. Aún estás a tiempo de marcharte, mocosa —susurra con una media sonrisa.

Ella niega y baja la cabeza manteniendo el mismo ritmo que el vagabundo.

— Tú sola te has metido en la boca del lobo —murmura.

Cuatro figuras aparecen delante de ellos y los acorralan. Avy se da la vuelta buscando una escapatoria y ve los dos hombres que le seguían.

— Que mercancía tan valiosa Palas. ¿Por qué no la compartes con nosotros? —pregunta uno de ellos mirando a la muchacha de arriba a abajo.

— No pensaba que te gustaran las niñas, Tristan —responde sin mucho interés en la conversación— . No es mía. Solo lleva siguiéndome todo el día. Me da igual lo que le pase.

El hombre de cabello castaño y ojos negros observa a la muchacha encapuchada y se relame los labios de tan solo observar la cascada roja que asoma por debajo de la caperuza. Su ropa rota y sucia parece estar algo mejor que la que llevan sus compañeros. La barba desaliñada y algo más larga de dos dedos cae ennegrecida sobre su boca amarillenta.

Avy se retuerce en sus vestiduras asqueada y da un paso atrás olvidándose de los hombres a su espalda. Tal vez no debía haber confiado en el híbrido. Unas manos la atrapan y ella lucha por ser liberada.

— Que salvaje —dice el hombre al ver como golpea a uno de sus hombres en el mentón—. Cuanta energía, eso es lo que más me gusta de las jovencitas.

— Tristan, ¿podemos probarla? —pregunta el hombre a su derecha.

El mencionado mira de nuevo al hombre de ojos azules y sonríe.

— ¿Estás seguro de que no es nada tuyo? —pregunta—. Porque si es así les diré a mis hombres que hagan con ella lo que quieran. Será mi regalo. Aunque claro, pienso estrenarla yo.

Palas frunce el ceño irritado por la perdida de tiempo y observa a la chica agarrada por los brazos por dos sujetos. La mirada de súplica parece calar en lo más hondo de él. Como si casi fuera su deber protegerla de ellos. Él se lo ha advertido. No tiene ninguna responsabilidad respecto a esa muchacha.

Susurros del Bosque [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora